Mercedes SLK 250

No está tan desencaminado el anuncio... Esta carretera es demasiado corta y tiene pocas curvas. Este paseo marítimo no es lo suficientemente largo para pasear y este bulevar se acaba enseguida. Ningún camino es lo suficientemente largo como para aburrirse con el nuevo SLK 250, que combina bien el agrado con la deportividad.

Mercedes SLK 250
Mercedes SLK 250

Nos van a permitir que hoy, además de la prueba habitual, también les hablemos de diseño. Hay coches que pasan desapercibidos y otros que llaman la atención por ser muy bonitos para unos y muy feos para otros. No es el caso del nuevo SLK, y mucho menos si va equipado con el acabado AMG como el de nuestra unidad de pruebas, del que no hemos encontrado en nuestro entorno a nadie al que desagrade o le parezca polémico. Seguro que entre nuestros miles de lectores aparecen cientos, y mas si son apasionados del Z4, su gran y digno rival en BMW, pero hasta estos han de reconocer que con la nueva generación, el SLK ha dado un paso de gigante en lo que a estética se refiere. Ha cambiado de generación y eso se nota en su presencia; ahora es más parecido al SLS que al SLR, que era la referencia que se había tomado en la anterior. Mantiene la base y el esquema de suspensiones y añade nuevos motores —incluso tendrá un Diesel a final de año—, equipamientos y calidades.

Estética aparte, la estructura es la misma. Cambia el capó, que ahora está hecho de aluminio, al igual que las aletas delanteras y el larguero transversal que sirve de anclaje del salpicadero que, en combinación con un motor más pequeño, como el cuatro cilindros de nuestra unidad, mejora el reparto de pesos. Otra novedad importante la encontramos en el techo, que ofrece tres posibilidades distintas en su parte superior cenital: metálico, de cristal oscurecido o de cristal con sistema «Magic Sky Control», que se oscurece o aclara con sólo apretar un botón. De serie viene con el metálico. Nuestra unidad estaba equipada con el de cristal oscurecido —562 euros—, cuyas prestaciones y filtración solar son más que aceptables para un país tan soleado como el nuestro. Puede resultar interesante instalar el de transparencia variable -que funciona-, pero los 2.796 euros que cuesta hará que pierda interés para muchos.

El sistema de apertura o cierre del techo sigue siendo totalmente eléctrico, tarda 20 segundos, de los cuales los 3 últimos corresponden al momento de subida de cristales. Hacemos esta puntualización porque mientras manipulamos el techo, el coche ha de estar completamente parado, la palanca de cambios en la posición P y el freno pisado, y sólo podremos moverlo cuando ya están subiendo los cristales, por lo que resulta más rápido al cerrar. Esto no pasa en rivales como el BMW Z4, que admite cierto movimiento del coche, lo suficiente como para abrir o cerrar en un semáforo y empezar a andar con el techo todavía en movimiento, antes de que el conductor que está en el coche de atrás se ponga nervioso y nos pegue la gran pitada. 

Se puede circular  sin problemas de despeinado hasta los 40-50 km/h con las ventanillas bajadas. A partir de ahí, y sin gorra, es necesario subirlas hasta más o menos los 70 km/h, punto en el que se hace necesario la utilización del deflector trasero, que nos aguantará hasta los 120 km/h;  eso sin gorra, pañuelo, etc, porque con el pelo bien sujeto se podría disfrutar por encima de esa velocidades sin problema de peluquería. Tenemos dos deflectores donde elegir, el de serie desmontable o los denominados Airguide que se ven en las imágenes —196 euros—; funcionan bien y se pueden manipular en movimiento con facilidad y sin desmontar nada. Con ellos montados y el extra de la bufanda de aire caliente —576 euros pero sólo con la tapicería de cuero—, se puede disfrutar del SLK en los soleados días de invierno. 

La primera prueba la hacemos con la versión 250. Esta unidad emplea el mismo motor de cuatro cilindros y 1,8 litros que anima a prácticamente todos los modelos de la casa en sus distintas variantes. Es el máximo exponente del downsizing de Mercedes en gasolina, que utiliza la habitual fórmula de la baja cilindrada con turbo e inyección directa. Su rendimiento es muy bueno en todos los Mercedes y no lo iba a ser menos en este «ligero» SLK de apenas 1.500 kg, que incluso se puede definir como deportivo. Suena precioso y agradable, tiene muy buenas prestaciones, es refinado y no es muy gastón; de hecho, baja de los 7 segundos en el paso de 0 a 100 km/h, recorre el kilómetro en 27,4 segundos, recupera con suma facilidad y registra un consumo medio de 8,8 litros, muy cercanos a los 8,4 l/100 km que anuncia. Su sistema Stop/Start funciona con suavidad y empieza a actuar pronto.

De serie lleva la caja de cambios automática 7G-Tronic Plus, sin que se ofrezca el cambio manual ni en opción —para ello hay que recurrir a un SLK con menos motor—. Con todo, este cambio es muy agradable de utilizar. Tiene tres modos de funcionamiento: normal, deportivo y manual; En los tres lo que prevalece es el confort, aunque hay guiños a la deportividad como el efecto punta tacón en las reducciones.

El comportamiento dinámico está a la altura de lo que se espera de su imagen, gustándonos algo más que el de la anterior generación. Tiene un tren delantero incisivo y muy obediente. Nuestra unidad contaba con el paquete dinámico,  con regulación adaptativa de la suspensión en dos modos, sport y confort, la dirección paramétrica y el Torque Vectoring Brake —1.6720 euros—, además del kit AMG que incluye las llantas de 18 pulgadas. En estas condiciones el SLK se permite el lujo de devorar curvas sin castigar a sus ocupantes, transmitir diversión y, a la vez, ser efectivo. En la presentación internacional probamos este coche también con la suspensión deportiva —309 euros— y no nos gustó tanto; su dureza era demasiado radical, por lo que, a pesar de la gran diferencia de precio, resulta mucho más interesante la suspensión del Paquete Dinámico. 

El nivel de equipamiento de serie es algo justo dado el precio del SLK. Por los 47.600 euros que cuesta, detalles como el sensor de lluvia, la calefacción en los asientos o el encendido automático de las luces deberían ser de serie. Si usted quiere un coche como el de las imágenes, deberá pagar ¡69.550 euros! es decir, casi 22.000 euros más. Gran parte del gasto se produce en el paquete Prime Edition, muy completo e interesante, pero caro. En ese paquete, formado por elementos que se pueden pedir por separado, entra el acabado AMG (faldón delantero, faldón trasero y embellecedores laterales), las llantas AMG de 18 pulgadas, el Paquete Dinámico, los faros delanteros con molduras oscurecidas, el equipo de frenos de mayores dimensiones y con pinzas personalizadas, la tapicería de cuero y un sinfín de detalles de acabado interior. Si se puede pagar, desde luego que merece la pena. El SLK 250 es uno de esos coches hechos para el disfrute. Si no hay grandes demandas de espacio, se puede utilizar todos los días como coche único sin problemas, aunque cuando de verdad se disfruta es en los momentos en los que se abre el techo y se conduce sin un destino fijo; es cierto, para esto cualquier coche valdría, pero el choped y el jamón serrano quitan igual el hambre y... ¿Usted cuál prefiere? 

  • Motor y sonido
  • Comportamiento
  • Opciones interesantes

  • Precio elevado

  • No se abre o cierra el techo en marcha
  • Airscarf sólo con cuero