Desde hace años la cosa no pintaba bien en gasolina en
Quien nos siga con frecuencia sabrá que la nueva generación de Ford nos dio una pequeña sorpresa: aquel 2.0 TDCi/163 con el cambio Powershift (el primer Ford Focus de nueva generación que pasó por nuestras manos) no resultó ser el Focus que muchos esperábamos. Esta nueva versión, sin sobrepeso mecánico ni desequilibrio de suspensión y, sobre todo, gracias al nuevo motor de gasolina Ecoboost, cambia radicalmente el panorama. Por suerte, aquella versión es la excepción en
Salimos del duelo habitual TDCI/TDi y entramos a comparar versiones de potencia y rendimiento que añaden un componente adicional al coche: aquí se llega, probablemente, buscando algún tipo de emoción y estímulo en la conducción, sea a nivel mecánico o de chasis, o, en su defecto, un refinamiento extra sobre los Diesel. Hasta la fecha, Ford no tenía rival para los TSi de VW. Ahora los nuevos Ecoboost son un capítulo aparte. Aún con cierto planteamiento deportivo, VW deja en opción una amortiguación convencional todavía más firme, alternativa que no admite Ford, lo cual le hace algo más sensible a cualquier posible monta de ruedas mayor (totalmente desaconsejable, por cierto) que la que ofrece de serie —de 17 pulgadas—.
Resulta clara la mayor suavidad de amortiguación del Focus, aunque no tanto la superioridad del Golf en comportamiento dinámico. Efectivamente, esa mayor solidez de amortiguación del VW implica un mejor control de cintura en los cambios de apoyo, del mismo modo que la dirección electromecánica del Golf permite sentir más y mejor lo que sucede entre rueda y asfalto, advirtiéndose de manera clara el inicio del deslizamiento del tren delantero, mientras que en el Focus se siente la deformación de neumático antes que la llegada del subviraje en sí, tal vez porque tendemos a corregirlo antes de que suceda. Buscar los límites con uno u otro implica aprovechar en más de un 80 por ciento las posibilidades del motor, donde de verdad el Golf puede marcar distancias mediante una electrónica menos restrictiva, un tren delantero que, ya en apoyo se muestra algo más incisivo y una zaga que redondea y avisa sin sobresaltos. Eficacia asegurada con sobresaliente en el peor de los casos. Una garantía para ir cómodo, ir rápido o ambas cosas.
Prometían dar la campanada con la generación de motores Ecoboost pero el
Todo aluminio, llega desdoblado en dos versiones, con una muy equilibrada variante de 150 CV y otra de orientación más deportiva con 180 CV. En VW, toda una referencia, una joya en miniatura con una sobrealimentación doble —ya saben, un turbo más un compresor volumétrico gestionados por una compleja electrónica y canalización de válvulas y tuberías— también desdoblada no ya en diferentes niveles de potencia, sino también perfiles de funcionamiento: más deportivo y temperamental, por ejemplo, en el Audi A1 TFSi de 185 CV o en el Polo GTi. Más suave y turístico —claramente más— en este Golf, con 160 CV oficiales. Diferencias de rendimiento que se logran mediante «vuelta» de tuerca sobre una misma base, así que no es de extrañar que cuando el 1.4 TSi pisa nuestro banco de potencia se vuelque para dar todo cuanto realmente esconde: más de 180 CV reales… ¿Será así en todas las unidades que salen de fábrica?
Poco más o menos le pasa al 1.6 Ecoboost cuyas restricciones electrónicas sobre el 180 CV no le impiden ir más allá de los límites teóricamente impuestos por la marca, desmarcándose con 13 CV adicionales. Peso similar, idénticos desarrollos de transmisión en sus cajas de seis marchas… Aceleración al margen —una mera manifestación de la relación peso/ potencia—, el Focus se impone al dato, sobre todo el de recuperaciones, el ejercicio que realmente determina la rapidez de un coche, pero también al tacto. También suena más deportivo. Más cilindrada, más par. Al golpe de acelerador el 1.6 Ecoboost responde con más tesón ganando metros y metros al rival, cuya sobrealimentación sólo aporta claras diferencias cuando se intenta usar a regimenes impropios: entre esas 1.000 y 1.500 revoluciones en las que el Ecoboost duda hasta levantar el vuelo con espontaneidad es donde el TSi hace valer su peculiar sobrealimentación.
Más allá de ese régimen, y hasta unas 4.000 rpm, el de Ford es todo empuje en contraste con una progresión muy lineal —demasiado— del propulsor de VW, siendo a partir de ese régimen cuando las cosas se igualan, determinado la zona más y menos buena del Ecoboost.
Ford Focus 1.6 Ecoboost/150
- Precios competitivos
- Respuesta y rendimiento mecánico
- Buen equilibrio de chasis
VW Golf 1.4 TSi/160
- Rendimiento del motor
- Comportamiento dinámico
- Habitáculo (espacio y calidad)
Ford Focus 1.6 Ecoboost/150
- Ajustes de algunas piezas interiores
- Arranque Stop&Start algo brusco
- Volumen de maletero (si lleva rueda de repuesto)
VW Golf 1.4 TSi/160
- Precio elevado
- Motor lineal, no deportivo
- Ruido cuando se “acopla" el compresor
— Cara a cara
Desde hace años la cosa no pintaba bien en gasolina en
Quien nos siga con frecuencia sabrá que la nueva generación de Ford nos dio una pequeña sorpresa: aquel 2.0 TDCi/163 con el cambio Powershift (el primer Ford Focus de nueva generación que pasó por nuestras manos) no resultó ser el Focus que muchos esperábamos. Esta nueva versión, sin sobrepeso mecánico ni desequilibrio de suspensión y, sobre todo, gracias al nuevo motor de gasolina Ecoboost, cambia radicalmente el panorama. Por suerte, aquella versión es la excepción en
Salimos del duelo habitual TDCI/TDi y entramos a comparar versiones de potencia y rendimiento que añaden un componente adicional al coche: aquí se llega, probablemente, buscando algún tipo de emoción y estímulo en la conducción, sea a nivel mecánico o de chasis, o, en su defecto, un refinamiento extra sobre los Diesel. Hasta la fecha, Ford no tenía rival para los TSi de VW. Ahora los nuevos Ecoboost son un capítulo aparte. Aún con cierto planteamiento deportivo, VW deja en opción una amortiguación convencional todavía más firme, alternativa que no admite Ford, lo cual le hace algo más sensible a cualquier posible monta de ruedas mayor (totalmente desaconsejable, por cierto) que la que ofrece de serie —de 17 pulgadas—.
Resulta clara la mayor suavidad de amortiguación del Focus, aunque no tanto la superioridad del Golf en comportamiento dinámico. Efectivamente, esa mayor solidez de amortiguación del VW implica un mejor control de cintura en los cambios de apoyo, del mismo modo que la dirección electromecánica del Golf permite sentir más y mejor lo que sucede entre rueda y asfalto, advirtiéndose de manera clara el inicio del deslizamiento del tren delantero, mientras que en el Focus se siente la deformación de neumático antes que la llegada del subviraje en sí, tal vez porque tendemos a corregirlo antes de que suceda. Buscar los límites con uno u otro implica aprovechar en más de un 80 por ciento las posibilidades del motor, donde de verdad el Golf puede marcar distancias mediante una electrónica menos restrictiva, un tren delantero que, ya en apoyo se muestra algo más incisivo y una zaga que redondea y avisa sin sobresaltos. Eficacia asegurada con sobresaliente en el peor de los casos. Una garantía para ir cómodo, ir rápido o ambas cosas.
Prometían dar la campanada con la generación de motores Ecoboost pero el
Todo aluminio, llega desdoblado en dos versiones, con una muy equilibrada variante de 150 CV y otra de orientación más deportiva con 180 CV. En VW, toda una referencia, una joya en miniatura con una sobrealimentación doble —ya saben, un turbo más un compresor volumétrico gestionados por una compleja electrónica y canalización de válvulas y tuberías— también desdoblada no ya en diferentes niveles de potencia, sino también perfiles de funcionamiento: más deportivo y temperamental, por ejemplo, en el Audi A1 TFSi de 185 CV o en el Polo GTi. Más suave y turístico —claramente más— en este Golf, con 160 CV oficiales. Diferencias de rendimiento que se logran mediante «vuelta» de tuerca sobre una misma base, así que no es de extrañar que cuando el 1.4 TSi pisa nuestro banco de potencia se vuelque para dar todo cuanto realmente esconde: más de 180 CV reales… ¿Será así en todas las unidades que salen de fábrica?
Poco más o menos le pasa al 1.6 Ecoboost cuyas restricciones electrónicas sobre el 180 CV no le impiden ir más allá de los límites teóricamente impuestos por la marca, desmarcándose con 13 CV adicionales. Peso similar, idénticos desarrollos de transmisión en sus cajas de seis marchas… Aceleración al margen —una mera manifestación de la relación peso/ potencia—, el Focus se impone al dato, sobre todo el de recuperaciones, el ejercicio que realmente determina la rapidez de un coche, pero también al tacto. También suena más deportivo. Más cilindrada, más par. Al golpe de acelerador el 1.6 Ecoboost responde con más tesón ganando metros y metros al rival, cuya sobrealimentación sólo aporta claras diferencias cuando se intenta usar a regimenes impropios: entre esas 1.000 y 1.500 revoluciones en las que el Ecoboost duda hasta levantar el vuelo con espontaneidad es donde el TSi hace valer su peculiar sobrealimentación.
Más allá de ese régimen, y hasta unas 4.000 rpm, el de Ford es todo empuje en contraste con una progresión muy lineal —demasiado— del propulsor de VW, siendo a partir de ese régimen cuando las cosas se igualan, determinado la zona más y menos buena del Ecoboost.
Ford Focus 1.6 Ecoboost/150
- Precios competitivos
- Respuesta y rendimiento mecánico
- Buen equilibrio de chasis
VW Golf 1.4 TSi/160
- Rendimiento del motor
- Comportamiento dinámico
- Habitáculo (espacio y calidad)
Ford Focus 1.6 Ecoboost/150
- Ajustes de algunas piezas interiores
- Arranque Stop&Start algo brusco
- Volumen de maletero (si lleva rueda de repuesto)
VW Golf 1.4 TSi/160
- Precio elevado
- Motor lineal, no deportivo
- Ruido cuando se “acopla" el compresor
— Cara a cara