Enfocado totalmente al gusto europeo, y más con esta versión Diesel de 160 CV, el Malibu desembarca como buque insignia de Chevrolet en nuestro país, ampliando la gama de berlinas de la firma americana. Mantiene la filosofía de otros productos de Chevrolet, es decir un alto nivel de equipamiento a un precio muy razonable pero, ¿qué ofrece que no podamos encontrar en un Opel Insignia? Para empezar, la política de precios es diferente. En el Chevrolet el equipamiento es cerrado en función de los dos acabados disponibles con este motor, siempre muy completos, mientras que el Opel es menos generoso de serie, pero resulta más personalizable mediante extras, sobre todo a nivel técnico, ya que cuenta con la posibilidad de equipar tracción total, amortiguadores pilotados o detector de señales de tráfico, elementos no disponibles en el Chevrolet Malibu. Quizá el público al que va destinado el Chevrolet aprecie más los asientos eléctricos con tapicería de cuero o la llave inteligente, de serie en el acabado superior LTZ probado. Todo es cuestión de prioridades. Eso sí, puede ser más aconsejable la tapicería de tela del acabado LT , que además es 2.455 euros más barato, porque si hace calor esta piel te hace sudar, además de ser algo dura. Respecto a la apertura de puertas sin llave, debería refinarse el mecanismo que desbloquea las cerraduras, ya que resulta algo lento —primero tiras de la manilla y después se desbloquea, cuando hay otros coches en los que basta con rozar el tirador—. Por otra parte, si te dejas la llave dentro del habitáculo, al cerrar la puerta suena el claxon tres veces de manera breve pero molesta, un aviso que puede ser útil pero con el tiempo acaba cansando. No obstante, puestos a poner pegas, resulta más criticable que las luces automáticas tarden unos segundos más de lo deseable en encenderse cuando entramos en un túnel o en el garaje, o que la calefacción tenga un leve olor a plástico.
Diferenciado
En el apartado estético comparte bastantes cosas con el Insignia, pero no son clones. Por ejemplo, el Chevrolet Malibu es 4 cm más largo y cuenta con pilotos traseros inspirados en el deportivo Camaro, así como un interior bien diferenciado, con luz ambiental azul, consola central e instrumentación propias, y un navegador algo más atractivo visualmente, dotado de manejo táctil o por teclas. Sólo echamos en falta la posibilidad de reproducir música del teléfono a través de la conexión Bluetooth, aunque en el compartimento que hay debajo del apoyabrazos central hay tomas USB y auxiliar con las que nos podemos apañar. El maletero es otro de los puntos a tener en cuenta dada su generosa capacidad (570 litros), además cuenta con 45 litros adicionales bajo el piso en un compartimento en el que también se encuentra un kit antipinchazos. Habría sido preferible una rueda de repuesto convencional, ya que hay espacio de sobra para ella.
De confianza
Respecto al comportamiento, no tiene nada de americano, ni suspensiones blandas, ni inconsistencias de ningún tipo. El Chevrolet Malibu se inscribe muy bien en las curvas gracias a una dirección suave pero muy precisa, con un apoyo del tren delantero bastante inmediato, aunque no tanto como el de un Opel Insignia con amortiguación pilotada opcional. Sin ser en absoluto un coche torpe o lento de reacciones, es algo menos incisivo cuando vamos a ritmos altos en carreteras reviradas, además aparece antes el subviraje si llegamos al límite de adherencia, algo que también hace que su eje trasero resulte menos direccional ante un cambio de trayectoria brusco, a menos que estemos rozando el freno. Aunque su eficacia sigue siendo muy alta, no busca matices deportivos, como hace el Opel Insignia, sino que especializa su equilibrado chasis en la facilidad de conducción y el confort. En cualquier caso, las diferencias entre ambos modelos son poco apreciables en condiciones de uso normales.
El motor es una de las mejores cosas del coche y destaca por su buen aislamiento, tanto acústico como en materia de vibraciones. Es lineal y su contundente cifra de par (42,6 mkg, según nuestro banco de rodillos) proporciona buena respuesta en prácticamente cualquier marcha, incluso desde pocas vueltas, lo que nos evita tener que recurrir excesivamente al cambio, a pesar de sus largos desarrollos. Adicionalmente, al insertar pausadamente una marcha superior sale a relucir una función para suavizar las transiciones. Consiste en que, al pisar el embrague, el régimen del motor baja sólo hasta el punto exacto en el que se quedará al engranar la siguiente velocidad, y se mantiene ahí durante unos segundos. De este modo, la suavidad es total incluso si soltamos el embrague de golpe. Virtudes no le faltan a la nueva berlina media de Chevrolet, que se posiciona como uno de los productos más sólidos de una gama cada vez más completa.