Jeep Patriot

Con un estilo inconfundible típico de la marca norteamericana, desembarca en Europa el Patriot, una versión todocamino, más campera y versátil del recién llegado Compass, que se ofrecerá en España durante el mes de septiembre a partir de 25.840 euros.

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El buen momento que atraviesa el segmento de los llamados SUV o todocaminos compactos ha sido el detonante para que los responsables de DaimlerChrysler se lanzaran a comercializar tres modelos de características técnicas similares y vocaciones diferentes. Nos referimos, claro, al Dodge Caliber, al Jeep Compass y al Patriot, estos dos últimos, clónicos en el fondo, aunque no en la forma. El aspecto exterior del Patriot es genuinamente Jeep de última generación, es más, podría ser una evolución simplificada del anterior Jeep Cherokee –el de toda la vida- a menor escala, pues mide 4,4 metros de largo. Mantiene la parrilla tradicional de siete barras, faros redondos y líneas bastante cuadradas, en especial en la parte del portón posterior, que da acceso a un maletero de medianas dimensiones -329 litros- pero versátil, con formas muy aprovechables –incluye rueda de repuesto de tamaño normal-, ya que es muy cúbico y, además, ofrece la posibilidad de abatir los asientos de las plazas posteriores y el respaldo del acompañante, lo que le otorga una gran superficie y volumen de carga. Dejando al margen algunos detalles de acabado (tornillos a la vista o plásticos rígidos de aspecto mejorable), el interior del Patriot, similar al del Compass, es bastante práctico y cuenta con suficientes huecos para dejar objetos. Resulta muy práctica la ubicación de la palanca de cambios, situada en la consola, muy a mano del conductor. Aunque no dispone de volante regulable en profundidad no es difícil encontrar una postura cómoda al volante, pues los asientos son confortables y están situados en una posición que permite dominar la carretera o la pista. También son cómodos los traseros, que ofrecen excelente altura y distancia para las piernas y son abatibles en proporciones 60/40 y reclinables, aunque no destacan por su anchura, más propicia para sólo dos ocupantes.
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El buen momento que atraviesa el segmento de los llamados SUV o todocaminos compactos ha sido el detonante para que los responsables de DaimlerChrysler se lanzaran a comercializar tres modelos de características técnicas similares y vocaciones diferentes. Nos referimos, claro, al Dodge Caliber, al Jeep Compass y al Patriot, estos dos últimos, clónicos en el fondo, aunque no en la forma. El aspecto exterior del Patriot es genuinamente Jeep de última generación, es más, podría ser una evolución simplificada del anterior Jeep Cherokee –el de toda la vida- a menor escala, pues mide 4,4 metros de largo. Mantiene la parrilla tradicional de siete barras, faros redondos y líneas bastante cuadradas, en especial en la parte del portón posterior, que da acceso a un maletero de medianas dimensiones -329 litros- pero versátil, con formas muy aprovechables –incluye rueda de repuesto de tamaño normal-, ya que es muy cúbico y, además, ofrece la posibilidad de abatir los asientos de las plazas posteriores y el respaldo del acompañante, lo que le otorga una gran superficie y volumen de carga. Dejando al margen algunos detalles de acabado (tornillos a la vista o plásticos rígidos de aspecto mejorable), el interior del Patriot, similar al del Compass, es bastante práctico y cuenta con suficientes huecos para dejar objetos. Resulta muy práctica la ubicación de la palanca de cambios, situada en la consola, muy a mano del conductor. Aunque no dispone de volante regulable en profundidad no es difícil encontrar una postura cómoda al volante, pues los asientos son confortables y están situados en una posición que permite dominar la carretera o la pista. También son cómodos los traseros, que ofrecen excelente altura y distancia para las piernas y son abatibles en proporciones 60/40 y reclinables, aunque no destacan por su anchura, más propicia para sólo dos ocupantes.
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El buen momento que atraviesa el segmento de los llamados SUV o todocaminos compactos ha sido el detonante para que los responsables de DaimlerChrysler se lanzaran a comercializar tres modelos de características técnicas similares y vocaciones diferentes. Nos referimos, claro, al Dodge Caliber, al Jeep Compass y al Patriot, estos dos últimos, clónicos en el fondo, aunque no en la forma. El aspecto exterior del Patriot es genuinamente Jeep de última generación, es más, podría ser una evolución simplificada del anterior Jeep Cherokee –el de toda la vida- a menor escala, pues mide 4,4 metros de largo. Mantiene la parrilla tradicional de siete barras, faros redondos y líneas bastante cuadradas, en especial en la parte del portón posterior, que da acceso a un maletero de medianas dimensiones -329 litros- pero versátil, con formas muy aprovechables –incluye rueda de repuesto de tamaño normal-, ya que es muy cúbico y, además, ofrece la posibilidad de abatir los asientos de las plazas posteriores y el respaldo del acompañante, lo que le otorga una gran superficie y volumen de carga. Dejando al margen algunos detalles de acabado (tornillos a la vista o plásticos rígidos de aspecto mejorable), el interior del Patriot, similar al del Compass, es bastante práctico y cuenta con suficientes huecos para dejar objetos. Resulta muy práctica la ubicación de la palanca de cambios, situada en la consola, muy a mano del conductor. Aunque no dispone de volante regulable en profundidad no es difícil encontrar una postura cómoda al volante, pues los asientos son confortables y están situados en una posición que permite dominar la carretera o la pista. También son cómodos los traseros, que ofrecen excelente altura y distancia para las piernas y son abatibles en proporciones 60/40 y reclinables, aunque no destacan por su anchura, más propicia para sólo dos ocupantes.
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El buen momento que atraviesa el segmento de los llamados SUV o todocaminos compactos ha sido el detonante para que los responsables de DaimlerChrysler se lanzaran a comercializar tres modelos de características técnicas similares y vocaciones diferentes. Nos referimos, claro, al Dodge Caliber, al Jeep Compass y al Patriot, estos dos últimos, clónicos en el fondo, aunque no en la forma. El aspecto exterior del Patriot es genuinamente Jeep de última generación, es más, podría ser una evolución simplificada del anterior Jeep Cherokee –el de toda la vida- a menor escala, pues mide 4,4 metros de largo. Mantiene la parrilla tradicional de siete barras, faros redondos y líneas bastante cuadradas, en especial en la parte del portón posterior, que da acceso a un maletero de medianas dimensiones -329 litros- pero versátil, con formas muy aprovechables –incluye rueda de repuesto de tamaño normal-, ya que es muy cúbico y, además, ofrece la posibilidad de abatir los asientos de las plazas posteriores y el respaldo del acompañante, lo que le otorga una gran superficie y volumen de carga. Dejando al margen algunos detalles de acabado (tornillos a la vista o plásticos rígidos de aspecto mejorable), el interior del Patriot, similar al del Compass, es bastante práctico y cuenta con suficientes huecos para dejar objetos. Resulta muy práctica la ubicación de la palanca de cambios, situada en la consola, muy a mano del conductor. Aunque no dispone de volante regulable en profundidad no es difícil encontrar una postura cómoda al volante, pues los asientos son confortables y están situados en una posición que permite dominar la carretera o la pista. También son cómodos los traseros, que ofrecen excelente altura y distancia para las piernas y son abatibles en proporciones 60/40 y reclinables, aunque no destacan por su anchura, más propicia para sólo dos ocupantes.