Bugatti Veyron 16.4 Super Sport World Record Edition

AUTOMÓVIL con mayúsculas. Por primera vez y de forma exclusiva probamos el automóvil superlativo por antonomasia. Con 1.200 CV, 431 km/h de velocidad punta y un precio de 2,3 millones de euros no podía ser otro que el Bugatti Veyron 16.4 Super Sport World Record Edition.

Bugatti Veyron 16.4 Super Sport World Record Edition
Bugatti Veyron 16.4 Super Sport World Record Edition

Los 431 km/h de velocidad máxima excitan las ondas cerebrales generando infinitas ecuaciones para poder explicarlo: ni siquiera seis VW Polo GTI llegan a sumar la fuerza que desarrolla éste portento de la tecnología, que con 1.200 CV y 153 mkg es capaz de cambiar la concepción del mundo del equipo de pruebas.

El motor de arranque toca su estridente música durante dos largos segundos, el tiempo que tardan los 16 cilindros en comprimir el volumen de sus 7.883 centímetros cúbicos. Y mientras tanto, los cuatro turbocompresores se mantienen a la espera. A través de la pequeña ventanilla trasera se puede escuchar el relajado ronroneo del monstruoso W16. Según el medidor de prestaciones, tan sólo 50 CV son suficientes para ponerlo en el centro de todas las miradas con la ayuda de la sofisticada caja de cambios de doble embrague. Los engranajes manejan  internamente con soltura los cerca de 40,8 mkg que salen de la caja de cambios en primera relación pero, de momento, su doble embrague parece un poco tosco cambiando de marchas a bajas revoluciones hasta ponerlo en el lugar elegido de la pista del aeropuerto de Lahr (Alemania)

Elegimos una vía recta como una flecha para poner en marcha la ceremonia de apertura: pie izquierdo sobre el freno, “launch control" activado… Y gas a fondo. La bestia hace notar su incomodo con el resoplido de su parte trasera mientras aumenta la presión de los conductos de admisión hasta 1,5 bares, sube hasta las 3.000 revoluciones y amenaza con estallar mientras bufa y reclama ser liberado con un golpeteo sordo.

Tres, dos, uno… Levantas el pie del freno y, como en un cohete, comienza el lanzamiento. La primera sensación es de desilusión. Ni el menor indicio de derrapaje fruto del incondicional sistema de tracción total. El brutal estallido de prestaciones se traduce en la mejor tracción posible perfectamente regulada. El diferencial hidráulico intermedio Haldex distribuye con temple la fuerza entre el eje trasero (el que asume siempre el mayor protagonismo) y el delantero. El poderoso súper deportivo está, a 30 km/h, incluso una centésima de segundo por detrás del Audi RS3 para pasar a continuación, tras un golpe sin escrúpulos en nuestras cervicales, a alterar la relación espacio-tiempo. Todas las agujas visibles del cuadro de instrumentos parecen sufrir un cortocircuito mientras que el cerebro lucha contra la inercia dentro del cráneo: en 2,7 segundos ya hemos alcanzado los 100 km/h. Prestaciones de F1… Puesta en la calle de la mano de uno de los fabricantes de deportivos más fascinante y exclusivo.

Pongamos algunas referencias. Un Polo GTI necesita 7,1 segundos para llegar a los 100 km/h desde parado. Para entonces el Bugatti ya ha devorado la marca de los 200 km/h. Tras 17,6 segundos el potente Bentley Continental Flying Spur Speed, con sus 610 CV, habrá llegado a los 200 km/h, cuando el Veyron habrá pasado de los 300 km/h incluso antes, dejando tras de si ¡979 metros! de asfalto.

El Super Sport sale desde parado con una aceleración de 1,2 g (fuerza G) como si se tratara de algo normal, empuja y suena como un jet y se queda en la aceleración de 0 a 300 km/h con salida parada por detrás de los datos de fábrica (14,6 segundos), básicamente por la tenaz resistencia a la desactivación que muestran los sistemas auxiliares. Con ellos, esta obra de arte de fibra de carbono y 2.026 kilos reduce su altura en 30 milímetros a partir de los 180 km/h y, con un sonido mecánico tosco, eleva frente al viento un monstruoso spoiler de 38 centímetros con una inclinación de 15 grados con el fin de ir abriéndose hueco contra el viento y aprovechar su fuerza para que éste le pegue contra el asfalto. Todo un espectáculo que se puede vivir desde dentro de habitáculo a través del retrovisor y que tiene como consecuencia que el Super Sport conserve el aplomo y se mantenga en línea recta por encima de los 300 con la misma consistencia que su primo hermano Golf a 80 km/h.

El Super Sport tiene muy buenos modales a pesar de su relativo delirio de grandeza. Para su peso y dimensiones, domina con agilidad el ‘slalom’ y las maniobras evasivas, no lleva el deslizamiento del eje delantero más allá de los límites y el ESP desconectable lo mantiene en la trazada cerrada. Sólo a la hora de frenar puede parece conceder alguna debilidad. Los 36,7 metros de distancia de frenado desde 100 km/h están bien, pero no son nada extraordinarios para los discos de carbono con los que va equipado. A cambio, resistencia, resistencia y resistencia. Cuando un coche anda al nivel del este Bugatti sólo se le puede pedir a Dios que sus frenos estén a la altura. 

Un compromiso a favor de los buenos modales con una fuerza de frenado que se puede dosificar con el mismo tacto que en un turismo.  La dirección, por su parte, es rápida y directa al estilo de un buen GTI. Y la amortiguación, a pesar de su dureza, tiene un aceptable compromiso para la comodidad en paseos cotidianos, si es que admite esa denominación moverse en semejante automóvil. 

Estos ejercicios intrascendentes forman parte del programa obligatorio por el que han de pasar los cinco ejemplares de la serie limitada y ya vendida del World Record Edition, sentados en una cabina de pilotaje oscura, de corte poco opulento pero con una ergonomía impecable. Rodeados de interruptores e indicadores en negro mate, cuero de la mejor calidad y fibra de carbono y abrazados por unos asientos deportivos cómodos y de regulación manual. Por el precio extra que hay que pagar por el acabado exterior visto de la carrocería de carbono te podrías comprar un Lexus LFA, pero a cambio el patrón de la exclusiva malla es tan preciso como el de un bordado de alta costura.

El súper deportivo de Molsheim se permite anteponer la arrogancia a la importancia de los detalles prácticos – dejando el precio aparte – sólo en su moderado campo de visión y en el exuberante radio de giro. Y en el hecho de que el volumen de sus cuatro turbos es mayor que el espacio disponible en el maletero, que con 38 litros apenas dan para guardar un casco.

  • Cilindrada: 7.993 cm³
  • Alimentación: Inyección directa con turbocompresor
  • Potencia máxima: 1.200 CV a 6.400 rpm
  • Transmisión: Tracción total
  • Frenos del/tras: Discos
  • Velocidad máxima: 431 km/h
  • 0-100 km/h: 2,5 sg
  • Consumo: 23,1 l/100 km