Casi de un plumazo, el nuevo Mazda3 2019 ha dejado antiguo a su antecesor, y eso que el listón estaba muy alto. Tanto por su atrevido diseño como por el tacto de conducción que transmite y la tecnología que ofrece, la última generación ha dado un salto importante hacia delante. El habitáculo presenta un aspecto más lujoso y ahora cuenta con detalles más cuidados, como el Head-Up Display proyectado directamente sobre el parabrisas, en lugar de la anterior superficie de plástico transparente, así como una selección de materiales y terminaciones de mejor calidad. Únicamente en las plazas traseras encontramos algún pero, como la ausencia de salidas de ventilación o tomas USB. En la zona delantera, sin embargo, abundan estos elementos, así como los huecos para depositar objetos e incluso una superficie con carga inductiva en el cofre que hay situado entre los asientos. Cuando lo ves por fuera llama la atención por su presencia, y el interior no defrauda en absoluto.
Mazda3 2019 2.0 Skyactiv-G: micro híbrido
La motorización elegida para esta prueba resulta interesante por varios aspectos. Se trata de un cuatro cilindros atmosférico, de 2 litros y 122 CV, al que se ha añadido una función de desconexión de cilindros y un motor-alternador (o alternador reversible) que regenera energía y aporta empuje eléctrico (hasta 6 kW, es decir algo más de 8 CV) en determinadas circunstancias. Es decir, que cuenta con lo que denominamos una hibridación suave (funciona a 24 V) y con ello puede presumir de la etiqueta medioambiental ECO de la DGT, aprovechando las ventajas que esto supone en algunas grandes ciudades. El alternador reversible también hace las veces de motor de arranque cuando el sistema Stop/Start ha detenido el motor, y lo hace con tal suavidad e inmediatez que casi resulta imperceptible. El sistema apura el re-arranque hasta el último momento, justo cuando empiezas a levantar el pedal del embrague —lo normal suele ser al pisarlo—, pero sin provocarnos la más mínima duda, pues su funcionamiento es irreprochable.
PRESTACIONES | Mazda3 2.0 Skyactiv-G Zenith 122 CV |
Acel. 0-100 km/h | 9,61 s |
Acel. 0-400 m | 16,99 s |
Acel. 0-1000 m | 31,19 s |
Sonoridad 120 km/h | 69,6 dBA |
Sonoridad 140 km/h | 71,3 dBA |
Frenada desde 140 km/h | 74,85 m |
Peso en báscula | 1.390 kg |
Respecto al motor-alternador, su funcionamiento apenas es perceptible por el conductor, pero podemos ver su estado en uno de los menús informativos de la pantalla central. En general, aporta empuje eléctrico por debajo de 2.400 rpm, sobre todo a carga parcial y muy pocas veces al pisar a fondo el acelerador, por lo que está diseñado para lograr eficiencia, no prestaciones, supliendo alguna zona de rendimiento menos óptima del motor de combustión. En la misma pantalla podemos observar si el motor está empleando 2 ó 4 cilindros, aunque esto sí que resulta más fácil de advertir, ya que según el régimen de giro del motor puede sentirse alguna pequeña vibración. En concreto, a unas 1.500 rpm, que en 6ª equivale a aproximadamente 70 km/h. Para circular en modo 2 cilindros hay que acelerar muy poco, casi lo justo para mantener la velocidad o incrementarla muy lentamente.
CONSUMOS | Mazda3 2.0 Skyactiv-G Zenith 122 CV |
Consumo en ciudad | 6,7 l/100 km |
Consumo en carretera | 5,3 l/100 km |
Consumo medio | 5,8 l/100 km |
Mazda 3 2019 2.0 Skyactiv-G: bien afinado
La integración de estos sistemas es totalmente armoniosa y no interfiere con el gran refinamiento y agrado de uso de esta mecánica, que sigue contando con el encanto que supone su condición atmosférica, una dosificación precisa de la potencia y una respuesta muy inmediata. A pesar de ser un motor brillante, la ausencia de turbo hace que tengamos que emplear el cambio con frecuencia, pues los desarrollos son bastante largos y es a partir de la zona media del cuentavueltas donde empieza a mostrar más carácter. Por suerte, el cambio cuenta con un manejo exquisito y preciso, y resulta un auténtico placer involucrarse en la conducción, aunque también es cierto que a veces echas de menos pisar a fondo en 6ª y no tener que reducir.
Aun así, sus prestaciones son buenas para el nivel de potencia que anuncia, incluso ha mejorado holgadamente el 0 a 100 km/h oficial en nuestras mediciones. El siguiente escalón lo pondrá el innovador motor Skyactiv-X, con encendido mixto por chispa o compresión, sobrealimentado y, en teoría, con las ventajas del Diesel y la gasolina. Durante largo tiempo se ha hablado de esta tecnología y este mismo año verá la luz en el Mazda3, al que seguramente le siente como anillo al dedo y encaje mejor con los gustos de los conductores que vengan de un turbodiésel.
La puesta a punto del bastidor resulta de lo más equilibrada y está acorde con el pulido tacto de conducción que brinda el conjunto motor y cambio. El bajo nivel sonoro del habitáculo se combina con un conseguido confort de suspensiones, una calidad de bacheo notable y una precisa dirección. Transmite un aplomo digno de coche más grande, con una pisada muy estable fruto de su generosa distancia entre ejes y anchura, y no por ello renuncia a una agilidad y eficacia notables, que se traducen en diversión al volante si el tipo de conducción cobra ciertos tintes deportivos. Aun sin ser especialmente inmediato, el tren trasero tiene unas maneras impecables y hace lo que tiene que hacer, es decir, en caso necesario puede redondear el giro por medio de un deslizamiento controlado y muy progresivo, sin llegar a “despertar" a las ayudas electrónicas mientras no sea realmente necesario.
ESPACIO | Mazda3 2.0 Skyactiv-G Zenith 122 CV |
Anchura delantera | 141 cm |
Anchura trasera | 133 cm |
Altura delantera | 92/98 cm |
Altura trasera | 89 cm |
Espacio para piernas | 69 cm |
Maletero | 370 litros |
En definitiva, a nivel dinámico el Mazda3 2019 fusiona deportividad y confort sin resultar artificioso, con una consistencia en su comportamiento que resulta de lo más convincente. Una de las pocas cosas que podría mejorar es el tacto de freno, ya que el pedal siempre tiene la misma dureza predefinida a lo largo de todo su recorrido, independientemente de las condiciones de frenado —ni siquiera vibra o “rebota" cuando entra en funcionamiento el ABS—, y da la sensación de falta de mordiente inicial. No es un problema grave, pero llama la atención dentro de un conjunto tan brillantemente afinado. La explicación puede ser que se trata de una plataforma preparada para versiones híbridas —se habla de la vuelta del motor rotativo para un eléctrico de autonomía extendida—, en cuyo caso, un freno así podría disimular el típico tacto poco natural de eléctricos e híbridos.
Y si el diseño, la dinámica de conducción y la mecánica están desarrolladas con mimo, el equipamiento no podía ser menos detallista y completo. Mediante los menús de la pantalla central (que se maneja por medio de un mando giratorio) se pueden regular un gran número de parámetros, desde la sincronización de la calefacción de los asientos con el climatizador, hasta una alerta por si pisas el acelerador y el freno al mismo tiempo (no avisa cuando haces punta-tacón), pasando por un sinfín de ajustes del equipo de audio. E igualmente amplia es la dotación de seguridad disponible, donde encontramos cámaras periféricas de muy buena resolución, sistema de mantenimiento automático de carril, supervisión de ángulo ciego y tráfico trasero cruzado (detecta también peatones), sistema anticolisión (a veces nos impide acelerar cuando circulamos cerca de otro coche) y función de frenado automático al aparcar. Por tanto, en todas sus vertientes, estamos ante un compacto que no renuncia a nada y que nos ha dejado muy buen sabor de boca.