Prueba: Saab 9-5 3.0 TiD

Al Saab 9-5 con motor turbodiésel de 176 CV se le puede achacar una suspensión blanda en el tren delantero que en ocasiones provoca un cabeceo incluso molesto, pero a cambio es un rutero ideal. Se puede ir muy rápido en carretera con un bajo consumo y nivel de ruido, además de disponer un espacio bien conseguido dentro y un maletero lo suficientemente capaz. De entre los de su segmento, además, tiene una estética diferente si lo que se busca es esa intención también, aunque igualmente existen diferencias en precio y equipamiento.

Prueba: Saab 9-5 3.0 TiD
Prueba: Saab 9-5 3.0 TiD

El consumo, un apartado que puede planear como duda ensombrecedora cuando se habla de cilindradas como la del motor de Saab, de procedencia Isuzu, debe ser tenido en cuenta también, incluso aunque estemos tratando un Diesel de un precio siempre por encima de los 34.000,00 euros en el mejor de los casos (el más barato, en acabado Linear, cuesta 34,576.00 euros -5.753.000 ptas-, y de ahí para arriba). Si tenemos en cuenta el peso, el tamaño, esa cilindrada elevada, el turbo y la velocidad máxima que podemos observar en el cuentakilómetros (hasta prácticamente 230 km/h en las mejores condiciones y 220 de forma relativamente fácil), este tema no es preocupante, especialmente en viajes largos, donde con un ritmo muy alegre pueden recorrerse distancias bastante largas, es decir, por encima de los 500 kilómetros, sin repostar. Esa autonomía puede llegar hasta los 1.000 km si el tipo de conducción es muy tranquilo y conservador y buscar una compensación media, es decir, 650-750 km a un ritmo lo suficientemente favorable en la relación tiempo-consumo de un viaje prolongado. El depósito de combustible es de 70 litros, que es lo mínimo que cabe esperar en un vehículo así. Si la comodidad es un aspecto, podemos decir que prioritario a la hora de evaluar un coche de estas características antes de conducirlo y por encima del comportamiento, ésta es una circunstancia bastante conseguida en el 9-5. La línea estética del Saab es un factor diferenciador frente a las berlinas de su segmento, que suelen, por lo general, recurrir a la solución de un tres volúmenes convencional. Sin embargo, más cuentan las medidas para definir un buen espacio interior. En longitud exterior es más grande que el Audi A6 y menos que el Opel Omega, aunque con diferencias mínimas y muchas veces influenciadas por temas tan banales como los parachoques, que para nada influyen en la habitabilidad interior. Es decir, que un modelo puede ser más grande por el tamaño saliente del paragolpes que otro, sin que por ello sea mejor dentro. La distancia entre ejes, o batalla, cuenta más en la distribución y disfrute del espacio interior. Aquí, el Audi saca ventaja y el Saab aventaja al Omega. Y en términos prácticos, tanto delante como detrás, el espacio de desahogo puede calificarse de bueno. En los asientos delanteros hay mucha sensación de espacio y son cómodos –quizás se podría pedir un poco más de sujeción–, mientras que detrás se disfruta plenamente de la comodidad de una banqueta y un respaldo amplios. El maletero, con 530 litros, es suficientemente capaz: igual que el A6 y mejor que el Omega… aunque esta cifra, comparada con la de un Seat Toledo (500 litros) no es la mejor.

Si en Saab algunas cosas no son convencionales, en el 9-5 se calcan éstas. Por ejemplo, la colocación de la llave de contacto justo detrás de la palanca de cambio y la ubicación de los mandos de los elevalunas eléctricos justo detrás de ésta en la práctica se hace incómoda. La llave de contacto, además, sigue también esa costumbre en la marca de no poder ser extraída si no se deja insertada la marcha atrás. Esto obedece a una justificación de seguridad que, cuando menos, es tremendamente discutible y que no parece aportar mucho… o al menos nosotros no hemos sabido encontrarla. En otras cosas, sin embargo, parece muy práctico. Por ejemplo, el diseño del salpicadero, muy abierto y plano, ofrece, sin duda, una buena visibilidad y una rápida adaptación y ubicación de todo lo que tiene que usarse. Quizá no hay un diseño original ni espectacular, pero todo está claro y no necesita de una preadaptación que en modelos de su clase a veces se necesita para aprenderse ciertos botones y/o su ubicación. Las carreteras abiertas son el mejor lugar para disfrutar de un coche grande, y del 9-5 en particular. El comportamiento, caracterizado por una regulación de amortiguación blanda, que busca más la comodidad –y que quizás prime el confort de las carreteras suecas, de mejor pavimiento que las nuestras– que toda la efectividad que se podría haber conseguido, es la nota preponderante. Esto ocasiona que, en determinadas situaciones sobre autovía-autopista, se produzca un cabeceo a veces muy continuado de la parte delantera que, incluso, puede llegar a ser molesto y desconcertante. Si en modelos como el Citroën C5 ese cabeceo se produce de delante a atrás, en el Saab es sólo de la parte delantera. Puede “sentirse" claramente todo el recorrido de suspensión –tope incluido–. Afortunadamente, el chasis nunca pierde la compostura y la unión con el asfalto es siempre fiable, especialmente porque el tren trasero no hace cosas raras. En recorridos donde las carreteras tienen abundancia de curvas cortas, las medidas y el peso se dejan notar a la hora de hacer entrar correctamente el tren delantero, que tiene tendencia a salirse. Cambio y dirección acordes, ayudan a ofrecer la comodidad buscada y son de buen tacto siempre.

En general, el 9-5 3.0 TiD es un coche recomendable si salvado el precio, que va en lo saneado de cada bolsillo, éste no es un obstáculo. Es cómodo, rápido, no gasta mucho, en cierta forma original y tiene buen comportamiento con la salvedad también de una suspensión muy blanda en el eje delantero.