Lejos de ser una crítica, la fusión de conceptos da pie en el Mercedes GLA a un vehículo diferente, de aspecto vistoso e impecable comportamiento que da la réplica a los todo camino más arraigados. Un coche que llama la atención de peatones y conductores que, sin embargo, por dimensiones exteriores resulta más bajo que sus principales rivales, aunque más alto que el Clase A, con quien comparte gran parte de sus genes, entre ellos motor y suspensiones.
Sus 1,55 m de altura facilitan el acceso como la salida del coche a todos los pasajeros y una postura de conducción más elevada, más dominante, que en un turismo, aunque no tan erguida como la de un todo-terreno. También es cómodo el acceso al maletero, con un plano de carga más bajo que en sus principales rivales aunque su boca no es demasiado amplia ni su tampoco destaca por capacidad; un mal generalizado en una categoría donde el mayor no llega a los 400 l pero que en este caso sí tiene formas muy cuadradas, lo que le hacer ser bastante aprovechable, y retirando la bandeja basta para transportar objetos tan complicados como una bici de montaña.
Siempre, mejor cuatro pasajeros
Los diseñadores de Mercedes han creado para el GLA un habitáculo cómodo con acceso fácil, que inspira sensaciones muy gratas debido a los cuidados materiales y al buen aislamiento acústico del interior, aunque las pequeñas ventanillas pueden tanto dificultar la visión hacia atrás como dar la impresión de falta de libertad en los pasajeros traseros.
Cuatro pasajeros irán más cómodos que cinco dada la preforma de la banqueta y el respaldo trasero. Pero podrían tener alguna dificultad para colocar las piernas dado que cuenta con algunos centímetros menos de habitabilidad longitudinal. Tampoco es brillante el maletero, al que hemos verificado 340 l de capacidad, aunque justo es reconocer que apenas cede en 50 frente al mejor de sus rivales, el BMW X1, y su boca de carga está situada bastante baja para lo que es habitual, lo que redunda en comodidad de uso diario.
Económico, aunque ruidoso
El motor de nuestra unidad de pruebas es un 2,2 l que destaca más por su empuje general y bajo consumo, menor incluso que el de Audi Q3 o Mini Countryman, aunque puede llegar a desilusionar dadas las expectativas que se depositan en un Mercedes de última generación en cuanto a refinamiento o sonoridad especialmente en frío. Sin embargo, una vez ha alcanzado la temperatura de uso correcta suena poco y mueve la carrocería sin problemas, especialmente si como era nuestro caso va asociado al cambio automático de doble embrague, que disimularía una alguna hipotética falta de fuerza a bajo régimen o circulando a punta de gas.
Se trata pues de un motor rutero, de esos que te dejan mantener buenos cruceros de marcha en vías despejadas, pero que, si vamos a practicar una conducción muy dinámica con el coche cargado, podríamos echar de menos el extra de potencia del 220CDI de 170 CV.
Disponemos de 136, con el que podremos circular holgadamente por encima de los límites de velocidad imperantes, pero no para poner en problemas al bastidor. Su chasis destaca por una buena precisión general y un aplomo notable en curva, con un comportamiento bastante neutro y una zaga que se muestra siempre muy asegurada por mucho que cortemos gas en plena curva. Balancea poco y aunque la suspensión es más bien firme —y eso que no montaba la AMG15 mm más corta—, esto no quiere decir que sea incómodo sobre asfalto en mal estado ni que vaya a perder contacto con el suelo al circular por pistas de tierra.
¿Y en campo?
El GLA es un todo camino. De ahí, y más si como es nuestro caso estamos ante un coche de dos ruedas motrices, que disfrutaremos más en asfalto o caminos sin demasiadas dificultades que en zonas verdaderamente abruptas. Mejor optar por lo primero; pero no porque vaya a perder al compostura al pasar por baches —que digiere con encomiable entereza— sino porque su escasa altura libre al suelo, apenas 150 mm, obliga a extremar la precaución ante la presencia de roderas profundas o piedras en el camino. La solución puede ser la suspensión Off-Road opcional, que además de darle un aire más aventurero al GLA aumenta la altura en 30 mm mejorando también así los ángulos ventral y de ataque.
Aunque no es el caso de nuestro invitado, este Mercedes también cuenta con variantes 4Matic —2.500 euros más caras que las versiones de dos ruedas motrices—. Comparado con sus competidores destaca por su ligereza, con la unidad de fuerza que mueve el árbol de transmisión alojada en el propio cambio 7G-Tronic y el multidisco que acciona el eje trasero ubicado sobre éste. El reparto de fuerza es automático entre ambos ejes y está diseñado para que el posterior actúe automáticamente cuando es necesaria su aportación, cuando las ruedas delanteras están patinando.
El cambio, por su parte, incorpora una función extra a los modos Manual, Sport y Eco. Se trata de la Off Road que gestionaría la respuesta del acelerador y los puntos de cambio de velocidades dulcificándolos para evitar encallarse al circular especialmente sobre tierra suelta o barro. Es junto con el botón DSR, que limita voluntariamente la velocidad máxima de descenso la única función en la que tendrá que intervenir el conductor.
Tú decides cuanto pagas
A diferencia de otras marcas, Mercedes no configura diferentes acabados comerciales. Produce una versión única que posteriormente recibe equipamiento opcional. Así, no podemos decir que un coche que monta de serie faros bi-xenón de serie esté mal equipado. Para nada. Sobre todo en cuanto a seguridad atañe, con un importante surtido de airbags y el sistema que advierte al conductor cuando su concentración baja. Pero, como es habitual, Mercedes reserva lo mejor, esos elementos auténticamente premium como el Distronic Plus —control de crucero activo capaz de detener completamente el coche—, o el sistema de mantenimiento de carril para el capítulo opcional. También hay que pagar (433 euros) por el PreSafe que en caso de inminencia de colisión sube las ventanillas y tensa los cinturones; aceptable. Pero no nos parece correcto para un coche de más de 30.000 euros que haya que pagar por el climatizador de doble zona.
Pese a todo, analizar su precio nos hace ver lo aquilatado del coste del GLA, ya que resulta claramente más barato que Audi Q3 y mucho más que Range Rover Evoque, a los que aventaja en novedad, aunque resulta al menos 1.000 euros más caro que BMW X1 18d o Mini Countryman. Y eso sin hablar de los rivales generalistas como Honda, Toyota o incluso Volkswagen que, convinamos, pueden no ser a priori sus principales rivales en la mente de la mayor parte del público, aunque siempre habrá quien se lo pueda plantear.