En unos meses, el VW Golf será reemplazado por la octava y esperada nueva generación. Sin embargo, para Volkswagen eso no es impedimento para seguir sumando versiones y motores a la gama. Ejemplos de ello son el GTI TCR, una de las variantes más radicales de la familia; o las que llevan el nuevo motor 1.5 TSI con el que se reemplaza al 1.4 TSI de la familia EA111, esa con la que Volkswagen cayo en brazos del «downsizing» —ese TSI tan superlativo y dúctil que permitía en las versiones GT del Golf Mk5 con compresor y turbo llegar a los 190 CV pero que, del mismo modo, podía usar una desconexión de dos de sus cuatro cilindros— y su ulterior desarrollo, ya EA211.
A esta familia, en su última evolución, pertenece el 1.5 TSI que en el Golf se pone a la venta con 150 y 130 CV, con diferencias técnicas entre ellas: el primero tiene ciclo Otto y turbo fijo; el segundo, Miller —durante el ciclo de compresión las válvulas de admisión quedan abiertas durante un tiempo para reducir la fuerza necesaria para que suba el cilindro y ganar eficiencia— y un turbo de geometría variable que suaviza mucho la entrada en funcionamiento de la sobrealimentación. Esta última versión de 130 CV es la que, en esta ocasión probamos del Golf y la enfrentamos con la de 136 CV de otro premium: el el Mini Clubman Cooper.
El turismo más grande de Mini —el siguiente por tamaño sería ya un SUV, el Countryman— recibirá también cambios en un futuro, si bien aquí se trata de pequeñas modificaciones formales para adaptar su estética, sobre todo, a los hatchback de tres y cinco puertas, además del cabrio, lanzados meses atrás.
Cuentan las versiones Cooper desde tiempo atrás y como opción, con una de las últimas incorporaciones mecánicas previas a esos cambios formales: las cajas automáticas de doble embrague y siete marchas. Sustituyen, con gran ventaja y sin cambiar el nombre —sigue siendo Steptronic— a las transmisiones de seis marchas y con convertidor de par como elemento de unión con el motor con el que contaban todos los Cooper, sin importar la carrocería.
PRESTACIONES | Mini Clubman Cooper 100 kW (136 CV) Steptronic | Volkswagen Golf Sport 1.5 TSI EVO 96 kW (130 CV) DSG |
Acel. 0-100 km/h | 9,13 s | 9,31 s |
Acel. 0-1000 metros | 30,84 s | 30,69 s |
Sonoridad al ralentí | 47,7 dBA | 47,9 dBA |
Sonoridad 100 km/h | 67,8 dBA | 68,3 dBA |
Frenada desde 100 km/h | 39,9 m | 38,41 m |
Peso en báscula | 1.485 kg | 1.350 kg |
Utilizan, por tanto, Golf y Clubman Cooper cambios de recursos semejantes, al contrario de los motores porque frente al cuatro cilindros del Volkswagen y, aunque de cilindrada parecida, el británico-alemán recurre a un tricilíndrico. Está también sobrealimentado por turbo, pero de tipo convencional entre los motores de gasolina: sin geometría variable. Le da carácter, con un poco más de pegada a un régimen más bajo que el TSI. También se distingue con la Valvetronic que regula cuándo y cuánto se abren las válvulas de admisión. No tiene desconexión de cilindros.
Mini Clubman Cooper y VW Golf 1.5 TSI: así van
En el 1.5 TSI, la actuación de unos percutores sobre los árboles de la distribución desactiva el movimiento de las levas de admisión y escape. Dejan de actuar cuando el motor gira por encima de las 1.400 y por debajo de las 4.000 rpm, el terreno no es un hándicap, se está acelerando poco y la velocidad es inferior a 130 km/h. A la velocidad habitual en carretera, la pista de que eso ocurre está en la indicación «modo 2 cilindros» que aparece en la instrumentación; mientras que en ciudad, donde también actúa, e incluso más, quizá se note una pequeña vibración cuando se desactivan los centrales.
CONSUMOS | Mini Clubman Cooper 100 kW (136 CV) Steptronic | Volkswagen Golf Sport 1.5 TSI EVO 96 kW (130 CV) DSG |
Consumo en ciudad | 7,7 l/100 km | 6,6 l/100 km |
Consumo en carretera | 5,8 l/100 km | 4,8 l/100 km |
Consumo medio | 6,6 l/100 km | 5,5 l/100 km |
Este recurso técnico sirve para que el Golf necesite menos combustible. Su utilización en este 1.5 TSI supone que el motor no pare de «hacer cosas», más aún por la presencia de un modo de desplazamiento inercial. Lo habitual en estos sistemas, y tal como sucede en el caso del Clubman, es que el cambio se desconecta del motor —ocurre en el Mini con los modos Mid y Green— y éste gira al ralentí en tanto no se acelere, con lo que el consumo está en 0,6-0,7 l/100 km. Sin embargo, en el Golf hasta se va más allá porque, además de que pase esto también si hemos seleccionado para el propulsor los modos Eco y Normal, puede ocurrir que el Start/Stop actúe a velocidades relativamente altas. Así, apaga el motor que no se reenciende hasta que no necesitemos acelerar. Lo consigue gracias a un sistema de microhibridación de 12 voltios basado en una batería de iones de litio.
Todo lo anterior supone un trajín de conexiones y desconexiones de cilindros, del motor con la transmisión o apagado y encendidos continuos del TSI. Tanta hiperactividad tiene su repercusión en lo poco que consume a costa de contrapartidas, eso sí, mínimas.
ESPACIO | Mini Clubman Cooper 100 kW (136 CV) Steptronic | Volkswagen Golf Sport 1.5 TSI EVO 96 kW (130 CV) DSG |
Anchura delantera | 139 cm | 1442 cm |
Anchura trasera | 133 cm | 135 cm |
Altura delantera | 89/95 cm | 90/96 cm |
Altura trasera | 92 cm | 96 cm |
Espacio para piernas | 73 cm | 78 cm |
Maletero | 380 litros | 380 litros |
Y es que se puede sentir que el cambio DSG no trabaja siempre de manera tan fina como lo hace en el más pasivo Cooper. Frente a un pequeño, pero mayor resbalamiento del cambio del Mini, que es más perceptible en las arrancadas, en el Golf hay más evidentes golpeos de la transmisión o, hasta, audibles —levemente, eso sí— «clonks» cuando se conectan los embragues y se seleccionan las relaciones de cambio. Sutiles diferencias, pero que ahí están.
Otra situación en la que ambos apagan y encienden el motor sin que el conductor intervenga es cuando está activo el control de velocidad de crucero inteligente, una de las ayudas disponibles en los dos. En ese caso, al pararnos tras otro coche en un atasco, apagan el motor, en tanto que lo encienden cuando sus radares detectan que el vehículo precedente se mueve: sólo quedará, para hacer lo propio y mantener una conducción «semiautónoma», tocar el acelerador.
Con tanto recurso técnico, el Golf gasta poquísimo en cualquier situación. El rendimiento de esta versión con el 1.5 TSI es, por tanto, magnífico incluso frente a un acreditado rival como el Clubman Cooper: por un lado, tanto en ciudad como en carretera, gasta del orden de un litro menos —registros que, entre los compactos de gasolina, sólo híbridos como los Lexus CT 200h o Toyota Corolla 125h pueden mejorar—; por otro, su prestación está sólo un peldaño por debajo, como la del Mini, de los compactos más rápidos con motores de potencia parecida, tal cual son los Hyundai i30 y Kia Ceed con el 1.4 T-GDI, los Opel Astra 1.4 Turbo o el Renault Mégane TCe 140.
La agilidad es una característica del Clubman. No se siente tan tenso y sí más refinado que los Mini de tres o cinco puertas, con un mejor filtrado de las irregularidades y, aún así, con una dirección rápida que hace sentirlo auténticamente Mini, por mucho que su eje trasero sea menos vivaz y estrese menos al control de estabilidad... y al conductor. Abre sus trayectorias menos que el Golf, que se siente más pesado en los cambios de dirección aun cuando su masa es de casi 100 kg menos. En el Clubman hay más ruido aerodinámico, más vibración y peor capacidad de frenada que en su rival, que es excelente en esto y va sobrado de equilibrio en su andar como cualquier otro Golf.
El Volkswagen cobra, así mismo, ventaja en accesibilidad —el vano que dejan sus puertas es mayor y exigen agacharse menos, como es más grande el espacio que hay que salvar para meter o sacar los pies en los asientos traseros— o luminosidad —su zona acristalada es más grande—. También disfruta su conductor de una mejor visibilidad, pues la doble puerta de acceso al maletero del Clubman —con guarnecidos gruesos, de casi 20 cm, y que dejan mucho menos apertura a lo alto que el portón del Golf, además de necesitar mucho espacio y requerir fuerza para cerrarse—, da pie a un encuentro entre las hojas que provoca un punto ciego.
En cierto modo, por soluciones como las anteriores, el Mini Clubman es un coche más de nicho que el Volkswagen Golf, que no es significativamente más amplio, y que tampoco cuenta con un maletero más capaz. De hecho, ambos se defienden de maravilla en cuestión de espacio frente a otros compactos, incluso cuando son, entre estos, de los de carrocería más pequeña.