Peugeot 607 2.2 HDI 136 CV 6 vel

El buque insignia de Peugeot, el espléndido 607, recibe una caja de cambios de seis velocidades que complementa perfectamente al poderoso motor 2.2 HDI de 136 CV. Con esta combinación mecánica, los amantes de los viajes cómodos están de enhorabuena.

Peugeot 607 2.2 HDI 136 CV 6 vel
Peugeot 607 2.2 HDI 136 CV 6 vel

Mucho lastre
La tonelada y media larga que pesa el 607 es el valor de referencia a la hora de analizar cómo se comporta este coche. Cuando las carreteras son cómodas, con una suspensión en cuya concepción ha primado la comodidad, no encontramos más que bondades. El coche es cómodo, aplomado, de rodar consistente y fácil. Las irregularidades del terreno desaparecen, engullidas por una suspensión que filtra prácticamente todo y conserva unos niveles de confort excelentes. Y eso que nuestra unidad, con llantas de 17 pulgadas y unos neumáticos Pirelli P 6000 de 225/50, ofrecían un perfil muy bajo y esto resta capacidad de amortiguación al conjunto.
Pero, al tiempo, muelles y amortiguadores confieren la suficiente firmeza para que las grandes curvas de las autovías no carguen de oscilaciones a la carrocería. Sin embargo, en zonas viradas y complicadas, el peso se deja notar y el coche acusa lo blando de esa suspensión. Tiende a escorarse al entrar en las curvas y al apoyarse, un problema que se deriva del “tonelaje". Sin embargo, si se tiene en cuenta este efecto, el trazado del 607 es impecable, lleno de nobleza y de buen comportamiento. Apenas encontraremos unos levísimos movimientos del eje trasero en apoyos laterales muy fuertes o en cambios de apoyo bruscos. Si no se fuerza mucho la máquina, ni siquiera se apreciarán estos mínimos deslizamientos. Donde también se deja sentir el peso es en los frenos, que sufren el acoso de los 1.600 kilos largos y acaban por dar síntomas de flaqueza si se les exige mucho trabajo. Por último, la dirección no es precisamente muy rápida, aunque sí es precisa, y eso que el volante, muy grande, no es para nada agradable.Y es que el volante es el punto más discutible del habitáculo. A lo incómodo de su gran tamaño se suma la multiplicación de palancas que, como si fueran las púas de un erizo, le han ido saliendo. En nuestra unidad, se alineaban en torno a la “rosca" los mandos de los limpiaparabrisas, las luces, el control de crucero y los controles del equipo de sonido. El caso es que estas dos últimas palancas son casi iguales que las dos primeras, con lo que no es difícil tocar el “limpia" cuando queremos cambiar de disco, o viceversa.Al margen de esto, el interior goza de un nivel de refinamiento muy propio de la Francia pujante y luminosa que lo ha creado. Hay muchísimo espacio para piernas, hombros y cabezas; hay infinitas posibilidades de colocación para los asientos delanteros (en cuero, en nuestro protagonista); hay varios cajones y gavetas... Hay, en definitiva, casi de todo, incluyendo una cortinilla parasol trasera que se abre y se cierra automáticamente.La consola central, rematada en cuero y madera noble, tiene algunos mandos un tanto alejados de las manos del conductor, un detalle que molesta un poco, pero, por lo demás, es un prodigio de buenos acabados y perfecta manufactura. El aislamiento acústico es casi total y, rodando, apenas hay ruidos que puedan molestar. Desde luego, el motor casi ni se oye. El maletero, para terminar el repaso, es una verdadera caverna, una bodega de carga que se abre con un botón que va oculto en el número "0" del logo de 607 que luce la carrocería. Dentro, espacio para varias maletas grandes y huecos para discos, el cargador de los CD, etc. Para cerrarlo, basta con oprimir otro botón.De serie, el Peugeot 607, en el acabado Pack, que fue el que condujimos, lleva una dotación que para sí quisieran muchos de sus prestigiados rivales alemanes. Por hacer una relación de lo más destacado en el apartado mecánico y de seguridad, hay que citar ABS, una decena de airbags, anclajes Isofix, control de velocidad de crucero, control de estabilidad, sensor de lluvia, espejos retrovisores calefactados y abatibles eléctricamente, llantas de aleación de 17 pulgadas...

Para el listado de confort y lujo hay que reservar mucho más espacio: asientos delanteros eléctricos, equipo de sonido con cargador de seis CDs, climatizador dual, cortina parasol trasera, guantera refrigerada, pintura metalizada, navegador por satélite, tapicería en cuero, tiradores de las puertas y espejos retrovisores en el color de la carrocería, volante de cuero con mandos del sonido, reposabrazos delantero y trasero...

Sólo queda para el capítulo de opciones el techo practicable (910 euros, las ruedas y llantas especiales (310 euros) y la caja de cambios automática, que cuesta 1.560 euros. De lo demás, hay de todo. Como se ve, estamos ante un vehículo realmente interesante. Ofrece una calidad rutera excepcional, un buen motor que gasta muy poco y un equipamiento de primera línea que se conjuga con unos acabados de lujo y un nivel general de gran distinción. Y todo por un precio de 39.100 euros, una tarifa bastante competitiva si tenemos en cuenta lo bien que va el coche, la altísima carga de equipamiento que lleva de serie y lo caros que son sus rivales cuando les ponemos todo este equipo encima.