El Infiniti Q50 estrena muchas cosas. La primera de ellas su denominación: es el primer Infiniti que aparece bajo la nueva nomenclatura que se irá incorporando a los futuros modelos (la Q para las berlinas y la QX para los SUV) de la marca. Segunda, pero no por ello menos interesante, novedad: tiene una versión dotada de un motor turbodiésel (algo inédito en Infiniti) con la que quieren conquistar el corazón de muchos potenciales clientes. A todo esto, se suma la presencia de una dirección con control electrónico, una doble pantalla multifunción ubicada en el salpicadero y unos cuantos avances tecnológicos más. Pero vayamos por partes.
La novedad más importante del nuevo Q50 es, sin lugar a dudas, la presencia de una variante Diesel. Es con ella con la que, de verdad, Infiniti va a dar el salto en el número de ventas ya que, además de las ventas a particulares, pueden entrar en el mundo de las empresas, renting, leasing, etc... Y ahí hay un buen trozo del pastel total de las ventas. Para esta primera incursión en el mundo del turbodiésel, Infiniti ha echado mano, curiosamente, de una de las marcas a las que quiere quitar ventas: nada menos que a Mercedes. El motor 2,2 y la transmisión son las mismas que la marca de la estrella monta en su Clase C. Según Infiniti, en el motor introducen elementos diferenciadores como la entrada de aire, el sistema de refrigeración, el cárter, los soportes motor y la unidad electrónica de mando del motor, ECU. Parece un contrasentido que sea Mercedes la que facilite a Infiniti armas para competir con ellos, pero en el mundo de los negocios las cuentas finales son por las que se rigen las empresas y, suponemos, que al fabricante alemán le han salido los números. Además, no olvidemos que Mercedes utiliza motores Renault en sus Clase A, con lo que el "’ntercambio de cromos’ está servido. Hoy por ti, mañana por mí... y ambos ganamos dinero. Chapó.
El motor turbodiésel de Mercedes no es el más refinado del mercado, pero cumple con todo lo que se puede pedir a este tipo de mecánicas. Es muy contenido en su consumo, tiene una buena facilidad para subir de vueltas desde bajas revoluciones y hace gala de una buena autonomía de uso. Es cierto que se nota que es un Diesel, sobre todo en frío, en sus vibraciones o en su sonido, pero está dentro de los límites que se pueden considerar "aceptables" para un modelo de esta categoría.
Junto con su motor Diesel, el Q50 estrena también una dirección electrónica en la que no hay un acoplamiento directo entre el volante y la cremallera. Su funcionamiento está regulado por tres centralitas (una manda y las otras dos aprueban la orden) que hacen girar las ruedas mediante dos motores eléctricos situados en los extremos de la cremallera. Así, al no contar con una conexión directa, los baches no influyen en el volante (podemos dar fe de ello, puesto que hicimos un ejercicio para comprobarlo) y las típicas correcciones que hay que hacer cuando hay viento lateral las realiza el sistema automáticamente. Su tacto es un tanto artificial, bien es cierto, pero una vez acostumbrados a ello, resulta una ayuda muy estimable. Se puede configurar tanto su dureza como la rapidez, con lo que podemos adecuar el tacto de la misma al gusto o las necesidades de cada momento.
La otra versión mecánica que estará disponible desde su lanzamiento es el híbrido que combina un motor V6 de gasolina de 3,5 litros de cilindrada con otro eléctrico y que anuncia una potencia máxima de 364 CV. Este modelo es todo suavidad. La presencia del motor eléctrico hace que los arranques desde parado se realicen con total suavidad y con ausencia de ruido, y una vez que el motor de explosión entra en funcionamiento, lo hace ‘de puntillas’, sin que apenas el conductor se dé cuenta de ello. Y aquí radica uno de los principales puntos fuertes de este modelo: su finura y suavidad en la conducción.
Cuando pisamos el acelerador a fondo, el motor emite un sonido muy armónico; no es el de un deportivo, pero suena a música celestial. La rapidez con que sube de vueltas y la buena gestión del cambio automático de siete relaciones hacen que en carretera se pueda disfrutar, y mucho, de su conducción. Los adelantamientos se realizan de manera fulgurante y la respuesta del motor al acelerador es inmediata. La presencia de las levas tras el volante para realizar los cambios ponen su ‘punto deportivo’, pero lo cierto es que no hace falta ir jugando mucho con ellas, ya que la gestión de la caja en modo automático es muy buena. Las baterías van alojadas tras el respaldo del asiento trasero con lo que se pierden alrededor de 100 litros de capacidad en el maletero y se imposibilita el plegado del respaldo. No se puede tener todo en esta vida.
En el habitáculo nos encontramos con un salpicadero presidido por la doble pantalla táctil. La superior es donde aparece el mapa de navegación y en la inferior están colocados todos los iconos de las diferentes funciones que se pueden manejar. Todo muy intuitivo y muy al estilo de lo que una tablet nos ofrece. Los asientos delanteros son cómodos y en la parte trasera hay un buen espacio para los ocupantes (su batalla es la más grande de la categoría), sobre todo en el punto en el que suelen fallar sus rivales: el espacio para las piernas. En el Q50 hay un razonable espacio y no se llega a dar con las rodillas en el respaldo del asiento delantero, incluso teniendo una buena talla.