Ssangyong Rodius 270 Xdi AWD

No hay otro monovolumen con tan buena relación entre precio y capacidad interior como el Ssangyong Rodius, que puede transportar cómodamente a siete pasajeros, más su correspondiente equipaje. La versión de esta prueba se beneficia además de la tracción total con reductora.

Ssangyong Rodius 270 Xdi AWD
Ssangyong Rodius 270 Xdi AWD

Con tanta distancia entre ejes, el comportamiento es de reacciones muy progresivas, con la nobleza típica de un coche con tracción total y con un destacable equilibrio y neutralidad. El Ssangyong Rodius da confianza a medida que hacemos kilómetros por todo tipo de carreteras, ya que incluso en situaciones comprometidas se muestra resolutivo, a pesar de la suavidad de la suspensión, capaz de proporcionar un alto confort de marcha. Con el acelerador pisado la tendencia al afrontar una curva demasiado rápido es al deslizamiento controlado del tren delantero, sin embargo, si levantamos el pie derecho en pleno giro y cerramos la trayectoria con el volante, podemos beneficiarnos de una cierta capacidad direccional del eje trasero, sobre todo en asfalto mojado o resbaladizo, de manera que se consigue una agilidad impropia en un vehículo de semejantes dimensiones y un alto margen de seguridad, a pesar de una cierta deriva de los neumáticos. El control de estabilidad, de serie y desconectable, limita movimientos indeseados de la carrocería, cortando férreamente cualquier insinuación excesiva del eje trasero para no poner en apuros al conductor. Los frenos tienen buen tacto, aunque poca mordiente inicial y no aguantan durante mucho tiempo un trato exigente, ya que son muchos kilos los que tienen que sujetar, pero para una utilización normal cumplen bien con su cometido, teniendo en cuenta que por concepto se trata de un automóvil para viajar tranquilamente. Con esta filosofía coincide la dirección, agradable aunque algo lenta (3,5 vueltas entre topes), sobre todo para maniobras de aparcamiento, donde se agradecería una menor desmultiplicación. El mayor inconveniente del Rodius es la limitada maniobrabilidad y la dificultad para desenvolverse por los aparcamientos, a causa de su elevada alzada y dimensiones. La curiosa configuración de tracción integral en una carrocería monovolumen permite aventurarse por caminos de tierra para hacer excursiones con total tranquilidad. Sin embargo, fuera del asfalto queda algo condicionado por la altura libre al suelo que, a pesar de ser generosa para tratarse de un monovolumen (182 milímetros), requiere mantener cierta atención cuando hay algún saliente. Lo mismo sucede en zonas de baches pronunciados, en las que conviene reducir la velocidad, ya que el blando tarado de la suspensión del Rodius podría traducirse en excesivas oscilaciones de la carrocería, con el consiguiente riesgo de rozar los bajos. Por lo demás, la combinación de la tracción a las cuatro ruedas con una reductora bastante corta abre un mundo de posibilidades a este Ssangyong, tanto para remolcar cargas pesadas como para subir por zonas medianamente complicadas apoyándonos en el control antipatinamiento del ESP. El sistema de tracción total es permanente y reparte la potencia entre ambos ejes en función de las necesidades, aunque en condiciones normales es el tren trasero el que recibe el 97% del par. Para accionar la reductora hay que detenerse, poner punto muerto y pulsar un botón. A partir de este momento la velocidad máxima que se alcanza en 5ª es de unos 83 km/h, y si seleccionamos una marcha manualmente la gestión del cambio automático la mantiene y no pasa a la siguiente al acercarse a la zona roja del cuentavueltas, a diferencia de lo que ocurre cuando circulamos en el modo de velocidades largas. El confort de la suspensión por caminos es alto, si bien pueden surgir algunos ruidos de ajustes, a modo de “grillos", en alguna parte del habitáculo. En definitiva, salvando algunos inconvenientes que ya no suelen estar presentes en productos de última generación, el Rodius es un coche que lo tiene casi todo, capaz de cumplir con los requerimientos de prácticamente cualquier familia y con un precio atractivo.— Habitabilidad y maletero
— Relación precio/producto
— Tracción total— 2ª fila no extraíble
— Maniobrabilidad
— Estética poco atrayente

¿A que no es tan feo?
Con tanta distancia entre ejes, el comportamiento es de reacciones muy progresivas, con la nobleza típica de un coche con tracción total y con un destacable equilibrio y neutralidad. El Ssangyong Rodius da confianza a medida que hacemos kilómetros por todo tipo de carreteras, ya que incluso en situaciones comprometidas se muestra resolutivo, a pesar de la suavidad de la suspensión, capaz de proporcionar un alto confort de marcha. Con el acelerador pisado la tendencia al afrontar una curva demasiado rápido es al deslizamiento controlado del tren delantero, sin embargo, si levantamos el pie derecho en pleno giro y cerramos la trayectoria con el volante, podemos beneficiarnos de una cierta capacidad direccional del eje trasero, sobre todo en asfalto mojado o resbaladizo, de manera que se consigue una agilidad impropia en un vehículo de semejantes dimensiones y un alto margen de seguridad, a pesar de una cierta deriva de los neumáticos. El control de estabilidad, de serie y desconectable, limita movimientos indeseados de la carrocería, cortando férreamente cualquier insinuación excesiva del eje trasero para no poner en apuros al conductor. Los frenos tienen buen tacto, aunque poca mordiente inicial y no aguantan durante mucho tiempo un trato exigente, ya que son muchos kilos los que tienen que sujetar, pero para una utilización normal cumplen bien con su cometido, teniendo en cuenta que por concepto se trata de un automóvil para viajar tranquilamente. Con esta filosofía coincide la dirección, agradable aunque algo lenta (3,5 vueltas entre topes), sobre todo para maniobras de aparcamiento, donde se agradecería una menor desmultiplicación. El mayor inconveniente del Rodius es la limitada maniobrabilidad y la dificultad para desenvolverse por los aparcamientos, a causa de su elevada alzada y dimensiones. La curiosa configuración de tracción integral en una carrocería monovolumen permite aventurarse por caminos de tierra para hacer excursiones con total tranquilidad. Sin embargo, fuera del asfalto queda algo condicionado por la altura libre al suelo que, a pesar de ser generosa para tratarse de un monovolumen (182 milímetros), requiere mantener cierta atención cuando hay algún saliente. Lo mismo sucede en zonas de baches pronunciados, en las que conviene reducir la velocidad, ya que el blando tarado de la suspensión del Rodius podría traducirse en excesivas oscilaciones de la carrocería, con el consiguiente riesgo de rozar los bajos. Por lo demás, la combinación de la tracción a las cuatro ruedas con una reductora bastante corta abre un mundo de posibilidades a este Ssangyong, tanto para remolcar cargas pesadas como para subir por zonas medianamente complicadas apoyándonos en el control antipatinamiento del ESP. El sistema de tracción total es permanente y reparte la potencia entre ambos ejes en función de las necesidades, aunque en condiciones normales es el tren trasero el que recibe el 97% del par. Para accionar la reductora hay que detenerse, poner punto muerto y pulsar un botón. A partir de este momento la velocidad máxima que se alcanza en 5ª es de unos 83 km/h, y si seleccionamos una marcha manualmente la gestión del cambio automático la mantiene y no pasa a la siguiente al acercarse a la zona roja del cuentavueltas, a diferencia de lo que ocurre cuando circulamos en el modo de velocidades largas. El confort de la suspensión por caminos es alto, si bien pueden surgir algunos ruidos de ajustes, a modo de “grillos", en alguna parte del habitáculo. En definitiva, salvando algunos inconvenientes que ya no suelen estar presentes en productos de última generación, el Rodius es un coche que lo tiene casi todo, capaz de cumplir con los requerimientos de prácticamente cualquier familia y con un precio atractivo.— Habitabilidad y maletero
— Relación precio/producto
— Tracción total— 2ª fila no extraíble
— Maniobrabilidad
— Estética poco atrayente
¿A que no es tan feo?