Opel Zafira 2.2 DTI 16v / Peugeot 307 2.0 HDI SW

Opel ha reforzado su versátil Zafira con la incorporación del motor turbodiesel de 2,2 litros y 125 CV. Por su parte, Peugeot pone en el mercado una nueva variante de su 307 denominada SW que ofrece la posibilidad de incorporar siete plazas.

Opel Zafira 2.2 DTI 16v / Peugeot 307 2.0 HDI SW
Opel Zafira 2.2 DTI 16v / Peugeot 307 2.0 HDI SW

Demasiado complejo. Para entrar a la tercera fila de asientos hay que hacer una operación más compleja que en el caso del Zafira: primero echar el asiento de la fila central hacia atrás del todo, luego tirar de una cinta que, por cierto, no parece el mejor sistema ya que su fragilidad es alta —nosotros nos quedamos con una en la mano— para desbloquear el respaldo y tirar de otra palanca situada bajo el asiento para poder echar todo el conjunto hacia adelante y dejar hueco para acceder a la parte posterior. Además de esto, el acceso a las plazas traseras no resulta especialmente sencillo para aquellos que no visiten a diario el gimnasio y se matriculen en la especialidad de contorsionismo. Y no sólo porque el hueco que deja el asiento de la segunda fila que se desplaza y abate el respaldo sea algo justo, es que, además, el suelo está a la misma altura, con lo que debemos tener cuidado con la cabeza para no golpearnos con el borde de la puerta.

Tras sentarnos en la última fila viene la operación de poner en su sitio el asiento central, lo que requiere bajar el mismo, anclarlo en el suelo, echarlo hacia adelante y desbloquear el respaldo. Y después de todo esto buscar dónde poner los pies, porque debajo del asiento no hay mucho hueco. Lo que ninguno de los dos tiene solucionado es qué hacer con la barra que sirve para tapar el maletero ya que si está puesta no se puede acceder a las plazas traseras y si la quitamos para facilitar el acceso no hay ningún sitio donde dejarla, lo que nos supone un problema añadido. El Opel Zafira aporta como principal novedad la presencia del nuevo motor turbodiesel con 2,2 litros de cilindrada y 125 CV de potencia lo que le sitúa, de momento, como el modelo más potente de su segmento con este tipo de mecánicas. Peugeot, por su parte, ofrece como mecánica más potente con este tipo de combustible, su motor HDI de 110 CV, que ofrece un rendimiento suave y progresivo, aunque no llega a tener las mismas prestaciones que ofrece su rival. Esto se nota en mayor medida en las recuperaciones y adelantamientos, donde el Zafira impone su mayor potencia y unos desarrollos finales del cambio más ajustados que los del 307 SW.

Ambos tienen un planteamiento más bien de coche tranquilo para llevar a la familia con un consumo contenido y un buen grado de confort. En carretera el Peugeot marca la diferencia en muchos aspectos, tiene un comportamiento más ágil en zonas viradas, cuenta con un buen conjunto de chasis/suspensión y el conductor disfruta de un puesto de conducción más confortable —en el Zafira se va sentado casi como en una silla y la palanca de cambios hay que buscarla— y, por supuesto, el tacto del cambio invita a utilizarlo, algo que no sucede en el Zafira, que resulta lento, torpe y sumamente desagradable de utilizar. ¿Es que nadie de la marca se ha montado en algún modelo de su competencia y ha comprobado la enorme diferencia que existe en este apartado? El Zafira resulta más "torpe" a la hora de enfrentarse con las carreteras con muchas curvas ya que es más subvirador, se inclina más que el 307 y las suspensiones no terminan de sujetar con total perfección la carrocería cuando la carretera no tiene el asfalto perfectamente liso.

Aunque cada uno tiene su propio encanto, el Zafira nos parece más apetecible cuando nuestras necesidades requieren la presencia de más de cinco plazas y no queremos subir a una categoría mayor en cuanto a dimensiones se refiere. Es mucho más práctico que el 307, su sistema de asientos resulta mucho más inteligente y sencillo de usar y manejar y no tiene nada que no ofrezca el modelo de Peugeot. La diferencia de precio y equipamiento de serie juega a favor del 307 que resulta menos caro y ofrece unos cuantos elementos más de cierto interés, como el climatizador o el control de estabilidad, dentro del precio recomendado por el fabricante.

Demasiado complejo. Para entrar a la tercera fila de asientos hay que hacer una operación más compleja que en el caso del Zafira: primero echar el asiento de la fila central hacia atrás del todo, luego tirar de una cinta que, por cierto, no parece el mejor sistema ya que su fragilidad es alta —nosotros nos quedamos con una en la mano— para desbloquear el respaldo y tirar de otra palanca situada bajo el asiento para poder echar todo el conjunto hacia adelante y dejar hueco para acceder a la parte posterior. Además de esto, el acceso a las plazas traseras no resulta especialmente sencillo para aquellos que no visiten a diario el gimnasio y se matriculen en la especialidad de contorsionismo. Y no sólo porque el hueco que deja el asiento de la segunda fila que se desplaza y abate el respaldo sea algo justo, es que, además, el suelo está a la misma altura, con lo que debemos tener cuidado con la cabeza para no golpearnos con el borde de la puerta.

Tras sentarnos en la última fila viene la operación de poner en su sitio el asiento central, lo que requiere bajar el mismo, anclarlo en el suelo, echarlo hacia adelante y desbloquear el respaldo. Y después de todo esto buscar dónde poner los pies, porque debajo del asiento no hay mucho hueco. Lo que ninguno de los dos tiene solucionado es qué hacer con la barra que sirve para tapar el maletero ya que si está puesta no se puede acceder a las plazas traseras y si la quitamos para facilitar el acceso no hay ningún sitio donde dejarla, lo que nos supone un problema añadido. El Opel Zafira aporta como principal novedad la presencia del nuevo motor turbodiesel con 2,2 litros de cilindrada y 125 CV de potencia lo que le sitúa, de momento, como el modelo más potente de su segmento con este tipo de mecánicas. Peugeot, por su parte, ofrece como mecánica más potente con este tipo de combustible, su motor HDI de 110 CV, que ofrece un rendimiento suave y progresivo, aunque no llega a tener las mismas prestaciones que ofrece su rival. Esto se nota en mayor medida en las recuperaciones y adelantamientos, donde el Zafira impone su mayor potencia y unos desarrollos finales del cambio más ajustados que los del 307 SW.

Ambos tienen un planteamiento más bien de coche tranquilo para llevar a la familia con un consumo contenido y un buen grado de confort. En carretera el Peugeot marca la diferencia en muchos aspectos, tiene un comportamiento más ágil en zonas viradas, cuenta con un buen conjunto de chasis/suspensión y el conductor disfruta de un puesto de conducción más confortable —en el Zafira se va sentado casi como en una silla y la palanca de cambios hay que buscarla— y, por supuesto, el tacto del cambio invita a utilizarlo, algo que no sucede en el Zafira, que resulta lento, torpe y sumamente desagradable de utilizar. ¿Es que nadie de la marca se ha montado en algún modelo de su competencia y ha comprobado la enorme diferencia que existe en este apartado? El Zafira resulta más "torpe" a la hora de enfrentarse con las carreteras con muchas curvas ya que es más subvirador, se inclina más que el 307 y las suspensiones no terminan de sujetar con total perfección la carrocería cuando la carretera no tiene el asfalto perfectamente liso.

Aunque cada uno tiene su propio encanto, el Zafira nos parece más apetecible cuando nuestras necesidades requieren la presencia de más de cinco plazas y no queremos subir a una categoría mayor en cuanto a dimensiones se refiere. Es mucho más práctico que el 307, su sistema de asientos resulta mucho más inteligente y sencillo de usar y manejar y no tiene nada que no ofrezca el modelo de Peugeot. La diferencia de precio y equipamiento de serie juega a favor del 307 que resulta menos caro y ofrece unos cuantos elementos más de cierto interés, como el climatizador o el control de estabilidad, dentro del precio recomendado por el fabricante.