El ansia de todo 'buen usuario' por poseer un coche de marca premium es, en un país como España... y otros muchos, casi una necesidad vital, por su imagen de éxito social. De hecho, la abundancia de modelos de este tipo con matrículas muy antiguas moviéndose por las carreteras, nos hace preguntarnos qué tendrán en su mente sus propietarios cuando por menos de lo que se han gastado en él podrían disfrutar de un modelo moderno, más seguro y confortable pero, eso sí, con un anagrama menos elitista.
Por esta causa, hemos querido salir de dudas y, haciendo un ejercicio de valor informativo —las críticas pueden ser mordaces— hemos incluido a un Opel Insignia, uno de los mejores generalistas del momento, en un enfrentamiento con el nuevo Jaguar XE y un valor tan seguro como poco conocido, el Infiniti Q50. De entrada, vamos a dejar de lado la etérea discusión sobre la calidad de unos y otros.
Hay parámetros diferenciales incuestionables, como es el material de construcción, que en el caso de este Jaguar XE es el aluminio. De cara al día a día del usuario, las ventajas se ciñen al recorte de consumos y mejores prestaciones que el ahorro de peso trae consigo. Ah, y la enorme satisfacción que se siente al decir a tus amigos: 'mi Jaguar es de aluminio'. Del aumento del coste, la complejidad de las reparaciones de los golpes o su precio cuando no tengamos seguro a todo riesgo, no decimos nada.
Mecánicas de Jaguar XE 2.0D 180, Infiniti Q50 2.2D y Opel Insignia 2.0 CDTI
Una de las leyendas populares mantenidas en el tiempo desde hace décadas, plantea que las mecánicas de los premium son más avanzadas que las del resto. Hoy en día, puede que en lo más alto de sus respectivos segmentos, en los motores más potentes, los generalistas no se quieren ni meter, puesto que no tienen mercado, pero cuando Mercedes utiliza motores Renault en su gama más asequible, entonces, las dudas sobre este tema se acrecientan. Aquí, Jaguar estrena un nuevo turbodiésel, que anuncia 180 CV. En el banco de potencia no ha llegado a dicha cifra, pero es que, sin duda, le faltaba un mínimo de rodaje, porque no llegaba ni a los mil kilómetros de uso. Pero, aun así, podemos establecer comparaciones con los otros motores, en particular, el del Opel Insignia 2.0 CDTI, también nuevo y que no llegó tampoco a la cifra homologada.
Es curioso comprobar como a 3.000 rpm, los tres motores rinden el mismo par, en los 38 mkg. Y es el más veterano, el Mercedes del Infiniti Q50 2.2D, el que demuestra más vigor en la zona alta del cuentavueltas, a 4.000 rpm, pero muy poco. Es a bajo régimen donde deberíamos encontrar las ventajas de la novedad y el más reciente desarrollo y, efectivamente, ahí, el Infiniti Q50 2.2D se queda 6 mkg por detrás del Jaguar XE 2.0D 180, que sólo vence al Opel Insignia 2.0 CDTI por 0,4 mkg. ¿Entonces? ¿La caja de cambios? Efectivamente, el modelo británico/indio utiliza una automática de ocho relaciones, el japonés, de siete, y el Opel Insignia 2.0 CDTI... una manual de seis, por imperiosa obligación del guión (no había automáticos disponibles). Aparte de la diferente comodidad de la conducción, ni en prestaciones ni en consumos estas distintas especificaciones se traducen en sensibles ventajas, al menos entre el XE y el Insignia, y eso que el Jaguar XE 2.0D 180 ha resultado unos 75 kilogramos más ligero, descontando los distintos volúmenes de combustible que caben en sus respectivos depósitos. El Infiniti Q50 2.2D sí queda algo por detrás, pero sólo unas décimas, demostrando que su motor —recordemos que de origen Mercedes— no está en su primera primavera. En realidad, los tres andan y gastan, prácticamente, lo mismo. Estupefacción.
Propulsión de Jaguar XE 2.0D 180, Infiniti Q50 2.2D y Opel Insignia 2.0 CDTI
Otro de los grandes ¿mitos? de los premium es su sistema de empuje por propulsión, o sea, que la fuerza del motor se transmite a las ruedas traseras. Durante décadas sus partidarios aducían la agilidad impar que este sistema producía. Con la evolución de los chasis resultó que un tracción podía girar tan o más deprisa en las curvas que un propulsión, y sin la dificultad de conducción que éstos generaban. Así, marcas como BMW pasaron unos años «desactivando» el tren delantero para evitar coches con demasiada tendencia sobreviradora. Hoy en día, la aplicación de la electrónica ha conseguido un comportamiento neutro en los buenos propulsión, algo que les cuesta más a los tracción delantera.
Pero, ¿cuándo se siente realmente esta ventaja? Pues, en verdad, a niveles de marcha sólo obtenibles en circuito cerrado, cuando el vehículo desliza sobre el asfalto, muy, muy lejos de las velocidades legales e, incluso, racionales en carretera abierta. Para encontrar otra ventaja, los fabricantes aducen que al llevar la fuerza a las ruedas traseras se eliminan las negativas influencias de la transmisión sobre la dirección. Cierto, efectivamente, ahí sí que se nota que, incluso al límite, ni Jaguar XE 2.0D 180 ni Infiniti Q50 2.2D transmiten reacción alguna al volante, algo que se nota en el Opel Insignia 2.0 CDTI —es tracción—, pero sólo en situaciones muy críticas, con mucho giro de volante, acelerador aplicado a fondo, o casi, y marchas cortas. En el día a día de un conductor normal, no hay interacción detectable.
Confort en Jaguar XE 2.0D 180, Infiniti Q50 2.2D y Opel Insignia 2.0 CDTI
Al fin llegamos al apartado que, en el fondo, más apreciamos, porque, sufrir incomodidades en el interior de un coche, nadie lo quiere. Si nos atenemos a las tres unidades de las que hemos dispuesto para la realización de esta comparativa, hemos de significar que dos de ellas utilizaban asientos opcionales: elJaguar XE 2.0D 180 y elOpel Insignia 2.0 CDTI. Y, siempre bajo nuestro particular prisma de confort personal, nosotros calificaríamos de mejor a peor en este orden: Opel Insignia 2.0 CDTI, Infiniti Q50 2.2D yJaguar XE 2.0D 180. O butacones, butacas y asientos deportivos, en definición escueta. Los primeros, fantásticos, de diseño y mullido. Los japoneses, un poquito por detrás, y en el deportivo Jaguar XE 2.0D 180, nos gustaría más mullido general, pero, sobre todo, en el respaldo.
¿Y el equipamiento? Hace años, muchos años, los coches buenos se detectaban a través de sus ventanillas por los asientos tapizados en cuero. Ahora, cuando este material se ha democratizado a base de billetes, están los sistemas electrónicos de seguridad y control. Indetectables, o casi, desde el exterior, hay que conducir cada coche para poder hacerte una idea. Y, en este caso, el Insignia, que podría ser el peor parado, sorprende por la generosidad de su equipamiento opcional de este tipo, con todos los sistemas derivados de su cámara frontal para el control del tráfico que nos rodea. De primer orden. Así que, como conclusión, no podemos decir otra cosa que la brecha se está estrechando.
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