Nos vamos rumbo a puerto. Y, como imaginas, de montaña, que es donde mejor podrás explorar y entender el significado de un siempre equilibrado Volkswagen Golf GTI, y donde el nuevo Mini Clubman, hoy por tamaño y madurez, busca abrirse hueco a codazos con su variante deportiva Cooper S. No vamos a empezar pues dándole más vueltas: el Volkswagen Golf siempre ha sido, entre todos los GTI, el mejor representante de la categoría. Así que para posicionar hoy al nuevo compacto de Mini, nada mejor que enfrentarlo directamente a la referencia.
Afinado generación tras generación, el Volkswagen Golf GTI cuenta hoy con un motor 2.0 TSI de 220 CV, pero de tan largo recorrido que extiende incluso ya su caballería en la gama hasta los 300 CV que alcanza el superior Volkswagen Golf R. Y cuenta, además, con uno de los chasis más ligeros y mejor puestos a punto de la categoría. No es por tanto de extrañar que esta versión “básica” del Volkswagen Golf GTI (recuerda que hay también un optimizado Performance con diferencial autoblocante y que acaba de lanzarse un casi radical Golf GTI Clubsport), sea en realidad también el compacto más serio y mejor elaborado entre los coches que se mueven en la delgada línea roja que separa las emociones, la racionalidad, la calidad de vida y uso, la rapidez (real, no sólo de percepción) y, sobre todo, las sensaciones. Vamos, lo que desde tiempo venimos entendiendo como concepto GTI. Para mí, sólo tiene un problema: es exactamente igual que hace 40 años, y creo que me entiendes sobradamente.
Hoy menta fresca. Es incuestionable que de Mini aún queda esa esencia que le ha hecho romper moldes por donde ha pisado, y ahora vuelve a la carga con un Mini Clubman que se abre por primera vez hueco en pleno epicentro del segmento compacto… y además premium. El no va más. Se ha echado a cuestas hoy más calidad, más tamaño (mide 4,25 metros de longitud frente a los 4,27 del Volkswagen Golf GTI) e incluso más “plataforma”. Y vaya cómo se nota. La variante Cooper S es, además, esa realización para quienes, además de diseño, buscan un mínimo contenido emocional: su motor es también de 2,0 litros, pero alcanzando de momento sólo los 192 CV de potencia.
Pero ojo porque las cosas han cambiado. Este buen GTI hecho ahora por Mini (o por BMW, como lo quieras ver ya que es su propietaria), corre como tal, pero destaca, fundamentalmente, por ser un refinadísimo producto de talante mucho más conservador que antes. Adiós aquí a las sensaciones de kart grande que en cierto modo ha sabido y querido mantener incluso el actual Mini de cinco puertas, proyectado sobre esta misma nueva plataforma, semejante, pero algo diferente a la que utiliza el nuevo Mini Clubman, de procedencia BMW Serie 2 Active Tourer con algún reajuste. Palabras mayores.
Mini Clubman Cooper S vs VW Golf GTI: comportamiento
El nuevo Mini Clubman Cooper S es así un coche inmensamente mayor que antes, y no sólo te hablo otra vez de tamaño, sino de su rodar. Con una gran batalla (12 centímetros más que antes) y, por tanto, una enorme proyección sobre el suelo, deja de ser un coche de servicios mínimos para convertirse en vehículo casi tan práctico y espacioso como lo es el Volkswagen Golf. Y encima con el aderezo de esa imagen fresca que ofrece, ya sea a puertas cerradas o, especialmente, abiertas, con el sello distintivo de sus Split Doors, un portón de maletero de doble hoja que es todo un gancho. Pero no hablaremos hoy de espacio, sino de la repercusión de ese cambio estructural en el talante del nuevo Mini Clubman, especialmente en los que se apellidan, como este, Cooper S.
Sí, la perfección sí existe. Si no vas mínimamente a gusto al trabajo en un GTI es que no es un buen GTi. Paso de gigante pues el dado por el Mini Clubman Cooper S. Si condujiste la versión anterior, te encontrarás por tanto con muchos contrastes, porque ahora este Clubman es un martillo pilón, un coche de actitud casi monolítica, de apabullante solidez y, además, excepcional calidad de rodadura. Pero eso, que a veces es un peligroso filtro en las sensaciones que pueden llegar a manos y pies, Mini lo ha sabido manejar y calibrar con gran equilibrio y maestría. Adiós actitud nerviosa y agilidad, a mi gusto, en exceso siempre en Mini.
Claro que, además de mayor tamaño y superficie de sustentación, este nuevo Mini Clubman ya no es tan mini sobre la báscula: se ha echado kilos a cuestas, y no pocos, superando los 1.500 kg de peso en esta versión muy equipada y "lastrada" con un enorme, por su ejecución, cambio automático de convertidor de par, firmado por Aisin, con 8 relaciones. El Volkswagen Golf GTI pesa, para que lo compares, sólo 1.360 kg.
El eje delantero del Mini Clubman Cooper S sigue siendo una delicia, aguantado firmemente apoyos aún lejos de empezar a sentir colapso en adherencia de sus ruedas. Mientras que su tren trasero colabora ahora de una forma mucho más natural. Pero si hay algo que define a un buen deportivo no son los caballos, sino los kilos: sobre el aún muy ágil y divertido Mini los sientes al final en forma de inercias y movimientos de carrocería algo más ralentizados que el soberbio e impecable Volkswagen Golf GTi.
Y es que una vez que se acaban las rectas y el asfalto se estrecha y degrada, el Volkswagen Golf GTI sigue siendo casi igual de cómodo que el Mini Clubman Cooper S, pero se empiezan a dejar entrever diferencias ya desde el primer giro. Su agilidad para cambiar de dirección es endiablada, pero al mismo tiempo su precisión de movimientos resulta asombrosamente milimétrica. No te negaré que la versión Performance, con autoblocante delantero y 10 CV más, aporta al eje delantero ese punto de consistencia que le puede llegar a faltar al tren delantero del VW Golf GTi cuando tiene que asimilar toda la caballería, pero en un porcentaje apuesto que no inferior al 10 por ciento, el Golf es más eficaz que el Mini exclusivamente por factor chasis, donde también interviene una más eficaz frenada del Volkswagen, sea en metros, en tacto de pedal o en resistencia: de 140 km/h a 0 frena en sólo 73 metros, por los 78,2 metros del Mini Clubman Cooper S.
Mini Clubman Cooper S vs VW Golf GTI: prestaciones
Hablamos ahora del "otro" 10 por ciento. Es la diferencia entre correr y, casi, volar. No sé si hace falta que te diga quién es quién. Un buen motor dos litros con inyección directa, complejas distribuciones variables y turbocompresor es el eje común de Mini Clubman Cooper S y Volkswagen Golf GTI. También lo es una elasticidad suprema, una "usabilidad" impropia de coches que corren como lo hacen ellos. Al Mini hay que mirarlo, cómo no, desde el "filtro" de una transmisión automática que siendo verdaderamente rápida, no suma tanto en el conjunto de compacto GTi como lo hace el DSG de 6 marchas opcional del Volkswagen Golf, mucho más cerrada y, por tanto, también con orientación más deportiva. Pero el empuje del motor Mini está siempre presente, de manera constante y eficiente, con medios muy llenos y aunque, no frenética, sí buena estirada.
Pero hay que reconocer que el Mini Clubman Cooper S juega en desventaja frente a un más potente Volkswagen Golf GTI equipado con el mejor motor de la categoría, pletórico siempre de empuje y con una progresión que, además, va siempre creciendo hasta límites eficazmente utilizables y con un margen de uso realmente amplísimo. Dejémonos de sensaciones y vamos a nuestras mediciones reales: 6,1 segundos de 0 a 100 km/h y 25,9 segundos de 0 a 1.000 metros en el VW Golf GTI, frente a los 7,16 y los 27,8 segundos, respectivamente, del Mini Clubman Cooper S. Casi nada… teniendo en cuenta que, además, los consumos son parejos: 7,2 l/100 km reales en el Golf GTI por 7,3 l/100 km en el Clubman Cooper S.
Adiós curvas. O Rectas. Prometo que la satisfacción es absoluta con los dos, Mini por lo bien que ha civilizado y ha hecho crecer en madurez al Clubman Cooper S. Y Volkswagen porque en este Golf GTI tienes siempre la sensación de conducir algo más que un GTi. Frente a un más civilizado Mini, VW traspasa así la frontera de lo que entendemos por este concepto.