El Hyundai Veloster no es desde luego un coche muy convencional. Para definirlo se podría decir que se trata de un compacto tipo coupé, si bien cuenta con la particularidad de que en lugar de cuatro puertas de acceso, tiene sólo tres. Originalidad, desde luego no le falta. El habitáculo, por otra parte, es bastante espacioso; dispone de unas plazas delanteras muy bien resueltas, mientras que detrás pueden viajar tres pasajeros sin demasiadas apreturas siempre que no sean demasiado altos —los que midan por encima de
Por su parte, Mini Coupé tampoco tiene un diseñó nada convencional. Es más, la idea de desarrollar un coupé a partir del Mini puede parecer un tanto descabellada, que muy pocos se atreverían a desarrollar. El resultado es un vehículo que no deja indiferente a nadie, que tiene muy poco sentido desde el punto de vista práctico, pero con el que es prácticamente imposible pasar desapercibido y esto es precisamente lo que se ha buscado con este modelo. Una nueva vuelta de tuerca al filón que ha supuesto el Mini para BMW. Un coche que a la marca le ha costado desarrollar «cuatro pesetas», pero con el que se aumenta el abanico de posibilidades de una marca que tiene en la originalidad su mejor aliado. Evidentemente se trata de dos coches de capricho, de esos que entran por los ojos. Por potencia y prestaciones no son muy comparables, pero si lo son si uno se fija en el precio. Los dos se pueden comprar por poco más de 20.000 € con el motor
El Mini Coupé es un estricto dos plazas, si bien es verdad que ofrece un maletero bastante más amplio que el del Mini que todos conocemos y que roza los
Todo lo contrario ocurre con el con la nuevo cambio de doble embrague que Hyundai ha estrenado en el Veloster. Este es muy suave en las inserciones también muy rápido, lo que se aprecia especialmente en el modo manual. En este caso, si el coche se va a emplear con asiduidad en desplazamientos urbanos, el cambio de doble embrague es una opción muy recomendable, pero si habitualmente se rueda por carretera y sobre todo si lo que se pretende es disfrutar de la conducción, tengo claro que me quedaría con la caja manual, dado que esta cuenta con un selector rapidísimo, súper preciso y muy suave en el manejo. Además, hay que tener en cuenta que en conducción deportiva
Aunque no tardará en llegar un propulsor 1.6 turbo de similar rendimiento al que monta el Mini Cooper S, el 1.6 atmosférico de inyección directa y 140 CV que monta el Veloster, se muestra siempre muy voluntarioso. Lógicamente el rendimiento no se puede comparar con el de su oponente, pero su funcionamiento es suave y muy agradable, responde bien desde bajas vueltas, ofrece una notable capacidad para recuperarse a medio régimen y se estira con fuerza y sin rechistar hasta el corte de encendido que se sitúa en torno a 6.700 rpm.
En todo momento el Veloster es un coche muy cómodo de conducir. Los mandos están suaves, el tacto de la mecánica es muy bueno y manejarlo es siempre un placer. Por si esto fuera poco, la sensación es la de estar a los mandos de un coche de notable calidad, que transmite muy buenas sensaciones al volante. El tacto de la dirección es suave, pero muy preciso, ofrece un comportamiento bastante ágil y se inscribe con facilidad en los virajes. El tren trasero de ruedas tiradas unidas por un eje torsional, aunque no es en ningún momento nervioso, responde bien a los cambios de apoyo y lo único que no convence es que en zonas bacheadas tienen a rebotar ligeramente, lo que pone en evidencia un diseño un tanto vetusto, sobre todo si se compara con los modernos esquemas multibrazo. El Veloster es divertido y eficaz en conducción deportiva, pero también recibiría de buen grado unos amortiguadores algo más duros en extensión; es evidente que el confort de marcha se ha tenido muy e cuenta a la hora de definir la puesta a punto.
No hace falta rodar muchos kilómetros para darse cuenta que este es un aspecto que, como es norma en las realizaciones de la marca, pasa a un segundo plano en el caso del Mini, máxime en una versión de marcado talante deportiva como es esta. Como se puede imaginar, se trata de un coche muy ágil y ratonero, que se inscribe por el ojo de una aguja con una facilidad y rapidez asombrosa. Emoción no falta a los mandos, en un coche con el que se puede disfrutar muchísimo y especialmente en los trazados más sinuosos, donde demuestra además una gran eficacia, como se ha podido comprobar en la pista del INTA. El Mini tiene a subvirar en los virajes más cerrados, donde conviene además modular con dulzura el pedal del gas para evitar pérdidas de motricidad, mientras que la trasera se insinúa con facilidad en los cambios de apoyo. Esto redunda en la agilidad del coche, si bien es verdad que lo hace siempre con dulzura y sin sobresaltos, sobre todo si se mantienen conectadas las ayudas a la conducción.
Evidentemente si además de buscar un coche diferente, lo que se pretende es disfrutar al máximo de la conducción y cualquier aspecto práctico pasa a un segundo plano, el Mini Coupé reporta más satisfacciones tanto si se escogen las versiones más caras como las que protagonizan estas páginas, o si uno se conforma con otras más modestas que ambos ofrecen. Ahora bien, si además de originalidad, se busca un coche algo más práctico, confortable y apropiado para viajes de largo recorrido, el Veloster puede resultar más lógico. En cualquier caso, se trata de coches que se compran por capricho, amor a primera vista y lo normal es que al cliente le surjan pocas dudas al respecto.
El Hyundai Veloster no es desde luego un coche muy convencional. Para definirlo se podría decir que se trata de un compacto tipo coupé, si bien cuenta con la particularidad de que en lugar de cuatro puertas de acceso, tiene sólo tres. Originalidad, desde luego no le falta. El habitáculo, por otra parte, es bastante espacioso; dispone de unas plazas delanteras muy bien resueltas, mientras que detrás pueden viajar tres pasajeros sin demasiadas apreturas siempre que no sean demasiado altos —los que midan por encima de
Por su parte, Mini Coupé tampoco tiene un diseñó nada convencional. Es más, la idea de desarrollar un coupé a partir del Mini puede parecer un tanto descabellada, que muy pocos se atreverían a desarrollar. El resultado es un vehículo que no deja indiferente a nadie, que tiene muy poco sentido desde el punto de vista práctico, pero con el que es prácticamente imposible pasar desapercibido y esto es precisamente lo que se ha buscado con este modelo. Una nueva vuelta de tuerca al filón que ha supuesto el Mini para BMW. Un coche que a la marca le ha costado desarrollar «cuatro pesetas», pero con el que se aumenta el abanico de posibilidades de una marca que tiene en la originalidad su mejor aliado. Evidentemente se trata de dos coches de capricho, de esos que entran por los ojos. Por potencia y prestaciones no son muy comparables, pero si lo son si uno se fija en el precio. Los dos se pueden comprar por poco más de 20.000 € con el motor
El Mini Coupé es un estricto dos plazas, si bien es verdad que ofrece un maletero bastante más amplio que el del Mini que todos conocemos y que roza los
Todo lo contrario ocurre con el con la nuevo cambio de doble embrague que Hyundai ha estrenado en el Veloster. Este es muy suave en las inserciones también muy rápido, lo que se aprecia especialmente en el modo manual. En este caso, si el coche se va a emplear con asiduidad en desplazamientos urbanos, el cambio de doble embrague es una opción muy recomendable, pero si habitualmente se rueda por carretera y sobre todo si lo que se pretende es disfrutar de la conducción, tengo claro que me quedaría con la caja manual, dado que esta cuenta con un selector rapidísimo, súper preciso y muy suave en el manejo. Además, hay que tener en cuenta que en conducción deportiva
Aunque no tardará en llegar un propulsor 1.6 turbo de similar rendimiento al que monta el Mini Cooper S, el 1.6 atmosférico de inyección directa y 140 CV que monta el Veloster, se muestra siempre muy voluntarioso. Lógicamente el rendimiento no se puede comparar con el de su oponente, pero su funcionamiento es suave y muy agradable, responde bien desde bajas vueltas, ofrece una notable capacidad para recuperarse a medio régimen y se estira con fuerza y sin rechistar hasta el corte de encendido que se sitúa en torno a 6.700 rpm.
En todo momento el Veloster es un coche muy cómodo de conducir. Los mandos están suaves, el tacto de la mecánica es muy bueno y manejarlo es siempre un placer. Por si esto fuera poco, la sensación es la de estar a los mandos de un coche de notable calidad, que transmite muy buenas sensaciones al volante. El tacto de la dirección es suave, pero muy preciso, ofrece un comportamiento bastante ágil y se inscribe con facilidad en los virajes. El tren trasero de ruedas tiradas unidas por un eje torsional, aunque no es en ningún momento nervioso, responde bien a los cambios de apoyo y lo único que no convence es que en zonas bacheadas tienen a rebotar ligeramente, lo que pone en evidencia un diseño un tanto vetusto, sobre todo si se compara con los modernos esquemas multibrazo. El Veloster es divertido y eficaz en conducción deportiva, pero también recibiría de buen grado unos amortiguadores algo más duros en extensión; es evidente que el confort de marcha se ha tenido muy e cuenta a la hora de definir la puesta a punto.
No hace falta rodar muchos kilómetros para darse cuenta que este es un aspecto que, como es norma en las realizaciones de la marca, pasa a un segundo plano en el caso del Mini, máxime en una versión de marcado talante deportiva como es esta. Como se puede imaginar, se trata de un coche muy ágil y ratonero, que se inscribe por el ojo de una aguja con una facilidad y rapidez asombrosa. Emoción no falta a los mandos, en un coche con el que se puede disfrutar muchísimo y especialmente en los trazados más sinuosos, donde demuestra además una gran eficacia, como se ha podido comprobar en la pista del INTA. El Mini tiene a subvirar en los virajes más cerrados, donde conviene además modular con dulzura el pedal del gas para evitar pérdidas de motricidad, mientras que la trasera se insinúa con facilidad en los cambios de apoyo. Esto redunda en la agilidad del coche, si bien es verdad que lo hace siempre con dulzura y sin sobresaltos, sobre todo si se mantienen conectadas las ayudas a la conducción.
Evidentemente si además de buscar un coche diferente, lo que se pretende es disfrutar al máximo de la conducción y cualquier aspecto práctico pasa a un segundo plano, el Mini Coupé reporta más satisfacciones tanto si se escogen las versiones más caras como las que protagonizan estas páginas, o si uno se conforma con otras más modestas que ambos ofrecen. Ahora bien, si además de originalidad, se busca un coche algo más práctico, confortable y apropiado para viajes de largo recorrido, el Veloster puede resultar más lógico. En cualquier caso, se trata de coches que se compran por capricho, amor a primera vista y lo normal es que al cliente le surjan pocas dudas al respecto.