Toyota Avensis 2.2 D-4D

Todo es equilibrio en esta versión Diesel de 150 CV del nuevo Avensis, que no por su nivel de potencia pretende ser una versión deportiva: prima el confort y agrado general, tanto por su mecánica, como por su comportamiento y definición interior.

Toyota Avensis 2.2 D-4D
Toyota Avensis 2.2 D-4D

Nos dice la experiencia –y la coyuntura actual— que las versiones Diesel de 150 CV para arriba tienen cierto rango de sobremotorizadas. De hecho, las berlinas que tocan este escalón no esconden cierto perfil deportivo. Pues nada de esto aparece en el Avensis 2.2 D-4D 150 CV. Nos ha resultado muy equilibrado, tanto por motor como por bastidor, pero no sabemos si es lo que le corresponde ser a esta versión, cuando por debajo hay una buena y razonable variante 2.0 D-4D de 126 CV.

El motor tiene, sobre el papel, mucho potencial, pero sus ímpetus quedan apaciguados por unos desarrollos de cambio que priman los decilitros de combustible (y decibelios del motor) antes que las décimas de tiempo. Mueve bastante desarrollo en 6ª, tanto como para ir a 120 km/h reales apenas un poco por encima de 2.000 rpm, y aunque la respuesta desde ahí es consistente y agradable, este Avensis 2.2 D-4D no nos parece especialmente rápido y contundente. Un ejemplo: cede unos interminables 4 segundos en el adelantamiento de 80 a 120 km/h en 6ª (suficiente justificación para abortar una maniobra de adelantamiento) frente a un equivalente y férreo rival: el Honda Accord 2.2 i-DTEC 150 CV. Y así, más o menos, con la gran mayoría de sus rivales equivalentes. Tampoco en 5ª su agilidad es muy brillante.

En trazados abiertos y despejados, anticipándonos, este Avensis 2.2 D-4D se mueve de maravilla, pero le falta espontaneidad a golpe de acelerador para salvar puntualidades, esas que otros rivales vencen con una mayor presión sobre acelerador. Si queremos mucha agilidad, toca utilizar el cambio algo más. En cualquier caso, es un motor muy lineal, válido para abusar de él incluso por debajo de las 2.000 revoluciones con la sensación percibida de que siempre empuja; resulta muy suave, silencioso y, sobre todo, consume poco.

El bastidor se suma al agrado general. El nuevo Avensis es más preciso de movimientos que el modelo anterior, pero sólo por una cuestión de ajustes, de cierta mejora, no por un cambio de personalidad. Es un Toyota y está pensado desde la más absoluta racionalidad y practicidad para llegar a la gran mayoría y normalidad de uso. Alardes o pluses, ninguno. Ni siquiera esta potente versión tiene una pretensión deportiva, como sí lo puede tener un Mazda 6, por ejemplo.

El Avensis es más confortable que dinámico, nos llama más la atención por su agradable rodar al son de la lógica, que porque entre curvas se muestre un especialista. Por tacto no lo pretende, pero hay que decir que sus formas son absolutamente seguras y eficaces. Gira bien, no tan al instante como los mejores, pero apoya en curva y largos curvones con suficiente solidez para rodar incluso muy rápido con la sensación de hacerlo fácil y bien.

Para nuestra prueba hemos dispuesto de la versión 2.2 D-4D con el acabado Executive y nos hemos encontrado una berlina con una presentación muy completa y cuidada. Hasta el volante se recoge eléctricamente para facilitarnos la entrada/salida del habitáculo. El freno de estacionamiento es eléctrico y la llave electrónica, con arranque por pulsador. El ambiente interior es lujoso, amplio y cómodo.

Hay dos aspectos que comentar del Avensis. El punto de caderas es algo más alto de lo habitual y nos podemos encontrar ligeramente sobreelevados en el puesto de conducción. Como la ergonomía es como lo de colores, el dictamen es particular. Detrás dispone de un suelo plano que facilita el acomodo de un tercer pasajero. El maletero es muy grande y aunque no intervenga en el espacio, desconcierta la inconsistencia de la apertura y cierre de la tapa del maletero y parte de su desguarnecido interior.

— Mecánica agradable
— Confort general
— Habitabilidad y maletero

— Recuperaciones en 5ª y 6ª
— Rueda de emergencia
— Detalles de acabado

Nos dice la experiencia –y la coyuntura actual— que las versiones Diesel de 150 CV para arriba tienen cierto rango de sobremotorizadas. De hecho, las berlinas que tocan este escalón no esconden cierto perfil deportivo. Pues nada de esto aparece en el Avensis 2.2 D-4D 150 CV. Nos ha resultado muy equilibrado, tanto por motor como por bastidor, pero no sabemos si es lo que le corresponde ser a esta versión, cuando por debajo hay una buena y razonable variante 2.0 D-4D de 126 CV.

El motor tiene, sobre el papel, mucho potencial, pero sus ímpetus quedan apaciguados por unos desarrollos de cambio que priman los decilitros de combustible (y decibelios del motor) antes que las décimas de tiempo. Mueve bastante desarrollo en 6ª, tanto como para ir a 120 km/h reales apenas un poco por encima de 2.000 rpm, y aunque la respuesta desde ahí es consistente y agradable, este Avensis 2.2 D-4D no nos parece especialmente rápido y contundente. Un ejemplo: cede unos interminables 4 segundos en el adelantamiento de 80 a 120 km/h en 6ª (suficiente justificación para abortar una maniobra de adelantamiento) frente a un equivalente y férreo rival: el Honda Accord 2.2 i-DTEC 150 CV. Y así, más o menos, con la gran mayoría de sus rivales equivalentes. Tampoco en 5ª su agilidad es muy brillante.

En trazados abiertos y despejados, anticipándonos, este Avensis 2.2 D-4D se mueve de maravilla, pero le falta espontaneidad a golpe de acelerador para salvar puntualidades, esas que otros rivales vencen con una mayor presión sobre acelerador. Si queremos mucha agilidad, toca utilizar el cambio algo más. En cualquier caso, es un motor muy lineal, válido para abusar de él incluso por debajo de las 2.000 revoluciones con la sensación percibida de que siempre empuja; resulta muy suave, silencioso y, sobre todo, consume poco.

El bastidor se suma al agrado general. El nuevo Avensis es más preciso de movimientos que el modelo anterior, pero sólo por una cuestión de ajustes, de cierta mejora, no por un cambio de personalidad. Es un Toyota y está pensado desde la más absoluta racionalidad y practicidad para llegar a la gran mayoría y normalidad de uso. Alardes o pluses, ninguno. Ni siquiera esta potente versión tiene una pretensión deportiva, como sí lo puede tener un Mazda 6, por ejemplo.

El Avensis es más confortable que dinámico, nos llama más la atención por su agradable rodar al son de la lógica, que porque entre curvas se muestre un especialista. Por tacto no lo pretende, pero hay que decir que sus formas son absolutamente seguras y eficaces. Gira bien, no tan al instante como los mejores, pero apoya en curva y largos curvones con suficiente solidez para rodar incluso muy rápido con la sensación de hacerlo fácil y bien.

Para nuestra prueba hemos dispuesto de la versión 2.2 D-4D con el acabado Executive y nos hemos encontrado una berlina con una presentación muy completa y cuidada. Hasta el volante se recoge eléctricamente para facilitarnos la entrada/salida del habitáculo. El freno de estacionamiento es eléctrico y la llave electrónica, con arranque por pulsador. El ambiente interior es lujoso, amplio y cómodo.

Hay dos aspectos que comentar del Avensis. El punto de caderas es algo más alto de lo habitual y nos podemos encontrar ligeramente sobreelevados en el puesto de conducción. Como la ergonomía es como lo de colores, el dictamen es particular. Detrás dispone de un suelo plano que facilita el acomodo de un tercer pasajero. El maletero es muy grande y aunque no intervenga en el espacio, desconcierta la inconsistencia de la apertura y cierre de la tapa del maletero y parte de su desguarnecido interior.

— Mecánica agradable
— Confort general
— Habitabilidad y maletero

— Recuperaciones en 5ª y 6ª
— Rueda de emergencia
— Detalles de acabado