El nuevo Mazda 3 ya lleva unos pocos meses entre nosotros y pinta bien. Es más bajo y ancho que el modelo precedente, y saca cerca de 20 cm de longitud —llega a los 4,47 m— a sus principales rivales. También presenta una distancia entre ejes superior, por ejemplo, a la del VW Golf o la del Peugeot 308, otro de los últimos modelos en aterrizar en este segmento. Son centímetros extras que se notan en su habitáculo, con buenas cotas en todos los sentidos en ambas filas de asientos, y un hueco para las piernas en las plazas traseras más holgado de lo que se encuentra por término medio entre sus rivales.
Cerca de los premium
El maletero, en cambio, se sitúa en un volumen correcto, ya que muchos de esos centímetros extras de los que alardea se quedan en su morro, algo que se aprecia especialmente en la vista de perfil del Mazda 3. La marca japonesa ha trabajado mucho el diseño de sus últimos modelos y el resultado entra por los ojos con suma facilidad. En el interior no es tan sorprendente, pero logra una buena fusión entre modernidad y funcionalidad, con una calidad de acabado correcta y buenos ajustes, pero sin destacar dentro de lo que se ve en la categoría. En algunas zonas hay plásticos blandos y en otras están los rígidos de menor presencia, pero con un resultado visual global más que notable en nuestra unidad con terminación Luxury.
En la mejorable instrumentación sólo hay un gran reloj central, en este caso con el cuentarrevoluciones como protagonista (en las versiones Pulse y Style el diseño es distinto), mientras que la velocidad aparece en un pequeño visor digital o a través del Head Up Display, el sistema que proyecta información en el parabrisas (también muestra indicaciones del sistema de navegación), que es de serie en esta versión del Mazda 3.
Buenas sensaciones
Ponerse cómodo al volante del compacto de la marca japonesa es una tarea sencilla. Los mandos fundamentales están a mano, aunque el tacto de algún pulsador debería transmitir más solidez. Los asientos recogen perfectamente el cuerpo y ofrecen una buena sujeción lateral en curva. A mejorar, los pequeños huecos portaobjetos de las puertas.
En lugar de reducir la cilindrada y añadir un turbo como hacen otras marcas, Mazda aplica su tecnología Skyactiv a sus motores de gasolina atmosféricos, combinando la inyección directa con una relación de compresión altísima. En el Mazda 3 debuta el 2.0 de 120 CV, muy agradable en la entrega de potencia (a pesar de los largos desarrollos del cambio) y que entrega el par máximo mucho más arriba que los motores turbo. En nuestro banco de potencia ha dado 20 CV más de los oficiales (en total 140 CV), lo que confirma las buenas sensaciones que nos ha dejado. El consumo medio real, de 6,5 l/100 km, se puede considerar correcto, con buenos registros en los tramos urbanos, gracias al sistema de parada y arranque automático del motor, que Mazda llama «i-stop».
La suspensión muestra una puesta a punto firme, pero con un alto nivel de confort. La dirección es rápida y aporta finura a las trayectorias, mientras que el tacto del cambio es bastante agradable. Las nobles reacciones del Mazda 3 dan para disfrutar de una conducción ágil en carreteras sinuosas, dejando cierto protagonismo al conductor, y confirman un andar aplomado en vías rápidas.
Los 1.900 euros de promoción que Mazda ofrece actualmente en las versiones de gasolina, dejan el precio de la unidad Luxury probada en poco más de 21.000 euros (el precio de tarifa es de 23.100 euros) , una tarifa competitiva con una dotación de serie muy completa... y que puede incorporar una pantalla central más vistosa con el Pack Navi opcional.
En definitiva, esta versión del Mazda 3 ofrece un buen equilibrio por calidad de rodadura, confort y comportamiento, y con un rendimiento global convincente teniendo en cuenta que utiliza un motor atmosférico. La guinda es su fantástica presencia visual.