Citroën DS5 2.0 HDI 160 Sport aut vs Volkswagen CC 2.0 TDI 170 DSG

Buscan la exclusividad y la diferenciación en su diseño, pero cada uno a su manera. Frente al clasicismo elegante del CC, el DS5 apuesta por una moderna línea que no deja indiferente a nadie. ¿Con cuál te quedas?

Citroën DS5 2.0 HDI 160 Sport aut vs Volkswagen CC 2.0 TDI 170 DSG
Citroën DS5 2.0 HDI 160 Sport aut vs Volkswagen CC 2.0 TDI 170 DSG

Su imagen lo dice todo, estamos ante dos modelos que se alejan de lo convencional. Son una buena opción para quien busque algo diferente, con cierta exclusividad, y que al mismo tiempo quiera conservar los aspectos prácticos de una berlina más tradicional. El Volkswagen CC, por ejemplo, destaca por sus proporciones de coupé. Es muy bajo y largo, pero cuenta con cuatro puertas para no condicionar el acceso a las plazas traseras. El Citroën DS5 es más difícil de definir, ya que mezcla enfoques diferentes, entre ellos una carrocería de dos volúmenes bastante alta, a medio camino entre berlina y crossover, con una estética bastante deportiva y un diseño muy trabajado que también afecta al interior. De hecho, sus atrevidas soluciones, la disposición de algunos de sus mandos, o la configuración de sus tres techos de cristal —dos delanteros y uno trasero—, llegan a recordar a un concept-car, aunque salvando las distancias en cuanto a materiales empleados. Como contrapartida a este aparente despliegue estético, en algún caso la utilización de sus sistemas resulta poco intuitiva o confusa, sobre todo al principio. Todo lo contrario ocurre en el CC, que basa su diseño interior en la sencillez —quizá demasiado— a la que nos tiene acostumbrados Volkswagen, de manera que resulta intuitivo desde el primer momento.

Siguiendo con sus interiores, el Volkswagen CC ahora se puede solicitar con cinco plazas en lugar de cuatro, que era la configuración inicial que ofrecía el Passat CC. El asiento central trasero es algo incómodo a causa del túnel central, pero puede sacarnos de un apuro. La anchura disponible, por otra parte, es mayor en el DS5, si bien los pasajeros traseros no disponen de tanto espacio como en el CC, ni para estirar las piernas ni para introducir los pies por debajo del asiento delantero. El acceso a dichas plazas está más conseguido en el CC, que cuenta con una carrocería más larga y con puertas de mayor tamaño. En el DS5, por el contrario, el hueco para pasar es menor, además las puertas tienen un contorno muy intrusivo en la parte trasera. Para acceder a la zona delantera se invierten los papeles, pues la mayor altura del DS5 hace que tengamos que doblar menos el cuerpo al entrar y salir. En cuanto a maleteros, el portón del DS5 marca la diferencia en practicidad en el caso de tener que transportar algo voluminoso. El hueco de la boca de carga del Volkswagen CC está muy limitado en altura, ya que no llega a los 50 centímetros. A cambio ofrece muchísimos litros de capacidad y unos prácticos ganchos para colgar bolsas, así como dos tiradores que permiten abatir los respaldos traseros desde fuera del coche sin apenas esfuerzo. También cuenta con la posibilidad de abrir la tapa del maletero sin emplear las manos, simplemente pasando un pie por debajo del parachoques mientras tenemos la llave en el bolsillo. 

A la hora de salir a carretera muestran una personalidad muy marcada y diferenciada, aunque ninguno está exento de cierta deportividad. En ambos casos estamos ante bastidores muy trabajados, aunque el DS5 invita a una conducción algo más dinámica. Su tarado de suspensión es más duro, algo que combinado con las llantas de perfil bajo que lleva de serie da como resultado un menor confort, pero una gran precisión de guiado. Transmite mucha confianza porque es muy directo, en parte debido a una dirección bastante rápida, y cuando parece que hemos llegado al alto límite de su tren delantero, el trasero redondea el giro aportando un gran equilibrio que posibilita aún mayor velocidad de paso por curva. En el caso del CC, su dirección no parece variar respecto a la del Passat, de modo que no tiene una desmultiplicación que podamos considerar deportiva. Sin embargo, su eje trasero es más direccional en todo momento, incluso a poca velocidad, y una vez que apoya hace que tengamos que girar menos el volante. Es menos inmediato a nuestras órdenes que el DS5, pero también requiere menor concentración y precisión por nuestra parte. Y no por ello estamos ante un coche poco eficaz, sino todo lo contrario. Por otra parte, hay bastante diferencia de dureza entre los tres modos de la suspensión pilotada y, aunque la agilidad es básicamente la misma en cualquiera de los tres, si seleccionamos la posición Sport lograremos unas sensaciones algo más deportivas, pues se eliminan en gran medida las leves oscilaciones de la carrocería, aunque a costa de sacrificar una gran parte de confort en asfaltos que no estén en perfecto estado. 

El apartado mecánico es más que solvente en ambos casos, a pesar de recurrir a transmisiones muy distintas. El cambio automático de convertidor de par del DS5 funciona bastante bien, pero el DSG del CC resulta más inmediato y, en caso de utilizarlos en modo manual, es más satisfactorio. Eso sí, el motor del DS5 cuenta con mejor respuesta a pocas vueltas y su gestión del cambio sabe sacar partido de ello, lo que también aporta un alto agrado de conducción en condiciones normales.

Sin embargo, al pisar a fondo en busca de prestaciones es el DSG de doble embrague del Volkswagen CC el que mejor partido saca de un propulsor con mejor zona alta —es brillante entre 3.000 y 4.000 vueltas—, a pesar de que sus bajos no sean tan contundentes como los del Citroën. Por otra parte, el consumo urbano es el punto débil del DS5 (8,6 l/100 km, frente a 7,4 del CC), aunque prácticamente iguala al CC a la hora de salir a carretera (5,7 y 5,6 l/100 km, respectivamente). Su gasto medio se sitúa en 6,9 l/100 para el Citroën, y 6,3 l/100 km en el caso del Volkswagen. A esto hay que sumar que el alemán, con 10 litros más de depósito, consigue una autonomía media de unos 1.100 km, frente a 870 del francés, cifra más que respetable para realizar largos desplazamientos sin pasar por la gasolinera.

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Su imagen lo dice todo, estamos ante dos modelos que se alejan de lo convencional. Son una buena opción para quien busque algo diferente, con cierta exclusividad, y que al mismo tiempo quiera conservar los aspectos prácticos de una berlina más tradicional. El Volkswagen CC, por ejemplo, destaca por sus proporciones de coupé. Es muy bajo y largo, pero cuenta con cuatro puertas para no condicionar el acceso a las plazas traseras. El Citroën DS5 es más difícil de definir, ya que mezcla enfoques diferentes, entre ellos una carrocería de dos volúmenes bastante alta, a medio camino entre berlina y crossover, con una estética bastante deportiva y un diseño muy trabajado que también afecta al interior. De hecho, sus atrevidas soluciones, la disposición de algunos de sus mandos, o la configuración de sus tres techos de cristal —dos delanteros y uno trasero—, llegan a recordar a un concept-car, aunque salvando las distancias en cuanto a materiales empleados. Como contrapartida a este aparente despliegue estético, en algún caso la utilización de sus sistemas resulta poco intuitiva o confusa, sobre todo al principio. Todo lo contrario ocurre en el CC, que basa su diseño interior en la sencillez —quizá demasiado— a la que nos tiene acostumbrados Volkswagen, de manera que resulta intuitivo desde el primer momento.

Siguiendo con sus interiores, el Volkswagen CC ahora se puede solicitar con cinco plazas en lugar de cuatro, que era la configuración inicial que ofrecía el Passat CC. El asiento central trasero es algo incómodo a causa del túnel central, pero puede sacarnos de un apuro. La anchura disponible, por otra parte, es mayor en el DS5, si bien los pasajeros traseros no disponen de tanto espacio como en el CC, ni para estirar las piernas ni para introducir los pies por debajo del asiento delantero. El acceso a dichas plazas está más conseguido en el CC, que cuenta con una carrocería más larga y con puertas de mayor tamaño. En el DS5, por el contrario, el hueco para pasar es menor, además las puertas tienen un contorno muy intrusivo en la parte trasera. Para acceder a la zona delantera se invierten los papeles, pues la mayor altura del DS5 hace que tengamos que doblar menos el cuerpo al entrar y salir. En cuanto a maleteros, el portón del DS5 marca la diferencia en practicidad en el caso de tener que transportar algo voluminoso. El hueco de la boca de carga del Volkswagen CC está muy limitado en altura, ya que no llega a los 50 centímetros. A cambio ofrece muchísimos litros de capacidad y unos prácticos ganchos para colgar bolsas, así como dos tiradores que permiten abatir los respaldos traseros desde fuera del coche sin apenas esfuerzo. También cuenta con la posibilidad de abrir la tapa del maletero sin emplear las manos, simplemente pasando un pie por debajo del parachoques mientras tenemos la llave en el bolsillo. 

A la hora de salir a carretera muestran una personalidad muy marcada y diferenciada, aunque ninguno está exento de cierta deportividad. En ambos casos estamos ante bastidores muy trabajados, aunque el DS5 invita a una conducción algo más dinámica. Su tarado de suspensión es más duro, algo que combinado con las llantas de perfil bajo que lleva de serie da como resultado un menor confort, pero una gran precisión de guiado. Transmite mucha confianza porque es muy directo, en parte debido a una dirección bastante rápida, y cuando parece que hemos llegado al alto límite de su tren delantero, el trasero redondea el giro aportando un gran equilibrio que posibilita aún mayor velocidad de paso por curva. En el caso del CC, su dirección no parece variar respecto a la del Passat, de modo que no tiene una desmultiplicación que podamos considerar deportiva. Sin embargo, su eje trasero es más direccional en todo momento, incluso a poca velocidad, y una vez que apoya hace que tengamos que girar menos el volante. Es menos inmediato a nuestras órdenes que el DS5, pero también requiere menor concentración y precisión por nuestra parte. Y no por ello estamos ante un coche poco eficaz, sino todo lo contrario. Por otra parte, hay bastante diferencia de dureza entre los tres modos de la suspensión pilotada y, aunque la agilidad es básicamente la misma en cualquiera de los tres, si seleccionamos la posición Sport lograremos unas sensaciones algo más deportivas, pues se eliminan en gran medida las leves oscilaciones de la carrocería, aunque a costa de sacrificar una gran parte de confort en asfaltos que no estén en perfecto estado. 

El apartado mecánico es más que solvente en ambos casos, a pesar de recurrir a transmisiones muy distintas. El cambio automático de convertidor de par del DS5 funciona bastante bien, pero el DSG del CC resulta más inmediato y, en caso de utilizarlos en modo manual, es más satisfactorio. Eso sí, el motor del DS5 cuenta con mejor respuesta a pocas vueltas y su gestión del cambio sabe sacar partido de ello, lo que también aporta un alto agrado de conducción en condiciones normales.

Sin embargo, al pisar a fondo en busca de prestaciones es el DSG de doble embrague del Volkswagen CC el que mejor partido saca de un propulsor con mejor zona alta —es brillante entre 3.000 y 4.000 vueltas—, a pesar de que sus bajos no sean tan contundentes como los del Citroën. Por otra parte, el consumo urbano es el punto débil del DS5 (8,6 l/100 km, frente a 7,4 del CC), aunque prácticamente iguala al CC a la hora de salir a carretera (5,7 y 5,6 l/100 km, respectivamente). Su gasto medio se sitúa en 6,9 l/100 para el Citroën, y 6,3 l/100 km en el caso del Volkswagen. A esto hay que sumar que el alemán, con 10 litros más de depósito, consigue una autonomía media de unos 1.100 km, frente a 870 del francés, cifra más que respetable para realizar largos desplazamientos sin pasar por la gasolinera.

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