Alfa 147 2.0 Selespeed / Volkswagen Golf Highline 4 Motion

Aquellos que sienten atracción por salirse de los caminos más trillados tienen en estas dos versiones del 147 y Golf la perfecta oportunidad para conseguirlo. Gracias a sus peculiares tecnologías de cambio y transmisión, logran acentuar el interés que de por sí tienen estos dos magníficos compactos.

Alfa 147 2.0 Selespeed / Volkswagen Golf Highline 4 Motion
Alfa 147 2.0 Selespeed / Volkswagen Golf Highline 4 Motion

Por lo que respecta a la conducción, mientras el Volkswagen no aporta nada diferente de cualquier otro coche, el Alfa mueve a la pasión. En particular, las reducciones de marcha son gozosas con la aparición, automática naturalmente, de una elevación del régimen del motor por marcha insertada, lo que en conducción normal llamaríamos hacer el doble embrague, justo antes de desembragar. Por supuesto, cuando las condiciones de adherencia se degradan, estar al volante del Golf reconforta algo más que sobre el 147, que no deja de ser un tracción delantera muy seguro, pero eso, simplemente, un dos ruedas motrices. En todo caso, no es necesario llegar a situaciones tan críticas para advertir las ventajas del 4motion sobre el Alfa y, también, sobre el mismo Golf de tracción delantera. Y nos referimos a la benefactora actuación del tren trasero de ruedas independientes que sustituye al sempiterno eje torsional. Su actuación vuelve el Golf más neutro en curvas cerradas, lugar donde el Alfa se muestra algo más torpe del tren delantero. El modelo italiano se ha desarrollado para que el tren trasero no dé la más mínima muestra de independencia en situaciones límite, por lo que, al final, es el morro el que desiste de seguir la trayectoria deseada por el conductor. Digamos también que ésta es la definición que vuelve más sencillo el control para un volantista de bajo nivel. Esta superior eficacia dinámica del modelo alemán se completa con una mejor respuesta del equipo de frenos. No sólo es más potente, sino que resiste con más entereza el trato despiadado. Esto no significa que la introducción del sistema 4motion no haya significado ningún "daño" colateral. Su incorporación supone unos 70 kilos extras, que se traducen en una merma de las prestaciones y un incremento aún más claro en el consumo en relación con la versión de dos ruedas motrices. Claro que, en este último capítulo, aún se queda por debajo del Alfa, cuyo motor demuestra un deseo de combustible característico de años atrás y acorde con la mayor potencia en su haber. Ambos modelos van realmente cortos en los desarrollos de transmisión, con quintas de menos de 33 km/h, en el caso del vehículo teutón para compensar una relación peso/potencia poco espectacular y en el del italiano, por una nada disimulada falta de empuje a bajos regímenes. Donde estos dos modelos brillan a gran altura es en la calidad visual de su presentación. Junto con el Audi A3, BMW Compact y Mercedes Sport Coupé, son los más destacados en este capítulo, lo que no es nada extraño teniendo en cuenta sus precios. El 147 ha roto todos los esquemas de anteriores Alfa y su presentación es soberbia, tanto por fuera como por dentro. Del Golf poco nuevo se puede decir, aunque frente al modelo italiano ahora parece excesivamente macizo. Sin embargo, sus formas le permiten superarlo en habitabilidad, con más espacio en sus plazas traseras. También el conductor dispone de más superficie vítrea, con lo que su visibilidad resulta más efectiva. En el apartado relativo al confort, el panorama es bastante similar. Ambos son poco radicales en los reglajes de suspensión, lo que se traduce en un bacheo agradable. También tienen buenos asientos, en particular el 147, cuyas butacas delanteras son excelentes. El espacio disponible detrás limita a cuatro los usuarios del Alfa, mientras que en el Golf hay cinco centímetros más, lo que debería permitir el acomodo de un menudo tercer ocupante. En lo que también coinciden es en su rumorosidad, que sobrepasa la media de lo aceptable en coches de este precio y, si hablamos del equipamiento, el Alfa ofrece, de serie, un cierto número de elementos más que el Volkswagen, que, no lo olvidemos, es algo menos caro, por lo que, si igualamos los equipamientos, sus respectivas tarifas quedan casi parejas. De forma global, las diferencias entre nuestros dos protagonistas se establecen básicamente por el entorno en el que se van a utilizar. El modelo alemán dará más satisfacciones cuantos más días de mal tiempo deba encarar, mientras que el italiano garantizará satisfacción a aquéllos dispuestos a emular las sensaciones de los grandes ases del volante. Por lo que respecta a la conducción, mientras el Volkswagen no aporta nada diferente de cualquier otro coche, el Alfa mueve a la pasión. En particular, las reducciones de marcha son gozosas con la aparición, automática naturalmente, de una elevación del régimen del motor por marcha insertada, lo que en conducción normal llamaríamos hacer el doble embrague, justo antes de desembragar. Por supuesto, cuando las condiciones de adherencia se degradan, estar al volante del Golf reconforta algo más que sobre el 147, que no deja de ser un tracción delantera muy seguro, pero eso, simplemente, un dos ruedas motrices. En todo caso, no es necesario llegar a situaciones tan críticas para advertir las ventajas del 4motion sobre el Alfa y, también, sobre el mismo Golf de tracción delantera. Y nos referimos a la benefactora actuación del tren trasero de ruedas independientes que sustituye al sempiterno eje torsional. Su actuación vuelve el Golf más neutro en curvas cerradas, lugar donde el Alfa se muestra algo más torpe del tren delantero. El modelo italiano se ha desarrollado para que el tren trasero no dé la más mínima muestra de independencia en situaciones límite, por lo que, al final, es el morro el que desiste de seguir la trayectoria deseada por el conductor. Digamos también que ésta es la definición que vuelve más sencillo el control para un volantista de bajo nivel. Esta superior eficacia dinámica del modelo alemán se completa con una mejor respuesta del equipo de frenos. No sólo es más potente, sino que resiste con más entereza el trato despiadado. Esto no significa que la introducción del sistema 4motion no haya significado ningún "daño" colateral. Su incorporación supone unos 70 kilos extras, que se traducen en una merma de las prestaciones y un incremento aún más claro en el consumo en relación con la versión de dos ruedas motrices. Claro que, en este último capítulo, aún se queda por debajo del Alfa, cuyo motor demuestra un deseo de combustible característico de años atrás y acorde con la mayor potencia en su haber. Ambos modelos van realmente cortos en los desarrollos de transmisión, con quintas de menos de 33 km/h, en el caso del vehículo teutón para compensar una relación peso/potencia poco espectacular y en el del italiano, por una nada disimulada falta de empuje a bajos regímenes. Donde estos dos modelos brillan a gran altura es en la calidad visual de su presentación. Junto con el Audi A3, BMW Compact y Mercedes Sport Coupé, son los más destacados en este capítulo, lo que no es nada extraño teniendo en cuenta sus precios. El 147 ha roto todos los esquemas de anteriores Alfa y su presentación es soberbia, tanto por fuera como por dentro. Del Golf poco nuevo se puede decir, aunque frente al modelo italiano ahora parece excesivamente macizo. Sin embargo, sus formas le permiten superarlo en habitabilidad, con más espacio en sus plazas traseras. También el conductor dispone de más superficie vítrea, con lo que su visibilidad resulta más efectiva. En el apartado relativo al confort, el panorama es bastante similar. Ambos son poco radicales en los reglajes de suspensión, lo que se traduce en un bacheo agradable. También tienen buenos asientos, en particular el 147, cuyas butacas delanteras son excelentes. El espacio disponible detrás limita a cuatro los usuarios del Alfa, mientras que en el Golf hay cinco centímetros más, lo que debería permitir el acomodo de un menudo tercer ocupante. En lo que también coinciden es en su rumorosidad, que sobrepasa la media de lo aceptable en coches de este precio y, si hablamos del equipamiento, el Alfa ofrece, de serie, un cierto número de elementos más que el Volkswagen, que, no lo olvidemos, es algo menos caro, por lo que, si igualamos los equipamientos, sus respectivas tarifas quedan casi parejas. De forma global, las diferencias entre nuestros dos protagonistas se establecen básicamente por el entorno en el que se van a utilizar. El modelo alemán dará más satisfacciones cuantos más días de mal tiempo deba encarar, mientras que el italiano garantizará satisfacción a aquéllos dispuestos a emular las sensaciones de los grandes ases del volante.