Opel Zafira 2.0 Turbo OPC

Sin renunciar a su carácter y funcionalidad familiar, un poderoso motor turbo de gasolina de 192 CV hace de este Zafira OPC un peculiar monovolumen preparado para el vuelo rasante.

Opel Zafira 2.0 Turbo OPC
Opel Zafira 2.0 Turbo OPC

En este planteamiento de coche fácil tiene mucho que ver el carácter de su motor, y más cuando estamos tratando con 192 CV. Derivado del 2.0 16V Ecotec de 136 CV, este propulsor turboalimentado nos recuerda una vez más lo formidable que puede llegar a resultar ese mágico elemento mecánico. Lo mejor de este motor es la suavidad, finura y enorme progresividad con la que se expresa, tanta, que mata en cierta medida su carácter turbo. Su progresión pudiera pasar por la de un motor atmosférico sin ninguna duda. Sólo que “la mano" que nos empuja a poco que merodeemos las 2.000 rpm, delata su condición. La escalada es contundentemente moderada —por modales, no por fuerza— y a partir de 4.500 rpm nos regala un último empujón hasta el corte. De todas formas, como es habitual en los motores turbo, su bajo y medio régimen son los operativos en carretera abierta. Con el empuje del que disponemos entre 2.500 y 5.000 rpm, las cosas pasan muy deprisa casi sin quererlo. Y basta ver el cuadro de tiempos para corroborar cuánto acelera y recupera, en la línea de un rapidísimo y ligero, por comparación, Seat León 1.8T de 180 CV. La contrapartida viene con los consumos, que, si bien en cruceros legales se mantienen en cifras razonables, a poco que agilicemos la marcha superan con mucha facilidad los 15 litros, pasando de los 20 si aprovechamos todo su potencial. Esto nos da una idea de lo molesto que puede resultar viajar con cierta alegría con este OPC, por una autonomía muy limitada —apenas 300 km si insistimos con el acelerador— con los 58 litros del depósito de combustible. Por otro lado, el cambio es preciso en su manejo, aunque en las inserciones rápidas exige un esfuerzo y dedicación extra. Volviendo a las modificaciones hechas en el bastidor, ya mencionamos la adopción de nuevos discos de mayor diámetro en los dos ejes. La capacidad de deceleración resulta muy buena, así como la resistencia a la fatiga. No obstante, en este sentido hay que aclarar que, si ya en frío el tacto es algo esponjoso y el pedal tiene mucho recorrido, en caliente esto se acentúa. En cualquier caso, la frenada está a la altura de las exigencias dinámicas del modelo, y no sólo por capacidad, también por la actitud del Zafira en cuanto a la buena y tranquilizante estabilidad en frenada.

Todo este potencial dinámico se ve aderezado con un habitáculo que recibe asientos firmados por Recaro de impecable ejecución. La piel se utiliza para tapizar las tres filas de asientos, así como el volante. Y para el pomo del cambio se utiliza metal, una solución que no nos termina de gustar por lo sensible que es a las temperaturas externas. Por su parte, el cuadro de relojes toma un fondo de color blanco. El equipamiento roza el techo de la gama Zafira. Y si no es cuestionable por cantidad, sí parece criticable que no esté disponible un climatizador automático, en lugar de un simple aire acondicionado. Por fuera el OPC tiene su propia imagen, en la que destacan nuevos paragolpes, con unas generosas tomas de refrigeración en el delantero. Las faldillas laterales y las bonitas llantas terminan de vestir un modelo de tintes deportivos. Pero la versatilidad de su habitáculo, con sus dos exclusivos asientos posteriores, sigue sobresaliendo por encima de todo. Bueno, tanto como sus prestaciones.