Citroën C3 1.4i SX Plus CAS

Una nueva oleada de pequeños "ciudadanos" apuesta por los cambios automáticos; entre ellos, el C3. Son prácticos para moverse por el tráfico urbano, pero también responden en carretera. Así, el modelo de Citroën incorpora una caja automática con posibilidad de funcionamiento manual. Su manejo es sencillo y sus prestaciones tampoco quedan tan mermadas frente a las versiones de transmisión manual.

No se puede negar: el C3 es un coche que no pasa desapercibido, una característica a tener muy en cuenta en el concurrido segmento en el que milita. Sin embargo, ¿ha merecido la pena pagar tanto vasallaje?Nada más abrir las puertas la sensación de luminosidad que transmite el vehículo es notable, una pequeña burbuja de luz para tomarse un respiro en el mar de asfalto. Sin embargo, no todo es espacio utilizable. De hecho, el C3 posee menos espacio para las piernas de los pasajeros traseros que otros modelos a simple vista más pequeños (66 centímetros para el Citroën, frente a los 73 que da el Fiesta o Ibiza. Incluso el Micra le aventaja con 68). En estas plazas traseras, lo mejor es que viajen sólo dos personas. Aunque hay tres reposacabezas -un detalle que muchos constructores obvian-, la forma redondeada del vehículo impide que los dos pasajeros de los lados viajen cómodamente: se darían con el techo. Si pueden ganar espacio a la plaza central, no hay problema. El C3 también ha heredado detalles prácticos de los monovolúmenes. Así, los asientos traseros se pliegan aumentando la capacidad del maletero. En el respaldo de las plazas delanteras encontramos bolsas para dejar distintos objetos, disponemos también de dos guanteras y el asiento del copiloto esconde un cajón para dejar cosas lejos de las miradas más curiosas. El maletero sorprende por su capacidad: con 305 litros útiles, es uno de los mejores de su categoría. Además, presenta una forma muy buena -los objetos se pueden distribuir fácilmente- , posee una gran boca de carga y (al igual que el resto del vehículo) está enmoquetado. El C3 es un coche que entra por los ojos. Es cierto que con su estética han marcado todo un gol. Sin embargo, al igual que hemos comprobado con el comportamiento, en algunos detalles se han quedado fuera de juego. El nivel de acabado no es el que esperábamos: el tacto de plástico es evidente y en la unidad probada hemos encontrado algunos elementos (retrovisor y guantera) mal ajustados. Sin embargo, está repleto de muy buenas ideas, que también es justo que destaquemos. Tiene control de velocidad, que avisa con una alarma si nos pasamos pisando el acelerador, o un cenicero extraíble -que podemos pasar a las plazas traseras y, por supuesto, limpiar fácilmente-. El equipamiento de esta versión -SX Plus- es otra de sus bazas fuertes: por menos de 15.000 euros (menos de dos millones y medio de la antiguas pesetas) podemos disponer de climatizador -que funciona muy bien-, radio con CD, cuatro airbags, el citado control de velocidad… Sin embargo, también sufre importantes carencias (como el ABS, que en otras versiones del modelo sí se incluye de fábrica). Por tanto, no resulta ningún chollo: ya se sabe, la estética se paga. Como ya hemos visto, la estética se ha convertido en una de las directrices fundamentales del coche. No se puede negar: el C3 es un coche que no pasa desapercibido, una característica a tener muy en cuenta en el concurrido segmento en el que milita. Sin embargo, ¿ha merecido la pena pagar tanto vasallaje?Nada más abrir las puertas la sensación de luminosidad que transmite el vehículo es notable, una pequeña burbuja de luz para tomarse un respiro en el mar de asfalto. Sin embargo, no todo es espacio utilizable. De hecho, el C3 posee menos espacio para las piernas de los pasajeros traseros que otros modelos a simple vista más pequeños (66 centímetros para el Citroën, frente a los 73 que da el Fiesta o Ibiza. Incluso el Micra le aventaja con 68). En estas plazas traseras, lo mejor es que viajen sólo dos personas. Aunque hay tres reposacabezas -un detalle que muchos constructores obvian-, la forma redondeada del vehículo impide que los dos pasajeros de los lados viajen cómodamente: se darían con el techo. Si pueden ganar espacio a la plaza central, no hay problema. El C3 también ha heredado detalles prácticos de los monovolúmenes. Así, los asientos traseros se pliegan aumentando la capacidad del maletero. En el respaldo de las plazas delanteras encontramos bolsas para dejar distintos objetos, disponemos también de dos guanteras y el asiento del copiloto esconde un cajón para dejar cosas lejos de las miradas más curiosas. El maletero sorprende por su capacidad: con 305 litros útiles, es uno de los mejores de su categoría. Además, presenta una forma muy buena -los objetos se pueden distribuir fácilmente- , posee una gran boca de carga y (al igual que el resto del vehículo) está enmoquetado. El C3 es un coche que entra por los ojos. Es cierto que con su estética han marcado todo un gol. Sin embargo, al igual que hemos comprobado con el comportamiento, en algunos detalles se han quedado fuera de juego. El nivel de acabado no es el que esperábamos: el tacto de plástico es evidente y en la unidad probada hemos encontrado algunos elementos (retrovisor y guantera) mal ajustados. Sin embargo, está repleto de muy buenas ideas, que también es justo que destaquemos. Tiene control de velocidad, que avisa con una alarma si nos pasamos pisando el acelerador, o un cenicero extraíble -que podemos pasar a las plazas traseras y, por supuesto, limpiar fácilmente-. El equipamiento de esta versión -SX Plus- es otra de sus bazas fuertes: por menos de 15.000 euros (menos de dos millones y medio de la antiguas pesetas) podemos disponer de climatizador -que funciona muy bien-, radio con CD, cuatro airbags, el citado control de velocidad… Sin embargo, también sufre importantes carencias (como el ABS, que en otras versiones del modelo sí se incluye de fábrica). Por tanto, no resulta ningún chollo: ya se sabe, la estética se paga. Como ya hemos visto, la estética se ha convertido en una de las directrices fundamentales del coche.