Prueba: Renault Scénic RX4 dCi

El RX4 es un vehículo pensado para realizar pequeñas excursiones con toda la familia sin ningún tipo de problema. Sus características como 4x4 permitirán a su conductor disfrutar de fines de semana en lugares donde quizás no se atrevería a llegar con un monovolumen convencional.

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Aunque la versión gasolina del Scénic RX4 ya había tenido una buena aceptación, se echaba en falta una motorización turbodiésel para este tipo de vehículo, que, concebido para disfrutar de largos paseos llevando a toda la familia, ofrece unos consumos algo más ajustados sin perder apenas prestaciones.

Bien es cierto que se comporta con menos "alegría" que el propulsor de gasolina (con 140 CV y una cilindrada de 2 litros), pero los 105 CV de potencia que desarrolla el dCi, unidos a un par más que aceptable en la zona baja del cuentavueltas, le permiten contar con mejores recuperaciones.

En carretera resulta un poco perezoso, sobre todo en marchas largas, donde le cuesta mucho ganar velocidad, por lo que, ante una cuesta o un adelantamiento, obliga a utilizar demasiado el cambio. Este comportamiento se acentúa en zonas reviradas, pues los cambios de marcha serán continuos si queremos que el RX4 se mueva con "vidilla". Aquí hay que agradecer una transmisión correcta y una palanca de recorridos cortos (excepto para insertar 5ª) que resultan cómodos a la hora de realizar tantos saltos de una a otra velocidad.

En este tipo de trazados es donde más se agradece una dirección precisa y suave, que evita el tener que pelearnos con el volante si una curva se cierra, aunque, en este caso, se echan de menos unas suspensiones un poco más firmes, ya que la carrocería se inclina mucho y requiere un cierto período de adaptación antes de que el conductor se confíe del todo a la estabilidad del RX4.

Sin embargo, el tarado de las suspensiones resulta perfecto para la conducción "off-road", pues apenas transmite los baches al habitáculo. Este Scénic permite disfrutar de los caminos y pistas a una velocidad aceptable gracias a la mayor altura respecto al suelo que el Scénic normal, pero no hay que olvidar que no es un todo terreno "puro", por lo que no resulta aconsejable meterlo en trialeras o zonas con grandes roderas. Cualquier otro tipo de senda resultará perfecta para disfrutar del RX4, que pasará por encima de tierra, grava o barro con facilidad gracias al buen funcionamiento de su diferencial central, a la tracción total y al control de tracción de las ruedas delanteras, que manda la fuerza a la que tiene capacidad para traccionar si una de ellas patina.

En estos terrenos, sólo habrá que tener algo más de cuidado con la dirección, pues el coche tiende a subvirar en las curvas cerradas, aunque nunca de manera que pueda llegar a asustar al conductor, pues el control sobre la dirección se recupera sin esfuerzo.

Si el RX4 ya resulta espectacular por fuera, debido a su altura y a una estética muy llamativa, cualquier conductor quedará impresionado por la versatilidad de su interior, sobre todo si no conoce las virtudes del Scénic en cuanto a habitabilidad y espacio. Y es que la versión 4x4 de este monovolumen no ha variado el interior, conservando todos los huecos y comodidades que ya ofrecía su "hermano".

Los pasajeros de las plazas traseras se encontrarán a sus anchas en este modelo, que ha eliminado el túnel central de la transmisión montando ésta en el hueco que ocuparía la rueda de repuesto, cuyo emplazamiento se destina al exterior del portón trasero. Esto permite ganar en comodidad para el ocupante del asiento central, que cuenta con reposacabezas y cinturón de tres puntos.

Además, el espacio está aprovechado al máximo, con huecos en todas las puertas y ceniceros en las dos traseras, además de tres guanteras en la parte delantera (dos frente al copiloto y la tercera entre los dos asientos, en la parte inferior del salpicadero). Si aún hay que guardar más cosas, detrás de los asientos delanteros existen otros dos huecos, situados en el "suelo" del vehículo.

La lista de detalles útiles continúa con las bandejas abatibles situadas en los respaldos de los asientos delanteros, los elevalunas eléctricos en todas las puertas o la cortinilla trasera integrada en la bandeja. ésta se desmonta fácilmente para ampliar la capacidad de carga del maletero, que puede incrementarse aún más abatiendo el asiento trasero.

El puesto de conducción resulta casi excelente, pues la altura del vehículo y unos espejos retrovisores más grandes que los del Scénic puramente "familiar" permiten una visión perfecta sobre el resto del tráfico. Sólo la posición del volante, demasiado horizontal, ensombrece un poco las cosas, pues las personas altas tendrán que inclinarse demasiado.

Las regulaciones en altura de la banqueta y el volante permiten encontrar fácilmente la posición idónea para cada conductor, que podrá viajar durante horas sin acusar cansancio, ya que los asientos son muy cómodos y sujetan el cuerpo a la perfección.

Los detalles del equipamiento de serie se completan con un ordenador de viaje, un apoyabrazos para las plazas delanteras (que a veces interfiere con la palanca de cambios) y un cuadro de mandos con el fondo de los relojes en blanco exclusivo para el RX4.

Así, el conductor puede sentarse al volante y preocuparse únicamente de ir rellenando el depósito de combustible, algo que hará más a menudo de lo que pueda pensar en un principio, aunque hay que tener en cuenta que se trata de un vehículo con tracción total y un peso de casi 1.500 kilos.

En cualquier caso, la diversión y comodidad que proporciona este vehículo harán que pronto nos olvidemos de los consumos y nos dediquemos a disfrutar de un coche que, por algo menos de 4 millones de pesetas, cumplirá perfectamente con sus funciones de monovolumen y todo terreno "light".