La flexibilidad de las plataformas actuales es algo cada vez más habitual, ya que permite a los fabricantes de automóviles ahorrar costes de desarrollo y producción compartiendo un gran número de componentes. Ahora bien, ¿hasta qué punto se puede dar a cada coche una personalidad propia y bien definida? Nuestros dos protagonistas podrían responder a esta pregunta. A pesar de tratarse de tipologías de automóvil completamente diferentes, parten de una misma base y tienen en común más de lo que podría parecer a simple vista. Por si fuera poco, hemos elegido configuraciones mecánicas idénticas, ambos con tracción total, cambio automático de 8 velocidades y motor 2.0 turbodiésel de 190 CV. Seguramente, por cuestión de gustos o necesidades personales ya tengas decidido de antemano cuál te quedarías, pero, ¿y si por el precio de un BMW X1 pudieras tener un BMW Serie 2 Active Tourer algo más equipado? ¿Quizá con un kit M? La unidad de pruebas lo llevaba, y la verdad es que su aspecto es tan atractivo que puede llegar a ser una tentación. Cuando los observas aparcados uno junto al otro, el BMW Serie 2 Active Tourer resulta mucho más bajo y de aspecto más deportivo, gracias a su agresivo kit aerodinámico y al color azul de su carrocería. Casi no parece un monovolumen.
BMW X1, un SUV muy monovolumen
Aún así, no lo tiene fácil el BMW Active Tourer en esta comparativa, pues el nuevo BMW X1 pone sobre la mesa argumentos de peso a su favor, y pocas desventajas. Es más, su versatilidad interior es de auténtico monovolumen, con un sistema de asientos calcado al de su contrincante, es decir, fila trasera deslizante, abatible desde el maletero mediante un botón, y con varias posiciones para los respaldos, incluida una totalmente vertical para maximizar la capacidad de carga de un portaequipajes igual de bien resuelto, e incluso más grande. Puede que ningún SUV de su segmento ofrezca tanta modularidad. Otra cosa es que lo enfrentásemos con un BMW Serie 2 Gran Tourer, cuyas siete plazas y mayor maletero sí que pueden aportar un plus. De todos modos, el habitáculo está muy cuidado en ambos coches, no sólo por la versatilidad y espacio que ofrecen, sino también por las buenas terminaciones y sensación de calidad que transmiten. Sobre todo en el BMW Active Tourer con acabado M Sport, el interior resulta un placer para los sentidos, con tapicería mixta de tela y Alcantara, costuras azules, modernas luces ambientales, embellecedores e inserciones específicas. Eso sí, todo ello engrosa la factura final considerablemente (5.612 €), aunque no deja de incluir opciones conjuntas interesantes como navegador, faros led adaptativos, sensor de aparcamiento trasero o control de crucero.
Tracción xDrive, dinamismo añadido
Como siempre, a base de extras se pueden personalizar para aproximarlos a lo que sería nuestro coche ideal, no sólo estéticamente, también en lo que a elementos técnicos se refiere: llantas y neumáticos, tarados de suspensión, amortiguadores activos, dirección de radio progresivo... No obstante, si hay algo que cambia notablemente a mejor la percepción que teníamos de ambos modelos es la transmisión a las cuatro ruedas xDrive. Con ella se gana mucha estabilidad y agilidad en curva frente a sus respectivas versiones de tracción delantera. El comportamiento es el gran beneficiado, pero también el tacto de conducción cuando pretendes lograr algo de dinamismo a sus mandos, pues asimilan mejor y con mayor aplomo cualquier solicitud por nuestra parte. No esperes la deportividad de otros modelos de BMW, ni su precisión cuando juegas con las leyes de la física, pero sí unas reacciones asequibles y una notable eficacia para tratarse de un SUV y un monovolumen, respectivamente. Aunque las diferencias entre ellos son poco apreciables, el tren trasero del BMW X1 redondea las curvas algo más que su rival, que contrarresta su puesta a punto más conservadora con unos neumáticos más prestacionales (Pirelli PZero frente a Pirelli Cinturato P7, en el X1). Otra de las señas de identidad que marca la personalidad de ambos modelos es una dirección tan rápida que requiere algo de adaptación por nuestra parte.
Todavía más destacable resulta su calidad de bacheo, con una capacidad de absorción muy elevada, sin molestos rebotes y siempre con movimientos de carrocería contenidos, a pesar de que ninguno de los dos equipaba suspensión adaptativa. El confort es una de sus cualidades a tener en cuenta, si bien el BMW X1 se siente ligeramente más firme en determinadas situaciones, quizá por la robustez adicional que requiere su enfoque más campero. Menos lograda está la insonorización del habitáculo, ya que en ambos se aprecia excesivamente el ruido de rodadura.
En cuanto al conjunto motor/cambio, forma un equipo muy efectivo, suave en todo tipo de condiciones, rápido y de agradable funcionamiento general. El alto nivel de par motor y las 8 marchas de la caja automática Aisin hacen que, en autopista, ambos modelos puedan alcanzar ritmos muy elevados sin apenas inmutarse, con un contundente empuje que permite cambios de ritmo enérgicos y veloces adelantamientos. Los consumos medios reales medidos por el Centro Técnico de Autopista.es han sido de 6,4 l/100 km para el BMW Active Tourer 220dA xDrive, y 6,2 l/100 km, en el caso del BMW X1 20d xDrive Aut. Como elemento tecnológico distintivo, el BMW X1 estaba equipado con asistente de atascos, capaz de guiar el coche entre 0 y 60 km/h actuando sobre dirección, frenos y acelerador de manera automatizada —basándose en el control de crucero por radar y en la cámara frontal—, siempre que nos encontremos en una autopista (en otro tipo de carreteras no nos permite activarlo, ni siquiera en algunas autovías) y que no quitemos las manos del volante demasiado tiempo.
En definitiva, nos encontramos ante dos coches de cuidada realización, con alto contenido tecnológico y aparentemente muy diferentes, pero que, en el fondo, no son tan distintos.