La electricidad es la energía del presente. No cabe pensar en la automoción sin tener en cuenta motores impulsados por cargas eléctricas, sea cual sea el origen de esta energía: producida por un alternador embarcado, por una pila de combustible o, directamente, repostada por conexión a la red y almacenada en unas baterías. Y éstas, cada vez demuestran ser más capaces.
Un cable conectado a la red es vital para la vida con nuestros dos protagonistas de hoy: Nissan Leaf y Mitsubishi Outlander PHEV. Y, por lo demás, tienen también mucho más en común: desde el pasado mayo, Nissan posee el 34 por ciento del capital ya de Mitsubishi, convirtiéndose así en el principal accionista de la japonesa, por delante de Mitsubishi Heavy Industries, que posee el 20 por ciento. ¿El siguiente paso? Sin duda, las sinergias entre ambos fabricantes.
Nissan Leaf y Mitsubishi Outlander PHEV: superventas
Tanto el Nissan Leaf como el Mitsubishi Outlander PHEV son los coches más vendidos del mundo de sus categorías. La del Leaf es la de los coches puramente eléctricos, los BEV, con un motor movido sólo por la electricidad contenida, en este caso, en sus baterías de iones de litio. A ellas llega por conexión a la red eléctrica, ya sea a través de un enchufe convencional —en 8 horas reponemos toda la energía, en el caso de que la batería esté vacía— o de un CHAdeMO —admite 40 kW y, en ese caso, en media hora tenemos el 80 por ciento de su capacidad—, más allá de la que se recupera en marcha durante las fases en las que, sin acelerar, estamos moviéndonos.
El Mitsubishi Outlander PHEV, que también puede tener motores de gasolina o diésel, es tal cual figura en su denominación: un PHEV. Esto es, un híbrido enchufable con la particularidad de que sus motores pueden trabajar en serie —con el motor de gasolina ligado sólo al generador— o en paralelo —con ese motor enviando fuerza a las ruedas—.
La relación precio/producto del Nissan Leaf es excelente, pero ha de enfrentarse a coches más baratos (también más pequeños), como el Renault Zoe o Kia Soul ya capacitados, como él, para algo más que moverse sólo en ciudad por prestación o autonomía. Se vende con la batería en propiedad del comprador o con ésta en régimen de alquiler. El coste es variable en función de años y kilómetros (fluctúa de 79 hasta 142 euros/mes). En el primer caso, el Leaf cuesta 5.900 euros más que de elegir el segundo. También tiene dos versiones de diferente capacidad de batería (y, consecuentemente, alcance), 24 o 30 kWh. En este segundo caso, los kilovatios útiles para movernos son 27. Entre ambas hay 2.000 euros.
Nissan Leaf vs Mitsubishi Outlander PHEV: 10.000 € les separan
Así las cosas, el Nissan Leaf con mayor autonomía, batería en propiedad y particularmente, si nos fijamos en el acabado más alto, el Tekna —tiene otros tres, el menos equipado, ronda los 30.000 euros sin ayudas—, viene a costar 10.000 euros menos que un Outlander PHEV. Éste sólo se vende hoy con el nivel más alto disponible, el Kaiteki. Hablamos de precios de tarifa, porque a ellos hay que restar, además de las ofertas puntuales, las subvenciones de compra del plan MOVEA, de momento desprovisto de fondo, y que contemplaba ayudas de 5.500 euros para el Nissan y 3.700 para el Mitsubishi.
Aunque es más costoso que el Nissan Leaf, el Mitsubishi Outlander PHEV es el SUV más económico con un sistema de propulsión en el que interviene tan activamente la electricidad. Cuesta, además, sólo un poco más que los Audi A3 e-Tron, VW Golf GTE o BMW 225e, con sistemas de propulsión parecidos.
En el Mitsubishi Outlander PHEV la recarga de la batería puede resolverse con la conexión a los mismos enchufes del Leaf: tanto uno doméstico estándar —el repostaje, cinco horas—, como un CHAdeMO —el 80 por ciento del total de los 8,4 kW útiles, también en 30 minutos—. Asimismo, se recarga por frenada regenerativa, como en el Nissan, si bien aquí podemos regular mejor la retención que ejerce su motor eléctrico en esa situación gracias a unas levas tras el volante y semejantes a las de un cambio. Establecen seis grados de intensidad por los dos que establece la palanca del Nissan. Su eficacia es tal que, en la práctica, casi se puede conducir sin pisar el freno, reduciendo la velocidad sólo tirando de levas. Cuanto mayor sea la sensación de frenada, también lo será la recarga eléctrica.
Nissan Leaf vs Mitsubishi Outlander PHEV: elige el cómo
Sin embargo, en el caso del Mitsubishi Outlander PHEV existe otra forma más de que sus baterías —como las del Leaf, de iones de litio— reciban energía: por el movimiento de su motor de gasolina. Y es algo que puede hacer tanto en marcha, como en parado. Así, el cuatro cilindros de 2 litros puede mover las ruedas y transformarse en un generador de electricidad o, si no necesitamos movernos, sólo producir electricidad: con el motor al ralentí, en una hora se recarga la batería. De esta forma, disponer de un 100 por cien de electricidad sale a unos 2,4 euros, y enchufándolo a la red doméstica unos 2 euros, un 20 por ciento menos. No es la forma más rentable de producir electricidad, pero aporta la ventaja de que nos permitirá llegar a un punto determinado con esa energía para movernos allí: imagina un recorrido que acaba en una zona urbana que sólo permite circular con electricidad.
Comparando cómo se conducen uno y otro, el Nissan Leaf es abrumadoramente más sencillo: una vez a bordo, pulsas el botón de arranque, seleccionas con la palanca D o B —ésta para tener mayor retención del motor— y sólo queda acelerar y frenar, además de girar el volante, claro. En el Mitsubishi Outlander PHEV la cosa puede ser igual de sencilla, o no; porque el menú de posibilidades de configuración del sistema de propulsión crece notablemente, hasta el punto de que hay tantas variables que parece difícil repetir las mismas condiciones varias veces. En cualquier caso, conducir el Mitsubishi puede exigir, si de verdad queremos sacarle todo el provecho —aunque tampoco tiene por qué—, conocer cómo funciona su sistema híbrido, mientras que en el Nissan Leaf nunca es necesario.
PRESTACIONES | Mitsubishi Outlander PHEV | Nissan Leaf |
Acel. 0-100 km/h | 9,8 s | 11,0 s |
Acel. 0-1000 metros | 31,5 s | 33,2 s |
Adelantamiento 80-120 km/h | 7,2 s | 9,0 s |
Sonoridad 100 km/h | 65,1 dB | 63,2 dB |
Sonoridad 120 km/h | 68,5 dB | 68,3 dB |
Frenada desde 120 km/h | 57,0 m | 59,0 m |
Peso en báscula | 1.886 kg | 1.534 kg |
Nissan Leaf vs Mitsubishi Outlander PHEV: 200 o 40
Según nuestras pruebas, si con la batería del Leaf 30 kWh podemos hacer unos 175 km combinando distintos escenarios, incluyendo vías rápidas, y 200 km en ciudad, donde mayor es el número de paradas y arranques que facilitan la recuperación de energía; con el Mitsubishi Outlander PHEV se pueden cubrir unos 32 km —40 excepcionalmente— sólo con electricidad y el empuje de los motores eléctricos de cada eje. Luego, a base de gasolina y a razón de un consumo medio ponderado de 7 l/100 km, puede sumar otros 640 km, una ventaja adicional para el Mitsubishi. La velocidad punta en ese modo eléctrico del PHEV es superior a los 120 km/h y las transiciones entre unas energías y otras no se advierten.
Estos consumos nos llevan al coste medio por kilómetro. En el Leaf vienen a ser de 3,2 euros por cada 100 km y en el Outlander PHEV de 7,8 euros si hemos repostado electricidad y 8,5 si sólo dependemos de la gasolina. Ventaja ahora para el Nissan, sí; aunque ambos pueden tener la pegatina del parabrisas que otorga la DGT con el «0», en relación a sus emisiones. Así, ofrecen ventajas en el día a día, como el acceso sin restricción a los carriles BUS-VAO-ECO, poder aparcar en zonas ORA sin pagar por ello, peajes gratis en algunas autopistas; la eliminación o reducción de las tasas del impuesto de circulación y, por supuesto, el acceso a los centros urbanos en los días en que se producen picos de contaminación y se impide el paso a otros vehículos.
CONSUMOS | Mitsubishi Outlander PHEV | Nissan Leaf |
Consumo en ciudad | 6,3 l/100 km | - l/100 km |
Consumo en carretera | 7,4 l/100 km | - l/100 km |
Nissan Leaf vs Mitsubishi Outlander PHEV: comportamiento
Dinámicamente, el Leaf es más cómodo que el Outlander —un SUV de 4,7 metros pesadote y menos aerodinámico—, pero también resulta más lento en cualquier condición. La ciudad es su terreno favorito gracias al trabajo silencioso, enérgico y sin altibajos de la electricidad, aunque se lleva mal con los baches y resaltes que abundan en nuestras ciudades. En ambos se requiere atención al freno, no porque necesiten muchos metros, sino por la peculiar modulación de sus pedales.
Obviamente, por su tamaño, el Mitsubishi Outlander PHEV es un poco menos ágil que el Leaf al cambiar de dirección o aparcar, pero le aporta ventaja espacial, pues basta con comparar la anchura interior o la cota longitudinal de cada cual; incluso la altura trasera. También es más grande el maletero del Outlander —muy meritorio el del Leaf—, aunque la batería reduce su capacidad a 450 litros, 480 con el hueco bajo el piso que tan bien viene para guardar los cables. Eso sí, el PHEV no puede tener la tercera fila de otras versiones.
ESPACIO | Mitsubishi Outlander PHEV | Nissan Leaf |
Anchura delantera | 144 cm | 138 cm |
Anchura trasera | 141 cm | 132 cm |
Altura delantera | 89-94 cm | 98-101 cm |
Altura trasera | 96 cm | 90 cm |
Espacio para piernas | 82 cm | 73 cm |
Maletero | 450 litros | 400 litros |
En definitiva, el Nissan Leaf es eficiente, aunque quizá no el que más entre los eléctricos. Sin embargo, aporta kilómetros muy baratos y, con frecuencia, llega a cubrir más de 170 entre repostajes, incluso aunque tengamos que tomar la carretera. El Mitsubishi Outlander PHEV lo borda en polivalencia (espacio, tracción total...), pero su autonomía eléctrica no es muy amplia en el día a día. Es el mayor hándicap de su versátil sistema de propulsión híbrido, capaz de adaptarse a casi cualquier situación imaginable.
También te puede interesar:
Los coches eléctricos con mayor autonomía del mercado
Prueba del Mitsubishi Outlander PHEV