Volkswagen Touran 1.9 TDI DSG

En estos tiempos en que proliferan los monovolúmenes compactos de todo tipo, Volkswagen apuesta por su Touran, un coche que propone un modelo de viaje tranquilo y sereno. La llegada del cambio DSG apuntala esta apuesta de la marca.

Volkswagen Touran 1.9 TDI DSG
Volkswagen Touran 1.9 TDI DSG

Mientras los demás fabricantes compiten por trasladar al público una imagen de juventud y deportividad en sus monovolúmenes compactos (véanse el Altea, el C-Max, el Scénic...), en Volkswagen la filosofía parece otra. El Touran, su propuesta para este pujante segmento, es un vehículo que se construye desde la calidad y la serenidad. Nada en este monovolumen lleva a pensar en un comportamiento audaz (aunque puede mostrarlo), ni en gestas deportivas (pese a que podría firmarlas).

El Touran, ya desde su concepción estética, es un producto tranquilo, acorde con la línea poco arriesgada que Volkswagen ha imprimido a sus últimas creaciones, sobre todo al continuista Golf V. Esta imagen de coche reposado pero capaz casa a la perfección con la configuración mecánica elegida para esta prueba, el probadísimo motor 1.9 TDI de 105 CV. Como novedad, se asocia el cambio DSG de doble embrague, un verdadero hallazgo técnico. El resultado es un coche especialmente pensado para disfrutar del viaje, para dejar atrás los kilómetros sin apuros y sin cansancios. Un vehículo cómodo, de orientación familiar y grandes posibilidades. El cambio DSG, o de doble embrague, es un dispositivo de lo más interesante. Consta de dos cajas de cambio que funcionan compenetradas, de tal modo que, cuando una está funcionando, la otra tiene preparada la siguiente marcha y la acopla con una transición entre dos embragues apenas la electrónica decide que es preciso hacerlo. El cambio de una a otra caja es tan rápido y suave que cuesta mucho apreciarlo. El resultado es que el Touran viaja en una especie de nube. Nada altera la sensación de aplomo y estabilidad que se vive a bordo. El escalonamiento de marchas es muy apropiado y destaca el magnífico empuje que muestra el coche en cuarta y quinta.Para los que gusten de utilizar la palanca de cambios, el DSG ofrece un carril de manejo secuencial. Además, si se quiere un poco más de brío, se puede optar por el modo Sport, que se selecciona poniendo la palanca en la posición “S". En cualquiera de las dos modalidades, Sport y manual, el cambio permite al motor un trabajo más agresivo. Se estira hasta más arriba, reduce dos marchas en lugar de una cuando aceleramos fuerte y reduce con efecto de “punta-tacón" para que no perdamos empuje al salir de las curvas. De todos modos, cuando circulamos en el modo normal y pisamos a fondo, el cambio entiende que hay que arrimar el hombro a tope y autoriza un comportamiento tan brioso como el de los otros dos programas. Es conveniente saber esto, porque nos puede sacar de un apuro con sólo dar un zapatazo.El sistema DSG consta de dos cajas de cambio y dos embragues que relacionan el motor con cada una de ellas. En una caja van las relaciones 1ª, 3ª y 5 ª, y en la otra, la 2ª, la 4ª y la 6ª, pues estamos ante una caja de seis relaciones. Al insertar una marcha, el mecanismo prepara la siguiente más lógica en función de las condiciones de la conducción y de la carga del motor. Así, si estamos acelerando en primera, tendrá acoplada la segunda en la otra caja. Cuando las revoluciones alcanzan el punto en que el ordenador entiende que hay que cambiar, se desacopla el primer embrague y se acopla el segundo. La sensación es maravillosa, porque apenas hay tiempos de transición y todo sucede con una suavidad pasmosa. Qué lejos quedan ahora aquellos cambios automáticos lentos, que nos hacían cabecear con sus saltos entre velocidades... Además de comodidad y confort, hay algo más: al ser tan rápida la transición entre marchas, no hay pérdidas en el empuje. La entrega de fuerza es constante y la aceleración no tiene vaivenes. Una verdadera delicia.
El sistema de embragues utiliza multidiscos húmedos. Esto quiere decir que trabajan dentro de un baño de aceite. Comparados con los discos secos, estos ofrecen mejor capacidad térmica y una mayor facilidad para la regulación. Ambos embragues están bajo el control de mandos hidráulicos. Las velocidades están engranadas directamente al final del eje de salida, siempre preparadas. Por lo demás, el motor es un archiconocido TDI 1.9 en la variante de 105 CV que, como ya sabemos, llega hasta los 124 CV en el banco de potencia. Es un propulsor que va de maravilla con los modelos más pequeños, como el Polo o el Ibiza, pero que acusa los kilos cuando tiene que mover al Touran. Sin embargo, casta no le falta y, si se sabe cómo exprimir sus posibilidades, demostrará que puede hacer cosas interesantes.De esta máquina hemos dicho otras veces que tiene un carácter impetuoso y bronco, propio de su tecnología de alimentación por inyectores-bomba, un mecanismo muy eficaz pero más brusco que los common rail. Sin embargo, ese carácter violento queda muy suavizado por la perfecta gestión del par que hace el cambio DSG.

Con esta combinación mecánica, el Touran no es ni mucho menos una flecha, pero se defiende. El coche es suficientemente rápido y capaz en autopistas y terrenos fáciles, donde sostiene cruceros elevados sin demasiados sufrimientos. Después, en zonas reviradas y más costosas, lo pasa un poco peor y nota mucho los 1.538 kg que ha pesado en nuestra báscula. Hay que tener esto en cuenta a la hora de adelantar, porque no se puede esperar una “patada" como en otros coches de la compañía.

A cambio, el consumo es tan bueno que firma una media de 7,4 litros a los 100 km, un valor muy bajo para un coche de este tipo y, además, prácticamente lo mismo que gasta el Touran TDI de 100 CV con cambio manual de seis marchas. Las prestaciones de velocidad, casi iguales, con un 0-100 km/h de 12,9 segundos. Si no buscamos un coche muy veloz, este Touran es idóneo para viajar con comodidad a ritmos más que aceptables. La unidad que probamos llevaba suspensiones de tarado deportivo, pero ya en otras “normales" hemos podido experimentar el buen trabajo que se ha hecho con este bastidor.
Ya se sabe que es el mismo que ahora utiliza el Golf, y es un chasis pensado para garantizar el confort y la seguridad.
Cómodo y de rodar aplomado, el Touran puede de sobra con las exigencias de su mecánica. Gira con tranquilidad, no muestra ningún vicio, apenas se balancea... Es decir, no se comporta como un monovolumen, sino como un compacto o una berlina, con total ausencia de cabeceos y mucha nobleza, con un límite muy alto: un coche realmente fácil de conducir.