Mercedes C 200 Kompressor Classic aut.

La inclusión de la mecánica sobrealimentada por compresor no descompone en lo más mínimo el enfoque que caracteriza al Clase C de Mercedes. Al exquisito confort de marcha y la acostumbrada calidad de realización se suman unas prestaciones y dinamismo de buen nivel, incluso con el opcional cambio automático.

Mercedes C 200 Kompressor Classic aut.
Mercedes C 200 Kompressor Classic aut.

La aparición de la palabra Kompressor sobre la tapa del maletero puede llevar a un cierto engaño, si con ello pensamos que un acentuado sello deportivo se adueña de la personalidad de este C200. La mecánica elegida para insuflar vida a esta versión del nuevo C utiliza este medio mecánico para extrapolar rendimiento del motor de 2 litros que anima a la versión básica. Esta elección tiene sus luces y sus sombras, como casi todo, aunque hay que reconocer que muchas más de aquéllas. Frente a los turbo, se obtiene una respuesta más uniforme a lo largo de toda la banda de utilización y eso que las turbinas han ganado últimamente mucha progresividad. Por tanto, la sensación de deportividad -brusquedad, muchas veces- no existe en este modelo. El motor empuja de forma lineal y, aunque no lo hace con fuerza desbordante, sí de forma eficaz bien ayudado por un acelerador de corto recorrido -con el que se abre mucha mariposa a poco que acariciemos el pedal- y una caja de cambios de cinco relaciones que responde con una viveza inusual a los mínimos cambios realizados en el pedal. De hecho, no es infrecuente que el coche reaccione con más celeridad y dinamismo de lo que el propio conductor quiere, debiendo cuidar con cierto mimo nuestra presión sobre el acelerador para conseguir la exacta respuesta deseada. Esto viene como anillo al dedo para contradecir a quienes todavía piensan en los coches con transmisión automática -el caso que nos ocupa- como lentos y torpes. En cuestión de prestaciones, el C200K no puede considerarse la versión deportiva de la gama, ni siquiera, incluyendo el apellido económica. Los 163 CV que se anuncian son adecuados para mover con agilidad la más de tonelada y media que, con el conductor a bordo, pesa el coche. No es rabioso ni vibrante, pero sí eficaz y dispone de cierta contundencia. No acelera como para cortarnos la respiración, pero adosado a la eficaz caja de cinco marchas -los manuales se han ido hasta seis- siempre hace salir al coche con presteza. Sólo el ruido poco refinado deja un cierto regusto corto en exquisitez.