La versión TCE 205 CV es por ahora la más prestacional de la 4ª generación del Renault Mégane, un coche de tintes deportivos y con el chasis puesto a punto por Renault Sport, pero que no pretende llegar a la radicalidad de las versiones R.S. Técnicamente resulta un coche de lo más interesante, con elemento tan destacables como el sistema 4Control de dirección integral, "launch control" y una función de reducciones múltiples para su cambio de doble embrague —en frenadas, basta dejar la leva izquierda pulsada para que vaya bajando marchas de manera automática—. Esto, aderezado con el moderno planteamiento del nuevo Renault Mégane, convierte al GT en uno de los modelos más sofisticados de su categoría. No falta un cuadro de mandos digital que se puede personalizar con varios diseños y colores, luces ambientales a juego, así como 5 modos de conducción que modifican la respuesta del motor y acelerador, dureza de la dirección, actuación del sistema 4Control, leyes del cambio y sonido del motor (se procesa a través del equipo de audio). Todo un capricho.
Renault Mégane GT TCE 205 CV: ¿Un R.S. junior?
Las cuatro ruedas directrices del Renault Mégane GT TCE 205 CV mejoran las cualidades dinámicas, pero también aportan un tacto de conducción especial. No hace falta ir a ritmos elevados para notar el redondeo del tren trasero, que se acentúa a partir de cierto ángulo del volante recordando a cuando provocas un deslizamiento controlado. Lo puedes sentir hasta unos 80 km/h en el modo de conducción R.S., y hasta 60 km/h en el resto. Requiere cierto periodo de adaptación, porque su actuación no es tan lineal como en el aclamado Renault Laguna con sistema 4Control, pero una vez que te acostumbras y no tratas de corregir el 'sobreviraje', la gran mayoría de coches te parecerán más aburridos debido a sus lentas direcciones.
A mayor velocidad el eje trasero del Renault Mégane GT TCE 205 CV invierte su comportamiento, es decir, las ruedas giran en el mismo sentido que las delanteras para proporcionar cambios de carril más estables e inmediatos. Además, el sistema realiza de manera autónoma pequeñas correcciones que otorgan aplomo y precisión, compensando movimientos parásitos, brusquedades por nuestra parte, viento lateral o imperfecciones del asfalto. Entre esto y el silencio de marcha, la sensación de velocidad que transmite es mucho menor de la real. Como contrapartida (o peculiaridad, para los menos puristas), a veces te sientes un poco desconectado de la carretera, con una leve impresión de que vas flotando, sobre todo si en autovía afrontas una curva de doble radio a ritmo ágil, pues no se corresponde exactamente el movimiento del volante con lo que hace realmente el coche. El tren trasero atempera ligeramente las reacciones del coche, transformando nuestras 'toscas' órdenes sobre la precisa dirección en una milimétrica suavidad sólo al alcance de los rápidos cálculos un ordenador con acceso a los múltiples datos del ESP, pero a costa de sentir el coche algo menos directo y perder un ápice de inmediatez. No necesariamente es un inconveniente, pues esta dulcificación de movimientos se traduce en una mayor estabilidad, un gran aplomo y más seguridad. Y, si quieres... una velocidad de paso por curva endiablada.
Renault Mégane GT TCE 205 CV: a todo tren
En tramos montañosos sale a relucir otra faceta del Renault Mégane GT TCE 205 CV, la confianza que ofrece para ir rápido sin esfuerzo aparente. Apenas hay subviraje, ni siquiera cuando en pleno apoyo decides cerrar más el giro, ya que la dirección integral quita trabajo a las ruedas delanteras y consigue una gran fluidez, con muy poco balanceo de la carrocería y sensación de ligereza. Sólo cuando fuerzas la situación deliberadamente la dirección se endurece de manera poco natural, empeorando su tacto, e intuyes que el límite de adherencia está próximo, tras lo cual, si no bajas el ritmo, la trazada se abre, pero sin perder la progresividad. El tren trasero hace una gran labor, e incluso cuando tratas de provocar un deslizamiento real de la zaga a base de volantazo, el 4Control se combina con el ESP (tristemente, no desconectable) para que todo vuelva a su sitio de la manera más suave posible, eso sí, perdiendo bastante velocidad. Al final, para ir rápido de verdad hay que hilar fino y jugar a mantener la inercia, como en los deportivos poco potentes; y decir esto de un coche con más de 200 CV significa que detrás hay mucho bastidor. Además de soportar ritmos altísimos, el eje trasero directriz permite acelerar antes a la salida de las curvas sin que el coche se descomponga, aunque en giros muy cerrados el testigo del ESP revela que el sistema está trabajando en segundo plano para tener todo bajo control. En otros casos se muestra intrusivo impidiendo que aceleremos a fondo mientras el volante no esté prácticamente recto, algo que puede frustrar a los conductores más avezados.
Lo bueno de este Renault Mégane GT TCE 205 CV es que resulta apto para usarlo a diario. La suspensión es firme, pero no incómoda; es refinado, suave y silencioso, e incluso el cambio de doble embrague se comporta de manera muy civilizada en situaciones exigentes como el tráfico urbano o las maniobras, donde la dirección trasera mejora la maniobrabilidad. Por último, el equipamiento es muy amplio y cuenta con lujosos detalles: cuando te acercas al coche con la llave inteligente en el bolsillo, se encienden las luces de cortesía exteriores, las luces diurnas (delanteras y traseras) y se abren los retrovisores dándote la bienvenida. Muy tentador.
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