Citroën C3 1.6 / Ford Fiesta 1.6 / Renault Clio 1.4 / Volkswagen Polo 1.4

Cada vez menos convincentes por el enorme avance experimentado por los motores Diesel, al menos estos utilitarios en versiones de gasolina de 98 a 110 CV gozan de ser lo suficientemente dinámicos como para asumir el papel de familiares que también se les ha asignado.

Citroën C3 1.6 / Ford Fiesta 1.6 / Renault Clio 1.4 / Volkswagen Polo 1.4
Citroën C3 1.6 / Ford Fiesta 1.6 / Renault Clio 1.4 / Volkswagen Polo 1.4

La calidad en este segmento viene de la mano del Polo, cuya presentación interior por ergonomía, materiales y acabados está a un paso por encima, en conjunto, de lo visto en los otros modelos, y a dos del percibido en el C3. El rigor germano también se refleja en el precio final, algo que puede pesar mucho en la compra inicial, pero que por lo percibido no dudamos que se rentabilizará con el paso de los años y los kilómetros. Pero en este elitista polivalente no todo son elogios. Subirse al carro de los 100 CV con motores de 1,4 litros no tiene los mismos resultados prácticos que teóricos, sobre todo en este Polo. Nos referimos a los valores de par suministrados, que quedan muy por debajo de los motores de 1.6 litros, y cuyo pico más alto es a base de un régimen muy elevado (12,6 mkg a 4.550 rpm según nuestras mediciones).

En concreto el motor del Polo no parece rival serio de los otros comparados cuando trabaja por debajo de las 4.000 revoluciones, y se siente claramente derrotado. De hecho su conducción en ciudad con el aire acondicionado obliga a abusar del embrague, y en carretera las reducciones múltiples están a la orden del día. No se explica muy bien esta apuesta de Volkswagen cuando trata con el modelo más pesado de su segmento y además tiene en propiedad un motor de 1.6 litros.

Con este déficit prestacional, los trenes rodantes deportivos con que contaba nuestra unidad de pruebas parece que sobran. No obstante apostar por esta combinación nos trae un bastidor sobrado, lo que desde un punto de vista de seguridad activa —en inversa proporción en cuanto a comodidad— es una ventaja. Su aplomo en vías rápidas y solidez en tramos sinuosos está en la línea de un buen "GTI", y su eficacia no está reñida con unas reacciones muy fáciles en toda circunstancia.

Dejando el continente y pasando al contenido, al igualar el equipamiento en la medida de lo posible, incluyendo el aire acondicionado, los airbags laterales y el equipo de sonido para equipararlos, y en el C3 descontando el descuento oficial de 1.200 euros, el Citroën resulta el más barato, 13.110 euros, por 13.500 del Fiesta, 14.050 del Clio y 15.280 euros del Polo. Esto nos lleva a comprobar que la ambición de éstos por acercarse a los modelos del segmento superior también se refleja en los precios, y la mejor prueba es que Citroën ofrece el Xsara 1.6 16V con acabado superior Exclusive y aplicando el descuento de 3.900 euros, en 13.526. Desde esta perspectiva es evidente que el Polo está lastrado con un precio que sólo parece defendible por el valor que mantiene la marca con el paso de los años, fruto de su imagen y calidad. El Clio desde su último lavado de cara, también se ha esmerado en mejorar la calidad y de añadido ofrece un equipamiento de serie por encima de la media, pero por refinamiento (luces de xenon, climatizador, sensor de lluvia, etc), no por elementos de primera necesidad que casi todos los rivales también ofrecen. Que el C3 sea el más barato (si nos vamos al acabado SX), tenga el motor más solvente y en términos generales sea un coche moderno y funcional puede ser definitivo, y seguro que las ventas lo confirmarán. Pero definitivo nos parece este nuevo Fiesta, que está en todos los apartado acariciando o compartiendo el liderazgo.

La calidad en este segmento viene de la mano del Polo, cuya presentación interior por ergonomía, materiales y acabados está a un paso por encima, en conjunto, de lo visto en los otros modelos, y a dos del percibido en el C3. El rigor germano también se refleja en el precio final, algo que puede pesar mucho en la compra inicial, pero que por lo percibido no dudamos que se rentabilizará con el paso de los años y los kilómetros. Pero en este elitista polivalente no todo son elogios. Subirse al carro de los 100 CV con motores de 1,4 litros no tiene los mismos resultados prácticos que teóricos, sobre todo en este Polo. Nos referimos a los valores de par suministrados, que quedan muy por debajo de los motores de 1.6 litros, y cuyo pico más alto es a base de un régimen muy elevado (12,6 mkg a 4.550 rpm según nuestras mediciones).

En concreto el motor del Polo no parece rival serio de los otros comparados cuando trabaja por debajo de las 4.000 revoluciones, y se siente claramente derrotado. De hecho su conducción en ciudad con el aire acondicionado obliga a abusar del embrague, y en carretera las reducciones múltiples están a la orden del día. No se explica muy bien esta apuesta de Volkswagen cuando trata con el modelo más pesado de su segmento y además tiene en propiedad un motor de 1.6 litros.

Con este déficit prestacional, los trenes rodantes deportivos con que contaba nuestra unidad de pruebas parece que sobran. No obstante apostar por esta combinación nos trae un bastidor sobrado, lo que desde un punto de vista de seguridad activa —en inversa proporción en cuanto a comodidad— es una ventaja. Su aplomo en vías rápidas y solidez en tramos sinuosos está en la línea de un buen "GTI", y su eficacia no está reñida con unas reacciones muy fáciles en toda circunstancia.

Dejando el continente y pasando al contenido, al igualar el equipamiento en la medida de lo posible, incluyendo el aire acondicionado, los airbags laterales y el equipo de sonido para equipararlos, y en el C3 descontando el descuento oficial de 1.200 euros, el Citroën resulta el más barato, 13.110 euros, por 13.500 del Fiesta, 14.050 del Clio y 15.280 euros del Polo. Esto nos lleva a comprobar que la ambición de éstos por acercarse a los modelos del segmento superior también se refleja en los precios, y la mejor prueba es que Citroën ofrece el Xsara 1.6 16V con acabado superior Exclusive y aplicando el descuento de 3.900 euros, en 13.526. Desde esta perspectiva es evidente que el Polo está lastrado con un precio que sólo parece defendible por el valor que mantiene la marca con el paso de los años, fruto de su imagen y calidad. El Clio desde su último lavado de cara, también se ha esmerado en mejorar la calidad y de añadido ofrece un equipamiento de serie por encima de la media, pero por refinamiento (luces de xenon, climatizador, sensor de lluvia, etc), no por elementos de primera necesidad que casi todos los rivales también ofrecen. Que el C3 sea el más barato (si nos vamos al acabado SX), tenga el motor más solvente y en términos generales sea un coche moderno y funcional puede ser definitivo, y seguro que las ventas lo confirmarán. Pero definitivo nos parece este nuevo Fiesta, que está en todos los apartado acariciando o compartiendo el liderazgo.

La calidad en este segmento viene de la mano del Polo, cuya presentación interior por ergonomía, materiales y acabados está a un paso por encima, en conjunto, de lo visto en los otros modelos, y a dos del percibido en el C3. El rigor germano también se refleja en el precio final, algo que puede pesar mucho en la compra inicial, pero que por lo percibido no dudamos que se rentabilizará con el paso de los años y los kilómetros. Pero en este elitista polivalente no todo son elogios. Subirse al carro de los 100 CV con motores de 1,4 litros no tiene los mismos resultados prácticos que teóricos, sobre todo en este Polo. Nos referimos a los valores de par suministrados, que quedan muy por debajo de los motores de 1.6 litros, y cuyo pico más alto es a base de un régimen muy elevado (12,6 mkg a 4.550 rpm según nuestras mediciones).

En concreto el motor del Polo no parece rival serio de los otros comparados cuando trabaja por debajo de las 4.000 revoluciones, y se siente claramente derrotado. De hecho su conducción en ciudad con el aire acondicionado obliga a abusar del embrague, y en carretera las reducciones múltiples están a la orden del día. No se explica muy bien esta apuesta de Volkswagen cuando trata con el modelo más pesado de su segmento y además tiene en propiedad un motor de 1.6 litros.

Con este déficit prestacional, los trenes rodantes deportivos con que contaba nuestra unidad de pruebas parece que sobran. No obstante apostar por esta combinación nos trae un bastidor sobrado, lo que desde un punto de vista de seguridad activa —en inversa proporción en cuanto a comodidad— es una ventaja. Su aplomo en vías rápidas y solidez en tramos sinuosos está en la línea de un buen "GTI", y su eficacia no está reñida con unas reacciones muy fáciles en toda circunstancia.

Dejando el continente y pasando al contenido, al igualar el equipamiento en la medida de lo posible, incluyendo el aire acondicionado, los airbags laterales y el equipo de sonido para equipararlos, y en el C3 descontando el descuento oficial de 1.200 euros, el Citroën resulta el más barato, 13.110 euros, por 13.500 del Fiesta, 14.050 del Clio y 15.280 euros del Polo. Esto nos lleva a comprobar que la ambición de éstos por acercarse a los modelos del segmento superior también se refleja en los precios, y la mejor prueba es que Citroën ofrece el Xsara 1.6 16V con acabado superior Exclusive y aplicando el descuento de 3.900 euros, en 13.526. Desde esta perspectiva es evidente que el Polo está lastrado con un precio que sólo parece defendible por el valor que mantiene la marca con el paso de los años, fruto de su imagen y calidad. El Clio desde su último lavado de cara, también se ha esmerado en mejorar la calidad y de añadido ofrece un equipamiento de serie por encima de la media, pero por refinamiento (luces de xenon, climatizador, sensor de lluvia, etc), no por elementos de primera necesidad que casi todos los rivales también ofrecen. Que el C3 sea el más barato (si nos vamos al acabado SX), tenga el motor más solvente y en términos generales sea un coche moderno y funcional puede ser definitivo, y seguro que las ventas lo confirmarán. Pero definitivo nos parece este nuevo Fiesta, que está en todos los apartado acariciando o compartiendo el liderazgo.

La calidad en este segmento viene de la mano del Polo, cuya presentación interior por ergonomía, materiales y acabados está a un paso por encima, en conjunto, de lo visto en los otros modelos, y a dos del percibido en el C3. El rigor germano también se refleja en el precio final, algo que puede pesar mucho en la compra inicial, pero que por lo percibido no dudamos que se rentabilizará con el paso de los años y los kilómetros. Pero en este elitista polivalente no todo son elogios. Subirse al carro de los 100 CV con motores de 1,4 litros no tiene los mismos resultados prácticos que teóricos, sobre todo en este Polo. Nos referimos a los valores de par suministrados, que quedan muy por debajo de los motores de 1.6 litros, y cuyo pico más alto es a base de un régimen muy elevado (12,6 mkg a 4.550 rpm según nuestras mediciones).

En concreto el motor del Polo no parece rival serio de los otros comparados cuando trabaja por debajo de las 4.000 revoluciones, y se siente claramente derrotado. De hecho su conducción en ciudad con el aire acondicionado obliga a abusar del embrague, y en carretera las reducciones múltiples están a la orden del día. No se explica muy bien esta apuesta de Volkswagen cuando trata con el modelo más pesado de su segmento y además tiene en propiedad un motor de 1.6 litros.

Con este déficit prestacional, los trenes rodantes deportivos con que contaba nuestra unidad de pruebas parece que sobran. No obstante apostar por esta combinación nos trae un bastidor sobrado, lo que desde un punto de vista de seguridad activa —en inversa proporción en cuanto a comodidad— es una ventaja. Su aplomo en vías rápidas y solidez en tramos sinuosos está en la línea de un buen "GTI", y su eficacia no está reñida con unas reacciones muy fáciles en toda circunstancia.

Dejando el continente y pasando al contenido, al igualar el equipamiento en la medida de lo posible, incluyendo el aire acondicionado, los airbags laterales y el equipo de sonido para equipararlos, y en el C3 descontando el descuento oficial de 1.200 euros, el Citroën resulta el más barato, 13.110 euros, por 13.500 del Fiesta, 14.050 del Clio y 15.280 euros del Polo. Esto nos lleva a comprobar que la ambición de éstos por acercarse a los modelos del segmento superior también se refleja en los precios, y la mejor prueba es que Citroën ofrece el Xsara 1.6 16V con acabado superior Exclusive y aplicando el descuento de 3.900 euros, en 13.526. Desde esta perspectiva es evidente que el Polo está lastrado con un precio que sólo parece defendible por el valor que mantiene la marca con el paso de los años, fruto de su imagen y calidad. El Clio desde su último lavado de cara, también se ha esmerado en mejorar la calidad y de añadido ofrece un equipamiento de serie por encima de la media, pero por refinamiento (luces de xenon, climatizador, sensor de lluvia, etc), no por elementos de primera necesidad que casi todos los rivales también ofrecen. Que el C3 sea el más barato (si nos vamos al acabado SX), tenga el motor más solvente y en términos generales sea un coche moderno y funcional puede ser definitivo, y seguro que las ventas lo confirmarán. Pero definitivo nos parece este nuevo Fiesta, que está en todos los apartado acariciando o compartiendo el liderazgo.