Opel Corsa 1.2 16V SRi / Renault Clio 1.2 16V / Toyota Yaris 1.0 VVT-i

El Clio tipifica el utilitario al uso… por ahora. El Yaris aboga por la funcionalidad en su inspiración monovolumen. Y el Corsa, en nuestra unidad con la opción del cambio Easytronic, aporta tecnológicamente comodidad en el uso diario. Y es que lejos de generalizarse un concepto de vehículo utilitario, los fabricantes abarcan un mayor espectro sobre las distintas formas de entender el automóvil.

Opel Corsa 1.2 16V SRi / Renault Clio 1.2 16V / Toyota Yaris 1.0 VVT-i
Opel Corsa 1.2 16V SRi / Renault Clio 1.2 16V / Toyota Yaris 1.0 VVT-i

Motivado en parte por la propia evolución técnica del automóvil y, por otro lado, por la adaptación a los tiempos que vivimos, el concepto que hemos asimilado del vehículo utilitario está pasando por una clara metamorfosis. Los futuros Citroën C3, Honda Jazz y en menor medida Ford Fiesta, son la confirmación de esta otra tendencia que hace ahora algo más de dos años el Toyota Yaris tibiamente adelantó (por no citar al pequeño Renault Twingo), con su carrocería aparentemente de un sólo cuerpo y semielevada, de holgada altura interior, asiento posterior deslizable y numerosos huecos repartidos por todo el habitáculo.

En este sentido Clio y Corsa representan al bando clásico del segmento. Por la configuración de sus carrocerías y por ende de sus habitáculos, encontramos las principales diferencias con el Yaris. El modelo japonés disfruta de una postura de conducción más elevada que en ciudad se agradece por encima de todo. Resulta más cómodo y natural introducirnos y acomodarnos, además de favorecer un superior control del entorno. Sumado a que el Yaris se permite el lujo de ser 20 centímetros más corto que sus dos rivales, la maniobrabilidad y el dominio en ciudad es extraoridinaria. El posible déficit de habitabilidad trasera que pudiera suscitar dada su menor longitud, lo contrarresta con un asiento posterior deslizable, que en su posición más retrasada le permite ofrecer casi tanto espacio para las piernas como el generoso Corsa, y en su posición más adelantada superar al Clio y Corsa en capacidad de maletero. Y las ventajas no acaban aquí. Fruto de su inspiración monovolumen, el retrasado salpicadero —y su diseño— más la cota de altura disponible en sus plazas delanteras, le otorga una mayor sensación —real y psicológica— de amplitud y desahogo siempre de agradecer en habitáculos pequeños. A la postre el espacio real disponible es muy parecido en los tres modelos. En Toyota han rematado el trabajo muy bien por la cantidad de amplios huecos —incluyendo una doble guantera— para depositar instintivamente llaves, carteras, monederos, móviles, etc., y muy mal por unos asientos delanteros que de forma incomprensible no disponen de memoria al reclinarlos, y que en el caso del conductor sólo lo hace ridículamente el respaldo.En el caso del Clio y Corsa ya hemos comentado que nos encontramos unos habitáculos de los de toda la vida. Si bien no son tan versátiles como el del Yaris, lo único criticable es la posición de conducción del Clio, por la situación tan inclinada del volante. A su favor tiene los asientos que mejor recogen y ser el que mejor presencia transmite el salpicadero, con materiales que en esta última edición del Clio ofrecen una elevada percepción de calidad. Aunque en este sentido el Clio es el modelo más refinado del trío, no queremos dejar pasar por alto que en todas las nuevas unidades de Clio que han pasado por nuestras manos se aprecia claramente tal desajuste en la tapa de la guantera, que deja la propia luz interior de la guantera encendida. El Yaris es el modelo menos elaborado respecto a la calidad de los materiales utilizados, con plásticos en salpicadero y paneles de textura poco vistosa. El Corsa se sitúa en un término más próximo al Clio.Motivado en parte por la propia evolución técnica del automóvil y, por otro lado, por la adaptación a los tiempos que vivimos, el concepto que hemos asimilado del vehículo utilitario está pasando por una clara metamorfosis. Los futuros Citroën C3, Honda Jazz y en menor medida Ford Fiesta, son la confirmación de esta otra tendencia que hace ahora algo más de dos años el Toyota Yaris tibiamente adelantó (por no citar al pequeño Renault Twingo), con su carrocería aparentemente de un sólo cuerpo y semielevada, de holgada altura interior, asiento posterior deslizable y numerosos huecos repartidos por todo el habitáculo.

En este sentido Clio y Corsa representan al bando clásico del segmento. Por la configuración de sus carrocerías y por ende de sus habitáculos, encontramos las principales diferencias con el Yaris. El modelo japonés disfruta de una postura de conducción más elevada que en ciudad se agradece por encima de todo. Resulta más cómodo y natural introducirnos y acomodarnos, además de favorecer un superior control del entorno. Sumado a que el Yaris se permite el lujo de ser 20 centímetros más corto que sus dos rivales, la maniobrabilidad y el dominio en ciudad es extraoridinaria. El posible déficit de habitabilidad trasera que pudiera suscitar dada su menor longitud, lo contrarresta con un asiento posterior deslizable, que en su posición más retrasada le permite ofrecer casi tanto espacio para las piernas como el generoso Corsa, y en su posición más adelantada superar al Clio y Corsa en capacidad de maletero. Y las ventajas no acaban aquí. Fruto de su inspiración monovolumen, el retrasado salpicadero —y su diseño— más la cota de altura disponible en sus plazas delanteras, le otorga una mayor sensación —real y psicológica— de amplitud y desahogo siempre de agradecer en habitáculos pequeños. A la postre el espacio real disponible es muy parecido en los tres modelos. En Toyota han rematado el trabajo muy bien por la cantidad de amplios huecos —incluyendo una doble guantera— para depositar instintivamente llaves, carteras, monederos, móviles, etc., y muy mal por unos asientos delanteros que de forma incomprensible no disponen de memoria al reclinarlos, y que en el caso del conductor sólo lo hace ridículamente el respaldo.En el caso del Clio y Corsa ya hemos comentado que nos encontramos unos habitáculos de los de toda la vida. Si bien no son tan versátiles como el del Yaris, lo único criticable es la posición de conducción del Clio, por la situación tan inclinada del volante. A su favor tiene los asientos que mejor recogen y ser el que mejor presencia transmite el salpicadero, con materiales que en esta última edición del Clio ofrecen una elevada percepción de calidad. Aunque en este sentido el Clio es el modelo más refinado del trío, no queremos dejar pasar por alto que en todas las nuevas unidades de Clio que han pasado por nuestras manos se aprecia claramente tal desajuste en la tapa de la guantera, que deja la propia luz interior de la guantera encendida. El Yaris es el modelo menos elaborado respecto a la calidad de los materiales utilizados, con plásticos en salpicadero y paneles de textura poco vistosa. El Corsa se sitúa en un término más próximo al Clio.Motivado en parte por la propia evolución técnica del automóvil y, por otro lado, por la adaptación a los tiempos que vivimos, el concepto que hemos asimilado del vehículo utilitario está pasando por una clara metamorfosis. Los futuros Citroën C3, Honda Jazz y en menor medida Ford Fiesta, son la confirmación de esta otra tendencia que hace ahora algo más de dos años el Toyota Yaris tibiamente adelantó (por no citar al pequeño Renault Twingo), con su carrocería aparentemente de un sólo cuerpo y semielevada, de holgada altura interior, asiento posterior deslizable y numerosos huecos repartidos por todo el habitáculo.

En este sentido Clio y Corsa representan al bando clásico del segmento. Por la configuración de sus carrocerías y por ende de sus habitáculos, encontramos las principales diferencias con el Yaris. El modelo japonés disfruta de una postura de conducción más elevada que en ciudad se agradece por encima de todo. Resulta más cómodo y natural introducirnos y acomodarnos, además de favorecer un superior control del entorno. Sumado a que el Yaris se permite el lujo de ser 20 centímetros más corto que sus dos rivales, la maniobrabilidad y el dominio en ciudad es extraoridinaria. El posible déficit de habitabilidad trasera que pudiera suscitar dada su menor longitud, lo contrarresta con un asiento posterior deslizable, que en su posición más retrasada le permite ofrecer casi tanto espacio para las piernas como el generoso Corsa, y en su posición más adelantada superar al Clio y Corsa en capacidad de maletero. Y las ventajas no acaban aquí. Fruto de su inspiración monovolumen, el retrasado salpicadero —y su diseño— más la cota de altura disponible en sus plazas delanteras, le otorga una mayor sensación —real y psicológica— de amplitud y desahogo siempre de agradecer en habitáculos pequeños. A la postre el espacio real disponible es muy parecido en los tres modelos. En Toyota han rematado el trabajo muy bien por la cantidad de amplios huecos —incluyendo una doble guantera— para depositar instintivamente llaves, carteras, monederos, móviles, etc., y muy mal por unos asientos delanteros que de forma incomprensible no disponen de memoria al reclinarlos, y que en el caso del conductor sólo lo hace ridículamente el respaldo.En el caso del Clio y Corsa ya hemos comentado que nos encontramos unos habitáculos de los de toda la vida. Si bien no son tan versátiles como el del Yaris, lo único criticable es la posición de conducción del Clio, por la situación tan inclinada del volante. A su favor tiene los asientos que mejor recogen y ser el que mejor presencia transmite el salpicadero, con materiales que en esta última edición del Clio ofrecen una elevada percepción de calidad. Aunque en este sentido el Clio es el modelo más refinado del trío, no queremos dejar pasar por alto que en todas las nuevas unidades de Clio que han pasado por nuestras manos se aprecia claramente tal desajuste en la tapa de la guantera, que deja la propia luz interior de la guantera encendida. El Yaris es el modelo menos elaborado respecto a la calidad de los materiales utilizados, con plásticos en salpicadero y paneles de textura poco vistosa. El Corsa se sitúa en un término más próximo al Clio.