Volkswagen Golf 2.0 TDI Sportline

Tras 29 años de andadura, el Volkswagen más vendido de todos los tiempos saluda a sus fieles con un nuevo exterior, una plataforma distinta, un interior mejorado y motores recién estrenados. Éstas van a ser sus armas para continuar cosechando éxitos y ganando admiradores: ellos han provocado que el Golf, con tres décadas a sus espaldas, nunca haya pasado por la categoría de “clásico". Para muchos, este coche es “eterno".

A pesar de la imagen que se ha creado del típico conductor del Golf –y a la que no nos referimos con este encabezamiento-, un estudio realizado por la marca germana asegura que su gama de clientes es de lo más variado.Sin embargo, el informe revela que todos tienen algo en común: valoran la facilidad y la comodidad en la conducción. Este aspecto ha sido especialmente cuidado en la quinta generación del modelo, el “niño mimado" de la marca que, ahora, mimará también a sus usuarios. Para lograr este objetivo, la firma alemana ha mejorado el eje delantero del vehículo, se ha rediseñado el sistema de amortiguación -multibrazo del eje trasero- y se ha completado el conjunto con una nueva dirección asistida electromecánica, variable en función de la velocidad. Además, el control de estabilidad (ESP) está incluido en el equipamiento de serie. Estos dispositivos permiten que las curvas se afronten sin titubeos y que el coche muestre su aplomo en cualquier situación, insinuando las cualidades deportivas que parecen estar indisolublemente ligadas al modelo.Y es que, aunque el GTI fue la referencia entre los Golf, su puesto comienza a ser ocupado, poco a poco, por los TDI con más potencia. De hecho, para los que buscan dinamismo, una opción nada desdeñable es el acabado Sportline asociado a estas mecánicas, con neumáticos 205/55, llantas de 16 pulgadas y unas suspensiones 15 milímetros más bajas que en el resto de las versiones (Conceptline, Trendline y Highline). Era el de nuestra unidad de pruebas y, con el fin de probarlo a fondo, nos lanzamos a transitar por enrevesadas carreteras de montaña. El Golf pasó el examen con nota. Volkswagen ha querido rendir homenaje a los habitantes y la Administración de Wolfsburg, ciudad donde se encuentra la casa matriz de la marca. La localidad cambió su nombre al de “Golfsburg" durante el período de lanzamiento comercial del modelo (del 25 de agosto al 10 de octubre). En la fábrica principal del complejo trabajan 20.000 personas dedicadas a la producción, desarrollo y ventas del vehículo más vendido de la marca. Otros 100 proveedores locales participan también en su manufactura.En primer lugar, hay que destacar la estabilidad del modelo. Además del sistema que controla este aspecto, la carrocería más ancha y las suspensiones más bajas influyen positivamente en el comportamiento del Golf, que no duda a la hora de inscribirse en las curvas. Aunque la amortiguación no puede negar su orientación hacia la comodidad de los pasajeros, lo cierto es que contiene sin excesivos problemas el balanceo de la carrocería, lo que hace que el conductor mantenga un alto nivel de confianza. Los amortiguadores traseros han sido instalados con una mayor inclinación y los muelles son de corte ovalado, lo que aumenta la anchura aprovechable en el maletero. Mención especial merece la dirección, con asistencia variable en función de la velocidad y asistida de forma electromecánica. El dispositivo proporciona suficiente confort al girar, pero nunca pecará de ofrecer un tacto demasiado “blando" cuando circulemos a buen ritmo, lo que contribuye a aumentar la sensación de seguridad. Rápida y precisa, la dirección mandará el coche exactamente al punto elegido para trazar la curva, por lo que rara vez tendremos que preocuparnos de corregir la trayectoria del vehículo. Sólo habrá que acelerar para enlazar un giro tras otro… y frenar algo antes de lo que lo haríamos normalmente. Por desgracia, el nuevo equipo de frenos, dotado de ABS, un ESP que controla la estabilidad de forma constante y servofreno de emergencia, no está a la altura del resto del conjunto. El tacto resulta algo raro, ya que hay que hundir el pie bastante para notar la mordiente, aunque, en su descargo, es justo reconocer que no desfallecen fácilmente. Aun así, las cifras son buenas: emplea 70 metros antes de parar desde 140 km/h.El ritmo vivo que se puede alcanzar también reveló la imposibilidad de regular las luces desde el interior de la unidad de pruebas. Lo cierto es que realicé la mayor parte del recorrido de noche (maldito invierno y sus pocas horas de luz…), por lo que encendí los faros… y alumbraban al cielo: no podía ver la siguiente curva hasta que ya estaba casi metida en ella. Sin embargo, las unidades destinadas al mercado español sí cuentan con un regulador interior, que se encuentra en el equipamiento de serie de todas las versiones.