Citroën C2 1.4 HDI SX

La aparición del C2 ha supuesto para Citroën el refuerzo de la parte baja de su gama, donde el Saxo había envejecido demasiado y el C3 dejaba muchos huecos sin cubrir. Ahora, la familia se enriquece con un agradable motor turbodiésel, el 1.4 HDI de 70 CV. Esta combinación de coche muy pequeño y motor de gasóleo hubiera sido asombrosa hace unos años, pero ahora son tiempos de especies nuevas.

Citroën C2 1.4 HDI SX
Citroën C2 1.4 HDI SX

Pequeño, pero atractivo
El C2, a pesar de todo lo que se parece al C3, es un coche mejor resuelto y parece haber nacido más maduro. Es verdad que es muy pequeño y que su habitáculo sufre limitaciones severas de espacio, sobre todo atrás, pero también es verdad que está cargado de soluciones ingeniosas y propuestas atrevidas. Para empezar, aunque el salpicadero es idéntico en formas y mandos al del C3, los acabados no son ni comparables. Ahora todo parece más firme, más sólido. Las gomas están bien rematadas y hay algunos detalles, como los plásticos transparentes, que dan al coche un aire todavía más moderno y limpio. Sin embargo, los materiales todavía son de una calidad más bien baja, con muchos plásticos duros.

En cambio, las plazas delanteras están muy bien resueltas. Parecen mayores que las del C3 y ofrecen una sensación de amplitud que nos hace pensar en coches de más envergadura. La posición al volante es correcta, pero no es muy fácil de lograr, porque la regulación en altura de la banqueta obliga a echarse hacia delante dando una especie de saltito que permite que suba el asiento. Atrás, donde se ha renunciado a tener tres plazas a cambio de tener dos con un grado aceptable de comodidad, tenemos que jugar muy bien con los espacios y con la posibilidad de adelantar y retrasar las butacas hasta 10 centímetros. En su posición más retrasada, hay bastante sitio para las piernas.
Por el contrario, si llevamos algo en el maletero y no podemos retrasar las banquetas o plegar una, nos quedamos casi sin espacio para los ocupantes. Además, el techo es bastante bajo y las personas altas se verán todavía más incomodadas. El maletero, a pesar de su reducido tamaño, aporta un buen número de las soluciones inteligentes que lleva el coche. Para empezar, llama la atención el portón de acceso, que se abre en dos partes. Así, no necesitamos abrirlo entero para meter algo, basta con levantar la luneta superior. La parte inferior, por su lado, se abate y se queda horizontal al suelo del maletero, con lo que facilita mucho la operación de carga de objetos pesados, ya que pueden apoyarse sobre el portón. Por si fuera poco, la bandeja cubremaletero va unida a la parte superior del portón, con lo que, al abrir ésta, la bandeja se eleva solidariamente y no nos estorba.

En conjunto, un coche con la mezcla justa de habitabilidad y buen diseño para que, sin ser una maravilla, podamos sentirnos cómodos en un interior atractivo. No es que el C2 sea un muestrario de tecnología en cuanto a equipamiento se refiere, pero su dotación de serie no es tan escasa como en otros urbanitas. La unidad que probamos contaba con elementos interesantes, como climatizador, cambiador de cinco discos, control de crucero y limitador de velocidad. Es verdad que son elementos opcionales, pero con los descuentos que suele hacer Citroën en sus precios, siempre queda margen para meter alguno de estos extras.
De serie, el C2 cuenta con elementos como los airbags delanteros y laterales, la dirección de asistencia variable, filtro antipolen, ordenador de viaje y equipo de sonido con CD.
Para las opciones normales quedan sólo la pintura metalizada (220 euros) y el aire acondicionado (950 euros). Sin embargo, Citroën ofrece varios packs de equipamiento que merecen la pena. Por ejemplo, nuestra versión llevaba el conjunto denominado Clima, que por 2.050 euros añade el citado climatizador, el ABS, el control de velocidad de crucero, la pintura metalizada, el sensor de lluvia y algún elemento más. No dejes de consultar estas posibilidades en las fichas técnicas y de equipamiento.