Audi A2 1.4 TDI / Mercedes A 170 CDI

Primero fue Mercedes. Y ahora llega Audi. El traspiés inicial del Clase A no debió ser más que eso, cuando otros fabricantes apuestan por el pequeño monovolumen, con tintes sofisticados y con exclusividad incluso en el precio.

Audi A2 1.4 TDI / Mercedes A 170 CDI
Audi A2 1.4 TDI / Mercedes A 170 CDI

Podrían parecer un experimento si no fuese porque sus artífices son marcas reputadas y los productos de lo más serio. El Clase A rompió con los moldes de la casa, adoptó la tracción delantera, cedió en terrenos como el confort de marcha para superar el desafortunado episodio que sirvió para oficializar un "test del alce" e incorporó el control de estabilidad de serie antes que sus hermanos mayores. El A2 no ha tenido que salirse de los caminos habituales, porque la tracción delantera es moneda corriente en la casa, el ESP ya se extiende por todas las gamas de Audi y en cuanto al bastidor ASF de aluminio, se trata de la tecnología del buque insignia, el A8. Si el objetivo parece idéntico, los caminos elegidos no podían ser más dispares. Incluso en algo tan nimio como el limpiaparabrisas, el A2 monta una raqueta y Mercedes, la veterana en monobrazos, se va a dos. Al Clase A se sube, con sus asientos elevados, que van anclados sobre ese piso de doble altura que, además de dotarle de una enorme rigidez y gran resistencia en choques laterales, autoriza una plataforma plana. Al A2 no se sube, se entra. El conductor no va sobre unos asientos tan altos, se sienta más bajo, aunque la luneta adelantada deja un regusto claro de conducir un monovolumen. Detrás, la sensación de berlina es todavía más acusada. Esto se debe a que, nada más acabar el asiento delantero, el suelo baja y deja una profunda sima para que los ocupantes encuentren espacio de sobra para las piernas, por largas que sean. Para acceder a estas plazas hay que salvar un larguero más acusado que en un turismo convencional, pero una vez dentro resulta cómodo y espacioso. Eso sí, sólo para cuatro plazas. Sorprendente, pero la banqueta corrida homologada para cinco llegará más adelante. El A2 dispone de una distancia para las piernas de los ocupantes traseros bien acordes con el tamaño exterior del coche, uno de los terrenos pantanosos en los que se mueve el Mercedes, que tiene más batalla, pero una longitud total muy contenida. De esta configuración inicial de cuatro plazas, también extrae otras ventajas el A2. Por ejemplo, la posibilidad de abatir los asientos por mitades e incluso extraerlos individualmente del coche. Con esto se dejaría una plataforma de carga asimétrica con algo más de un metro de longitud. La capacidad del maletero no era el punto fuerte del Clase A, aunque el A2 tampoco consigue aventajarlo claramente. Oficialmente, el A2 anuncia el mismo volumen útil -sin contar rueda de repuesto- y en una rápida medición no parece que el A2 consiga batirlo, a pesar de contar con mayor voladizo posterior. La boca de carga es más alta que en el Mercedes, pero a cambio existe un práctico cofre cubierto con una tapa plegable bajo el piso del maletero del Audi. Desgraciadamente, se encuentra ocupado en más de su mitad por la rueda de emergencia, que igual que en Mercedes, se ha eliminado en algunos países por un bote de inflado antipinchazos. Si en el Clase A el asiento trasero se puede desplazar -e incluso extraer- para favorecer al maletero, en el A2 cabe la posibilidad de colocar el respaldo en la posición más vertical de las dos disponibles para mejorar ligeramente el espacio para equipajes haciéndolo más cúbico. Hay más altura en el habitáculo del Audi y también es ligeramente más ancho a la altura de los hombros. Sin embargo, la sensación cuando se va sentado no es todo lo que dicen los números. Mientras que en el A2 la puerta da cobijo, en el Clase A la ventanilla está mucho más baja y permite volver a aquellas costumbres de reposar el codo en ella. Detrás, esta sensación de protección que da la alta cintura del A2, puede rozar la claustrofobia para algunos.Con las regulaciones de asiento y volante disponibles la postura de conducción es muy buena en ambos casos, nunca se tiene esa sensación de conducir una pequeña furgoneta que se aprecia en otros monovolumen. Aquí estamos a los mandos de dos coches altos, pero turismos, aunque en el Mercedes llama la atención la verticalidad del volante. Si el reposacabezas central le resta visibilidad hacia atrás al Clase A, el techo descendente del A2 tampoco es una bendición en este aspecto. Siguiendo con la visibilidad, el montante delantero del A2 obstruye considerablemente la visión en carreteras de curvas. Audi repite en torno al conductor lo que puede esperar cualquier habituado a la marca. La posición de los pedales, el tacto del cambio y de los mandos resultan ideales para conducir. Podrían parecer un experimento si no fuese porque sus artífices son marcas reputadas y los productos de lo más serio. El Clase A rompió con los moldes de la casa, adoptó la tracción delantera, cedió en terrenos como el confort de marcha para superar el desafortunado episodio que sirvió para oficializar un "test del alce" e incorporó el control de estabilidad de serie antes que sus hermanos mayores. El A2 no ha tenido que salirse de los caminos habituales, porque la tracción delantera es moneda corriente en la casa, el ESP ya se extiende por todas las gamas de Audi y en cuanto al bastidor ASF de aluminio, se trata de la tecnología del buque insignia, el A8. Si el objetivo parece idéntico, los caminos elegidos no podían ser más dispares. Incluso en algo tan nimio como el limpiaparabrisas, el A2 monta una raqueta y Mercedes, la veterana en monobrazos, se va a dos. Al Clase A se sube, con sus asientos elevados, que van anclados sobre ese piso de doble altura que, además de dotarle de una enorme rigidez y gran resistencia en choques laterales, autoriza una plataforma plana. Al A2 no se sube, se entra. El conductor no va sobre unos asientos tan altos, se sienta más bajo, aunque la luneta adelantada deja un regusto claro de conducir un monovolumen. Detrás, la sensación de berlina es todavía más acusada. Esto se debe a que, nada más acabar el asiento delantero, el suelo baja y deja una profunda sima para que los ocupantes encuentren espacio de sobra para las piernas, por largas que sean. Para acceder a estas plazas hay que salvar un larguero más acusado que en un turismo convencional, pero una vez dentro resulta cómodo y espacioso. Eso sí, sólo para cuatro plazas. Sorprendente, pero la banqueta corrida homologada para cinco llegará más adelante. El A2 dispone de una distancia para las piernas de los ocupantes traseros bien acordes con el tamaño exterior del coche, uno de los terrenos pantanosos en los que se mueve el Mercedes, que tiene más batalla, pero una longitud total muy contenida. De esta configuración inicial de cuatro plazas, también extrae otras ventajas el A2. Por ejemplo, la posibilidad de abatir los asientos por mitades e incluso extraerlos individualmente del coche. Con esto se dejaría una plataforma de carga asimétrica con algo más de un metro de longitud. La capacidad del maletero no era el punto fuerte del Clase A, aunque el A2 tampoco consigue aventajarlo claramente. Oficialmente, el A2 anuncia el mismo volumen útil -sin contar rueda de repuesto- y en una rápida medición no parece que el A2 consiga batirlo, a pesar de contar con mayor voladizo posterior. La boca de carga es más alta que en el Mercedes, pero a cambio existe un práctico cofre cubierto con una tapa plegable bajo el piso del maletero del Audi. Desgraciadamente, se encuentra ocupado en más de su mitad por la rueda de emergencia, que igual que en Mercedes, se ha eliminado en algunos países por un bote de inflado antipinchazos. Si en el Clase A el asiento trasero se puede desplazar -e incluso extraer- para favorecer al maletero, en el A2 cabe la posibilidad de colocar el respaldo en la posición más vertical de las dos disponibles para mejorar ligeramente el espacio para equipajes haciéndolo más cúbico. Hay más altura en el habitáculo del Audi y también es ligeramente más ancho a la altura de los hombros. Sin embargo, la sensación cuando se va sentado no es todo lo que dicen los números. Mientras que en el A2 la puerta da cobijo, en el Clase A la ventanilla está mucho más baja y permite volver a aquellas costumbres de reposar el codo en ella. Detrás, esta sensación de protección que da la alta cintura del A2, puede rozar la claustrofobia para algunos.Con las regulaciones de asiento y volante disponibles la postura de conducción es muy buena en ambos casos, nunca se tiene esa sensación de conducir una pequeña furgoneta que se aprecia en otros monovolumen. Aquí estamos a los mandos de dos coches altos, pero turismos, aunque en el Mercedes llama la atención la verticalidad del volante. Si el reposacabezas central le resta visibilidad hacia atrás al Clase A, el techo descendente del A2 tampoco es una bendición en este aspecto. Siguiendo con la visibilidad, el montante delantero del A2 obstruye considerablemente la visión en carreteras de curvas. Audi repite en torno al conductor lo que puede esperar cualquier habituado a la marca. La posición de los pedales, el tacto del cambio y de los mandos resultan ideales para conducir.