Tanto los diseñadores como los hombres de márketing afinan sus armas hasta tal punto que la lucha entre los nuevos modelos y los ya asentados se celebra, hoy en día, en un palmo de terreno. La llegada al mercado del nuevo Skoda Fabia, sin embargo, puede romper el «status quo» de una categoría tan popular como competida.
El espionaje industrial, como el político o militar, ha marcado, de siempre, muchas de las decisiones de empresas que no lograban llevar la voz cantante en su campo de actuación. En las últimos semanas, ha salido a la luz una campaña de precios concertada entre compañías petrolíferas y, una vez enfrentados nuestros tres protagonistas, nos recorre la mente una idea que podría situarse a caballo entre las dos primeras frases de este texto. Porque las diferencias entre estos tres rivales directos realmente sólo aparecen cuando son exprimidos a un nivel donde el usuario normal no siente necesidad de llevarlos. En el uso diario, en el tráfico de nuestras vías, hay que ser muy experto para extraer diferencias dinámicas sensibles entre ellos.
El modelo más reciente, el Skoda Fabia no es un 'best seller' en nuestro país. Poco a poco ha encontrado un hueco entre tanto rival a base de demostrar a cada dueño que las pautas seguidas por la marca checa son las correctas. Su mayor lastre, desde su primera aparición, ha sido la estética y, por fin ahora, puede mostrar un aspecto atractivo, se mire desde donde se mire. Una de las medidas tomadas para ello es el incremento de anchura, el recorte en la altura y el mantenimiento de la longitud, siempre bajo la premisa de que la plataforma utilizada es una derivación de la pretérita, y no la ya famosa MQB de múltiple utilización en el Grupo Volkswagen.
Cuatro en vez de tres
Esta versión de 110 CV con funcionamiento a gasolina posee, escondido bajo su capó, uno de los múltiples motores germanos con apellido TSI. En este caso es un tetracilíndrico con inyección directa y sobrealimentado por turbocompresor. Como buen propulsor 'downsizing', se exprime de maravilla desde los primeros momentos. De hecho, su par máximo lo ha conseguido a menos de 1.700 rpm. ¡Ni que fuera un turbodiésel! Casi como tal, su zona alta no es especialmente brillante, quedando en las 5.000 rpm el punto a partir del cual no merece mucho la pena insistir antes de cambiar de marcha. Otro de los recién llegados, el Opel Corsa, anuncia una potencia homologada cinco caballos mayor que, en nuestro banco de potencia, se han dilatado hasta casi once. Sin embargo, en lo relativo al par las cifras son muy similares.
¿Qué conclusión sacamos? Pues, simplemente, que en la zona de más rápido giro del motor, el propulsor del Opel es algo más brillante. Por otro lado, los más de cien kilogramos de exceso que ha demostrado el Corsa en nuestras básculas son decisivos, negativamente, a la hora de acelerar —además de su peor motricidad en los primeros metros—, quedando retrasado en lo que a aceleración pura se refiere. Sin embargo, en el tráfico abierto, las diferencias son mínimas. Por su parte, el Ford es, de los tres, el que más potencia homologa y, en el banco, mantiene casi 20 CV más que el Skoda. También posee cerca de un 10 por ciento extra de par en su momento de mayor vitalidad. Pero, este Fiesta, asocia este pletórico propulsor a una caja de cambios de cinco relaciones, por lo que, yendo a una velocidad determinada, suele girar el motor a un régimen inferior al de sus rivales, al tener desarrollos más largos en cada marcha y superiores saltos entre ellas. ¿El resultado? Pues que no traslada al cronómetro la ventaja en par y potencia que posee. Prácticamente, empata con el Fabia a la décima, pese a la mencionada diferencia mecánica y a que sus pesos respectivos son casi calcados.
Moderados
Ya que hablamos de pesos, de nuevo éste es un factor primordial a la hora de pasar más o menos frecuentemente por la gasolinera. Pero, también, el exceso de fricción que supone una caja de cambios con una relación extra. Ésa es la consecuencia que extraemos de las cifras de consumo obtenidas que, en sí mismas, no son especialmente dispares pero que colocan al Ford como el más austero. Ligero como el que más, y con sólo cinco marchas, se encarama al galardón del más ahorrador, pese a tener el motor más potente, de largo. El Skoda, que en la báscula se torna el más ligero —por poco, eso sí—, no logra rentabilizar esta ventaja y se convierte en el que más gasta en una utilización mixta, aunque sea por una cantidad mínima. Ese cuarto cilindro, que sus rivales han desechado, parece ser la causa.
Si de versiones con motores de gasolina sobrealimentados tratamos, se supone que sus creadores les han imbuido un toque de dinamismo superior al clásico de turismos simplemente urbanos o viajeros. De hecho, sólo la visión de su ornamentación interior y exterior así lo atestigua. Por ello, hemos decidido darnos, con cada uno de ellos, unas vueltas al circuito rutero del INTA —Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial— para explorar sus límites sin estar más pendientes de ojos electrónicos ocultos tras arbustos o escondites de otro tipo. Cierto es que no son modelos destinados a este uso, pero también lo es que en unos pocos kilómetros encuentras sus limitaciones sin necesidad de arriesgar el bolsillo, el carné o la propia libertad.
Extrayendo conclusiones
Y, en estas condiciones, el mejor adaptado a un uso extremo ha sido el Fiesta, cuya respuesta del bastidor nos ha sorprendido como la de un verdadero deportivo. Dirección muy precisa, poco balanceo de la carrocería, excelente motricidad y un adecuado equilibrio entre los dos trenes para conseguir una notable efectividad sin exigir al conductor unas dotes de piloto. Por detrás del modelo de la firma del óvalo hemos de colocar al Fabia, cuya elasticidad en los reglajes de suspensión no nos lo hacía presagiar. Pero hemos de reconocer una excelente puesta a punto en todos los campos: amortiguación, flexibilidad, geometría de suspensión.
Esto hace que el Skoda ruede rápido y fácil por las curvas, sin necesidad de poseer potencia extra. No queremos dejar de decir que los frenos de disco traseros disponibles en la unidad de pruebas exigen un pequeño desembolso pecuniario que es totalmente recomendable. Detrás de ambos, el Opel Corsa se muestra como el más turístico de los tres, con algunas pérdidas de motricidad cuando aplicamos todo el par motor a las ruedas delanteras y éstas no están en las condiciones ideales, y una dirección con la que tenemos que tratar de manera menos intuitiva.
Este hecho tiene su contraprestación en el uso diario, donde el Corsa gana muchos enteros frente a su antecesor y, en este enfrentamiento, al Fiesta. Muy agradable y suave en su conducción, absorbe más suavemente los baches que el Ford aunque sus asientos nos han gustado un poco menos que los del Fiesta. En este apartado, el Fabia se encuentra en un ideal punto medio, con, también, excelentes asientos, y una agradable capacidad de absorción de irregularidades. La habitabilidad es otro gran acierto del Skoda, con mucha altura disponible detrás y suficiente espacio para las piernas, además de un amplio maletero
Así hacemos las pruebas