BMW 116d vs Volkswagen Golf 1.6 TDI

Son dos de los compactos Diesel que menos gastan, pero no por ello renuncian a un gran nivel de comportamiento y placer de conducción, aunque éste no sea producto de sus prestaciones, sino de su refinamiento mecánico.

BMW 116d vs Volkswagen Golf 1.6 TDI
BMW 116d vs Volkswagen Golf 1.6 TDI

Quienes busquen prestaciones puras no van a encontrar su coche ideal en ninguno de estos dos modelos. Pese a que su imagen no está carente de cierta deportividad, las modernas mecánicas turbodiesel que los acompañan en esta ocasión están enfocadas, primordialmente, a conseguir unas cifras de consumo muy reducidas, dejando un poco al margen el dinamismo de marcha. Con 105 CV, el Golf 1.6 TDI, y 116 CV, el BMW 116d, son automóviles que, simplemente, se mueven con soltura suficiente para desenvolverse sin problemas en las situaciones habituales del tráfico.

En el caso del BMW 116d, su motor cuenta con 2 litros de cilindrada, ya que es el mismo bloque que hay bajo el capó de sus hermanos de gama Diesel 118d y 120d, cuyas potencias superiores se deben a una diferente programación de la centralita. Por ello, pese a que sus modales en la forma de entrega son de libro, el BMW 116d se siente algo "descafeinado" en comparación con un 120d, y eso que su relación entre potencia y prestaciones es muy buena. En cuanto al Volkswagen Golf, este 1.6 TDI con tecnología common-rail sustituye al anterior 2.0 TDI de 110 CV, un motor que se caracterizaba por ser más contundente y con más "patada", pero también más ruidoso. El 1.6 TDI supone un salto adelante en cuanto al agrado de conducción que proporciona, sin embargo resulta menos prestacional que el propulsor del BMW, sobre todo porque sólo tiene 5 marchas, pero, a cambio, le supera en suavidad y silencio de funcionamiento. Es, sin duda, el punto de referencia del segmento en estos dos aspectos. Las mayores diferencias las encontramos en el planteamiento de cada uno. En el apartado de equipamientos, por ejemplo, BMW apunta más alto y permite mayores posibilidades de personalización, por tanto, de configurar un modelo más exclusivo y, en consecuencia, caro. En esta versión de acceso no se puede incorporar la opción de dirección activa —disponible para las motorizaciones más potentes—, pero no por ello la lista de extras es precisamente corta, sino acorde con lo habitual en una marca "premium" como BMW. Esta versión del Golf, por su parte, es menos aspiracional y apuesta fundamentalmente por la practicidad.

En ambos casos el comportamiento es una de sus principales virtudes, hasta el punto de llegar a dejar en evidencia a sus motores. Su contenida potencia muy difícilmente logrará poner en apuros a unos elaborados bastidores caracterizados por su brillantez en prácticamente todo tipo de situaciones.

El BMW 116d presume de una mayor deportividad debido a su configuración de propulsión trasera y a un reparto de pesos de casi un 50% en cada eje. Su dirección es un poco más directa, además informa mejor de lo que ocurre bajo las ruedas. Es muy preciso a cualquier velocidad y sus reacciones son siempre predecibles, pero para poder disfrutar al máximo y exprimir sus posibilidades es necesario un mayor nivel de conducción, aunque no por ello deja de ser apto para todos los públicos. De hecho, en curvas lentas se ha inducido un ligero subviraje que evita posibles complicaciones al conductor y que, en esta modesta versión, es difícil de contrarrestar a golpe de gas. En general es muy neutro, y más todavía con el kit deportivo M de nuestra unidad de pruebas, con neumáticos traseros más anchos que los delanteros.

El Volkswagen Golf siempre ha destacado por su facilidad de conducción y por el buen equilibrio entre eficacia y comodidad, cualidades que siguen manteniéndose en una forma envidiable. Pese a que la dirección no informa tanto como nos gustaría, transmite mucha confianza y siempre predomina una reconfortante sensación de seguridad. Como cabría esperar de una versión básica, el tarado de las suspensiones está enfocado a lograr un alto grado de confort, por lo que, frente a cambios de apoyo bruscos o en carreteras con firme en mal estado, se producen más oscilaciones de la carrocería que en el BMW. No obstante, la estabilidad no queda comprometida. De manera opcional es posible equipar suspensión activa con tres niveles de dureza (Confort, normal y Sport), aunque no era el caso de nuestra unidad. Las reacciones son muy nobles y el dinamismo en curva está asegurado gracias a un tren delantero más incisivo que el de su rival, acompañado de un eje trasero muy aplomado que, en caso necesario, puede ser participativo y aportar agilidad extra en curvas cerradas, pero de forma muy controlada y natural. La diferencia de neumáticos también es determinante. Los del VW Golf son más estrechos y con mayor perfil, de forma que cuando alcanzan su límite de agarre se produce más deriva y pierden algo de precisión. De igual modo, su capacidad de frenada es peor, como atestiguan los casi 80 metros en el paso de 140 a 0 km/h.

Aunque es muy lineal y da la sensación de ser un coche menos rápido, el BMW 116d es bastante prestacional para su potencia. La caja de cambios de seis marchas y, sobre todo, la acertada elección de los desarrollos tienen mucho que ver en ello, pero también un motor muy pleno desde poco después del ralentí y que, excepto en sexta, sube de vueltas con alegría. A menos de 1.500 rpm ya es perfectamente utilizable y con fuerza para mover marchas largas, lo que repercute en unos consumos irrisorios y en un alto agrado de uso, incluso en ciudad. El sistema Start-Stop apaga el motor al detenernos en los semáforos y, automáticamente, vuelve a arrancarlo al pisar el embrague. Lo hace de forma muy inmediata, pero en materia de vibraciones la puesta en marcha no alcanza el refinamiento de los últimos utilitarios de gasolina.

El 1.6 TDI del Golf logra peores prestaciones que su rival, pero destaca por su bajísima sonoridad, así como por la casi total ausencia de vibraciones. Son, junto con el consumo y la suavidad de funcionamiento, sus mejores armas. Sin ser rápido resulta solvente, pero sobre todo, muy agradable de utilizar. Es una pena que sólo tenga 5 marchas y haya que estar pendiente del cambio para que el motor no caiga demasiado de vueltas, ya que a bajo régimen pierde fuerza debido a su menor cilindrada. Sin ser exageradamente larga, la 5ª es de desahogo, por lo que a velocidades legales prácticamente sólo sirve para llanear y mantener el consumo en límites muy bajos. A cambio, es un motor que sube mucho de vueltas, ya que el corte de inyección se produce a 4.750 vueltas, frente a 4.150 del BMW 116d, aunque no merece la pena estirarlo tanto. Así como en el BMW podemos echar de menos más potencia por ser un modelo de corte más deportivo, el Golf hace que nos conformemos con lo que ofrece.

Las formas cúbicas de la carrocería del Golf anuncian a primera vista un interior muy amplio, alto y con un maletero generoso. Todas las cotas son superiores a las del Serie 1, a pesar de contar con menor distancia entre ejes. Lo más criticable del BMW es el maletero y las plazas traseras, limitadas también por el túnel de transmisión. Los dos habitáculos resultan atractivos, con buenas terminaciones, materiales y ajustes, pero sin excesos. El del VW Golf es algo más funcional y cuenta con más huecos —y de mayor capacidad— para vaciarnos los bolsillos, mientras que en el BMW 116d prima un diseño algo más deportivo y homogéneo. Sin embargo, el cuadro de instrumentos del modelo bávaro no dispone de termómetro de agua, además, el indicador que recomienda la marcha óptima es menos legible que el del Golf, al igual que el ordenador de viaje. En las bolsas laterales de las puertas delanteras del Golf hay sitio para una botella de agua grande, e incluso hay un abrebotellas de discutible utilidad en uno de sus compartimentos. La postura al volante es idónea en ambos casos gracias a los amplios reglajes de volante, en altura y distancia, y asiento; en el BMW se puede ajustar la inclinación de la banqueta, aunque la regulación del apoyo lumbar es opcional (en este acabado del Golf ni siquiera se puede incorporar como extra).

BMW - Motor y prestaciones
- Start-Stop
- Comportamiento

Volkswagen
- Silencio de marcha
- Habitabilidad
- Suavidad mecánica

BMW - Sin termómetro de agua
- Habitabilidad y maletero
- Precio elevado

Volkswagen

  • Sólo 5 marchas
  • Recuperación en 5ª
  • Frenada mejorable

Quienes busquen prestaciones puras no van a encontrar su coche ideal en ninguno de estos dos modelos. Pese a que su imagen no está carente de cierta deportividad, las modernas mecánicas turbodiesel que los acompañan en esta ocasión están enfocadas, primordialmente, a conseguir unas cifras de consumo muy reducidas, dejando un poco al margen el dinamismo de marcha. Con 105 CV, el Golf 1.6 TDI, y 116 CV, el BMW 116d, son automóviles que, simplemente, se mueven con soltura suficiente para desenvolverse sin problemas en las situaciones habituales del tráfico.

En el caso del BMW 116d, su motor cuenta con 2 litros de cilindrada, ya que es el mismo bloque que hay bajo el capó de sus hermanos de gama Diesel 118d y 120d, cuyas potencias superiores se deben a una diferente programación de la centralita. Por ello, pese a que sus modales en la forma de entrega son de libro, el BMW 116d se siente algo "descafeinado" en comparación con un 120d, y eso que su relación entre potencia y prestaciones es muy buena. En cuanto al Volkswagen Golf, este 1.6 TDI con tecnología common-rail sustituye al anterior 2.0 TDI de 110 CV, un motor que se caracterizaba por ser más contundente y con más "patada", pero también más ruidoso. El 1.6 TDI supone un salto adelante en cuanto al agrado de conducción que proporciona, sin embargo resulta menos prestacional que el propulsor del BMW, sobre todo porque sólo tiene 5 marchas, pero, a cambio, le supera en suavidad y silencio de funcionamiento. Es, sin duda, el punto de referencia del segmento en estos dos aspectos. Las mayores diferencias las encontramos en el planteamiento de cada uno. En el apartado de equipamientos, por ejemplo, BMW apunta más alto y permite mayores posibilidades de personalización, por tanto, de configurar un modelo más exclusivo y, en consecuencia, caro. En esta versión de acceso no se puede incorporar la opción de dirección activa —disponible para las motorizaciones más potentes—, pero no por ello la lista de extras es precisamente corta, sino acorde con lo habitual en una marca "premium" como BMW. Esta versión del Golf, por su parte, es menos aspiracional y apuesta fundamentalmente por la practicidad.

En ambos casos el comportamiento es una de sus principales virtudes, hasta el punto de llegar a dejar en evidencia a sus motores. Su contenida potencia muy difícilmente logrará poner en apuros a unos elaborados bastidores caracterizados por su brillantez en prácticamente todo tipo de situaciones.

El BMW 116d presume de una mayor deportividad debido a su configuración de propulsión trasera y a un reparto de pesos de casi un 50% en cada eje. Su dirección es un poco más directa, además informa mejor de lo que ocurre bajo las ruedas. Es muy preciso a cualquier velocidad y sus reacciones son siempre predecibles, pero para poder disfrutar al máximo y exprimir sus posibilidades es necesario un mayor nivel de conducción, aunque no por ello deja de ser apto para todos los públicos. De hecho, en curvas lentas se ha inducido un ligero subviraje que evita posibles complicaciones al conductor y que, en esta modesta versión, es difícil de contrarrestar a golpe de gas. En general es muy neutro, y más todavía con el kit deportivo M de nuestra unidad de pruebas, con neumáticos traseros más anchos que los delanteros.

El Volkswagen Golf siempre ha destacado por su facilidad de conducción y por el buen equilibrio entre eficacia y comodidad, cualidades que siguen manteniéndose en una forma envidiable. Pese a que la dirección no informa tanto como nos gustaría, transmite mucha confianza y siempre predomina una reconfortante sensación de seguridad. Como cabría esperar de una versión básica, el tarado de las suspensiones está enfocado a lograr un alto grado de confort, por lo que, frente a cambios de apoyo bruscos o en carreteras con firme en mal estado, se producen más oscilaciones de la carrocería que en el BMW. No obstante, la estabilidad no queda comprometida. De manera opcional es posible equipar suspensión activa con tres niveles de dureza (Confort, normal y Sport), aunque no era el caso de nuestra unidad. Las reacciones son muy nobles y el dinamismo en curva está asegurado gracias a un tren delantero más incisivo que el de su rival, acompañado de un eje trasero muy aplomado que, en caso necesario, puede ser participativo y aportar agilidad extra en curvas cerradas, pero de forma muy controlada y natural. La diferencia de neumáticos también es determinante. Los del VW Golf son más estrechos y con mayor perfil, de forma que cuando alcanzan su límite de agarre se produce más deriva y pierden algo de precisión. De igual modo, su capacidad de frenada es peor, como atestiguan los casi 80 metros en el paso de 140 a 0 km/h.

Aunque es muy lineal y da la sensación de ser un coche menos rápido, el BMW 116d es bastante prestacional para su potencia. La caja de cambios de seis marchas y, sobre todo, la acertada elección de los desarrollos tienen mucho que ver en ello, pero también un motor muy pleno desde poco después del ralentí y que, excepto en sexta, sube de vueltas con alegría. A menos de 1.500 rpm ya es perfectamente utilizable y con fuerza para mover marchas largas, lo que repercute en unos consumos irrisorios y en un alto agrado de uso, incluso en ciudad. El sistema Start-Stop apaga el motor al detenernos en los semáforos y, automáticamente, vuelve a arrancarlo al pisar el embrague. Lo hace de forma muy inmediata, pero en materia de vibraciones la puesta en marcha no alcanza el refinamiento de los últimos utilitarios de gasolina.

El 1.6 TDI del Golf logra peores prestaciones que su rival, pero destaca por su bajísima sonoridad, así como por la casi total ausencia de vibraciones. Son, junto con el consumo y la suavidad de funcionamiento, sus mejores armas. Sin ser rápido resulta solvente, pero sobre todo, muy agradable de utilizar. Es una pena que sólo tenga 5 marchas y haya que estar pendiente del cambio para que el motor no caiga demasiado de vueltas, ya que a bajo régimen pierde fuerza debido a su menor cilindrada. Sin ser exageradamente larga, la 5ª es de desahogo, por lo que a velocidades legales prácticamente sólo sirve para llanear y mantener el consumo en límites muy bajos. A cambio, es un motor que sube mucho de vueltas, ya que el corte de inyección se produce a 4.750 vueltas, frente a 4.150 del BMW 116d, aunque no merece la pena estirarlo tanto. Así como en el BMW podemos echar de menos más potencia por ser un modelo de corte más deportivo, el Golf hace que nos conformemos con lo que ofrece.

Las formas cúbicas de la carrocería del Golf anuncian a primera vista un interior muy amplio, alto y con un maletero generoso. Todas las cotas son superiores a las del Serie 1, a pesar de contar con menor distancia entre ejes. Lo más criticable del BMW es el maletero y las plazas traseras, limitadas también por el túnel de transmisión. Los dos habitáculos resultan atractivos, con buenas terminaciones, materiales y ajustes, pero sin excesos. El del VW Golf es algo más funcional y cuenta con más huecos —y de mayor capacidad— para vaciarnos los bolsillos, mientras que en el BMW 116d prima un diseño algo más deportivo y homogéneo. Sin embargo, el cuadro de instrumentos del modelo bávaro no dispone de termómetro de agua, además, el indicador que recomienda la marcha óptima es menos legible que el del Golf, al igual que el ordenador de viaje. En las bolsas laterales de las puertas delanteras del Golf hay sitio para una botella de agua grande, e incluso hay un abrebotellas de discutible utilidad en uno de sus compartimentos. La postura al volante es idónea en ambos casos gracias a los amplios reglajes de volante, en altura y distancia, y asiento; en el BMW se puede ajustar la inclinación de la banqueta, aunque la regulación del apoyo lumbar es opcional (en este acabado del Golf ni siquiera se puede incorporar como extra).

BMW - Motor y prestaciones
- Start-Stop
- Comportamiento

Volkswagen
- Silencio de marcha
- Habitabilidad
- Suavidad mecánica

BMW - Sin termómetro de agua
- Habitabilidad y maletero
- Precio elevado

Volkswagen

  • Sólo 5 marchas
  • Recuperación en 5ª
  • Frenada mejorable