Ford Mondeo 2.0 TDCI Wagon Ghia 6v

En estos tiempos en que los monovolúmenes se hacen con más y más cuota de mercado, los fabricantes tienen que reforzar mucho sus gamas de familiares tradicionales. Es lo que ha hecho Ford con su Mondeo Wagon, que ahora recibe una caja de seis velocidades combinada con el motor 2.0 TDCI de 130 CV.

Ford Mondeo 2.0  TDCI Wagon Ghia 6v
Ford Mondeo 2.0 TDCI Wagon Ghia 6v

Los grandes fabricantes saben que no pueden perder este jugoso nicho de mercado. Producir “rancheras" es mucho más barato que producir monovolúmenes, con lo que resultan ser vehículos rentables y fáciles de terminar. Es verdad que a lo mejor no son tan atractivos como los monovolúmenes, o tan modulables y versátiles, pero ofrecen mejores prestaciones dinámicas y capacidades de carga inigualables.
Si un comprador anda con la duda y no sabe si optar por uno u otro formato, debería darse un paseo en este Mondeo Wagon. Seguro que la balanza se inclina hacia la modalidad más clásica. Desde luego, no estamos ante un coche desconocido: hace ya mucho que la carrocería familiar del Mondeo rueda por ahí. Pero con la llegada del cambio de seis marchas nos encontramos con un coche muchísimo más interesante.

El motor ya es conocido, es el solvente TDCI de 2 litros y 130 CV, cifras a las que hay que añadir un par motor de 36,2 mkg a 2.500 vueltas. A vista de los simples datos se podría hablar de un propulsor típicamente turbodiésel. Hay que añadir que lleva un common rail de segunda generación, con lo que podríamos pensar en un carácter sosegado: poderoso, pero noble. Y, a rasgos generales, así es. Sin embargo, frente a otras máquinas similares, esta máquina Ford tiene personalidad propia. Se nota en su forma de entregar la potencia. En el primer tramo del cuentavueltas hay poco fuelle y no es hasta casi las 2.000 rpm cuando llega el subidón de poder propio de los turbodiésel. Después, hasta las 2.500, un arreón de cuidado que llega hasta esos 36,2 mkg, una cifra más que respetable, temible. Tanto el par como la potencia medidos por nuestro banco de pruebas son muy superiores a los declarados por el fabricante. En el caso de los caballos, hemos llegado a medir 147, nada menos que 17 más de la cifra oficial.

Tenemos, pues, un motor de gran poder, un tanto brusco, con un rango óptimo de utilización bastante acotado, porque a partir de las 3.500 vueltas el empuje decae bastante. Para que no nos falte energía, nada mejor que manipular correctamente la caja de cambios. Ya hemos dicho antes que este motor se ofrece ahora con una caja de seis relaciones. En principio, se podría pensar que esta transmisión está pensada para dulcificar y ablandar el carácter autoritario del motor TDCI. Sin embargo, no es así. No es la típica caja con una sexta larga para ahorrar combustible. Las cinco marchas primeras han sido retocadas para dejar a la sexta algo más de vida por debajo. Así, la quinta es más corta que en una caja normal de cinco relaciones, con lo que la sexta cubre ese hueco y tiene verdadera presencia. De hecho, la velocidad punta registrada para este Mondeo (209 km/h según nuestro bando de pruebas) se alcanzó en sexta, algo que no siempre es habitual.Esto quiere decir que el cambio se ha cerrado un poco, lo que se traduce en magníficas prestaciones gracias a aceleraciones muy buenas en marchas cortas. Así, tenemos un 0-100 km/h de 10,5 segundos, una marca muy apreciable para un coche que pesa casi 1.600 kg. No es la única cifra interesante: el kilómetro se cubre en poco más de 32 segundos y los adelantamientos, sean en cuarta, quinta o sexta, se hacen con gran celeridad y desahogo. En cuanto a consumos, hemos registrado una media de 7,3 litros a los 100, lo que no está nada mal si tenemos en cuenta su peso, aunque tampoco es que la sexta marcha aporte un ahorro considerable. De hecho, en autopista, donde esta velocidad se emplea más, el gasto medio es de 6,4 litros.

Por lo demás, la caja de cambios se maneja con gran facilidad y sencillez. De recorridos cortos y tacto dulce, es una de las cajas de seis marchas más cómodas que hemos tocado. A destacar, sobre todo, su precisión y rapidez al engranar cada “hierro". Siempre que a uno le cae en las manos un Mondeo sabe que se lo va a pasar bien conduciendo. El bastidor de este modelo es de lo mejor que hay en la categoría de las berlinas medias y no se echa atrás por mucha tecnología alemana que le pongan delante. Sin embargo, en la configuración familiar hemos apreciado una significativa merma en ese carácter dinámico y casi deportivo. El Wagon, con su peso, su longitud, su volumen y lo sobredimensionado de la zaga no permite tantas alegrías como el Mondeo normal. En carreteras fáciles es una delicia. El coche viaja aplomado y, con tanto motor, no le cuesta nada mantener cruceros altísimos. Es realmente rápido y agradable, muy confortable.
En cambio, cuando la carretera se complica, el Wagon evidencia ciertos problemas. Su peso le hace ser de naturaleza subviradora, un problema que se corrige con facilidad levantando el pie del acelerador. Sin embargo, la trasera tiene mucha presencia en la conducción y no conviene olvidarse de ella. Su aparición en los virajes puede hacer que nos sintamos algo más incómodos, sobre todo porque lleva suspensión trasera autonivelante que, en vacío, no aploma tanto como las normales, ya que rebota un poco más. Esta diferencia de actuación se debe también, en parte, a una barra estabilizadora trasera más ligera (24 mm), un cambio que se deja sentir.
El resultado es una suspensión que hace del coche un lugar más confortable pero, también, menos eficaz en el trabajo duro de las curvas. De todos modos, no hay que olvidar que hablamos de un vehículo familiar, con lo que quizá la pérdida no sea del todo lamentable.

El bastidor se completa con unos frenos eficaces pero de mordiente discreta, algo que obliga a emplearse con ellos de forma decidida. Los frenos cuentan con el apoyo del ABS, el sistema EBD de reparto de la frenada y el EBA de asistencia a la frenada de emergencia.