De poco servirían unos bastidores tan buenos como los de estos dos si no tuviesen un motor a la altura. En los dos casos cumplen de sobra su cometido con unas prestaciones fulgurantes y se posicionan como los más rápidos de entre sus rivales directos. El tacto del motor gusta más en el Seat, ya que ofrece una curva de trabajo más llena y agradable, sobre todo cuando circulamos relajados. El Mégane no es tan progresivo como su rival y en la zona baja se muestra algo perezoso para volverse rabioso a sobre las 2.500 vueltas. Esto incluso le permite ser más rápido que su rival en todas las aceleraciones, ya que entre el autoblocante y su mayor docilidad a bajas vueltas consigue salir más rápido a pesar de la menor potencia —11,4 CV menos y con un peso similar—.
El nivel de prestaciones es altísimo, con apenas 3 décimas de segundo de diferencia en las aceleraciones, siempre a favor del Megane R.S.. En las mediciones de adelantamiento la cosa se iguala hasta el punto que ya no son décimas sino centésimas de segundo lo que les separan. En las frenadas ocurre algo similar, las distancias son cortas en los dos, aunque en el circuito nos gustó mucho más el Renault, que acusaba menos la fatiga y resolvía mejor las frenadas en apoyo —paraba en menos metros, aunque con algo más de movimiento de carrocería—. En el apartado de consumos el Seat es más equilibrado. Las mediciones habituales han salido muy parecidas en los dos, pero haciendo un uso cotidiano, el Renault tuvo que pasar más veces por la gasolinera, y es que en conducción deportiva es más gastón.
Como decíamos al principio, el Cupra R es ligeramente más blando, sensación que se acrecenta con un mullido de asientos más confortable. Aún en ciudad y paseando, si se cambia de coche, da la impresión de que el Mégane es mucho más duro y seco de amortiguación; la culpa la tienen sus magníficos asientos Recaro que acompañan al acabado Cup, perfectamente admisibles en un coche de carreras pero que llegan a cansar con el paso de los kilómetros. Aquí decimos lo de siempre «sarna con gusto no pica», y es que recogen el cuerpo mucho mejor que los del Seat, y eso que estos no están nada mal.
Un detalle que no nos gusta nada del Renault es el sistema de climatización,defecto en toda la gama Mégane que tendrán que solucionar. La salida de aire a la zona de los pies se limita a calentar el pie derecho del conductor y el izquierdo del acompañante, obligando a llevar el climatizador en modo manual prácticamente todo el tiempo. Delante no hay problemas de espacio o ergonomía en los dos. Detrás las diferencias surgen por el número de puertas, ya que tanto el acceso como el espacio es mucho mejor en el Seat y sus cinco puertas. De todas formas, donde se disfruta estos coches es delante y, si se va a la izquierda, mucho mejor.
En los dos modelos el nivel de seguridad es elevado, ya que sus bastidores a velocidad moderada son fáciles -otra cosa es llevarlos al límite- y ofrecen unagran seguridad activa, que complementan con las ayudas electrónicashabituales. Una particularidad en el Mégane es que es el único Renault que permite desactivar el ESP totalmente. En cuanto a la seguridad pasiva, sólo se diferencian en que el León permite añadir los airbag laterales traseros en opción. Este último también cuenta con rueda de repuesto de emergencia, mientras que el Megane R.S. dispone de un kit reparapinchazos.
El precio de partida del Renault es considerablemente más bajo, pero hay que tener en cuenta que en estas condiciones su rival directo y lógico es el León Cupra, que cuesta 27.350 euros. Para rivalizar con el Cupra R, resulta necesario añadir en el Mégane el pack ‘Cup’ que añade muelles y amortiguadores más firmes, estabilizadora delantera de
De poco servirían unos bastidores tan buenos como los de estos dos si no tuviesen un motor a la altura. En los dos casos cumplen de sobra su cometido con unas prestaciones fulgurantes y se posicionan como los más rápidos de entre sus rivales directos. El tacto del motor gusta más en el Seat, ya que ofrece una curva de trabajo más llena y agradable, sobre todo cuando circulamos relajados. El Mégane no es tan progresivo como su rival y en la zona baja se muestra algo perezoso para volverse rabioso a sobre las 2.500 vueltas. Esto incluso le permite ser más rápido que su rival en todas las aceleraciones, ya que entre el autoblocante y su mayor docilidad a bajas vueltas consigue salir más rápido a pesar de la menor potencia —11,4 CV menos y con un peso similar—.
El nivel de prestaciones es altísimo, con apenas 3 décimas de segundo de diferencia en las aceleraciones, siempre a favor del Megane R.S.. En las mediciones de adelantamiento la cosa se iguala hasta el punto que ya no son décimas sino centésimas de segundo lo que les separan. En las frenadas ocurre algo similar, las distancias son cortas en los dos, aunque en el circuito nos gustó mucho más el Renault, que acusaba menos la fatiga y resolvía mejor las frenadas en apoyo —paraba en menos metros, aunque con algo más de movimiento de carrocería—. En el apartado de consumos el Seat es más equilibrado. Las mediciones habituales han salido muy parecidas en los dos, pero haciendo un uso cotidiano, el Renault tuvo que pasar más veces por la gasolinera, y es que en conducción deportiva es más gastón.
Como decíamos al principio, el Cupra R es ligeramente más blando, sensación que se acrecenta con un mullido de asientos más confortable. Aún en ciudad y paseando, si se cambia de coche, da la impresión de que el Mégane es mucho más duro y seco de amortiguación; la culpa la tienen sus magníficos asientos Recaro que acompañan al acabado Cup, perfectamente admisibles en un coche de carreras pero que llegan a cansar con el paso de los kilómetros. Aquí decimos lo de siempre «sarna con gusto no pica», y es que recogen el cuerpo mucho mejor que los del Seat, y eso que estos no están nada mal.
Un detalle que no nos gusta nada del Renault es el sistema de climatización,defecto en toda la gama Mégane que tendrán que solucionar. La salida de aire a la zona de los pies se limita a calentar el pie derecho del conductor y el izquierdo del acompañante, obligando a llevar el climatizador en modo manual prácticamente todo el tiempo. Delante no hay problemas de espacio o ergonomía en los dos. Detrás las diferencias surgen por el número de puertas, ya que tanto el acceso como el espacio es mucho mejor en el Seat y sus cinco puertas. De todas formas, donde se disfruta estos coches es delante y, si se va a la izquierda, mucho mejor.
En los dos modelos el nivel de seguridad es elevado, ya que sus bastidores a velocidad moderada son fáciles -otra cosa es llevarlos al límite- y ofrecen unagran seguridad activa, que complementan con las ayudas electrónicashabituales. Una particularidad en el Mégane es que es el único Renault que permite desactivar el ESP totalmente. En cuanto a la seguridad pasiva, sólo se diferencian en que el León permite añadir los airbag laterales traseros en opción. Este último también cuenta con rueda de repuesto de emergencia, mientras que el Megane R.S. dispone de un kit reparapinchazos.
El precio de partida del Renault es considerablemente más bajo, pero hay que tener en cuenta que en estas condiciones su rival directo y lógico es el León Cupra, que cuesta 27.350 euros. Para rivalizar con el Cupra R, resulta necesario añadir en el Mégane el pack ‘Cup’ que añade muelles y amortiguadores más firmes, estabilizadora delantera de