El motor de este Audi RS 3 Sportback es un “viejo conocido” entre los modelos más deportivos de Audi. Su origen se remonta, nada más y nada menos, que a los coches de competición con que la marca de los cuatro aros competía en distintas modalidades, rallyes y campeonato de turismos, así como en los modelos de producción de los años ’80. En el año 1994, Audi ponía en escena el primer modelo bajo la bandera RS, el RS 2, una berlina con carrocería familiar que rompía con todo lo conocido hasta la fecha. A partir de ahí, el motor de cinco cilindros ha ido recayendo sobre modelos tan carismáticos como el TT RS del 2009, en el RS 3 Sportback de primera generación (que sorprendió a la marca vendiendo el doble de unidades de las que tenían previstas) y, más tarde, en el SUV RS Q3, un modelo que está teniendo unas ventas apreciables.
Otro de los garantes de esta mecánica es su palmarés: desde 2010 hasta el pasado año ha sido galardonado en todas las ediciones con el título de Engine of the Year, un título con bastante peso en el mundo del automóvil.
Un motor de primera
En esta ocasión, el motor de 2,5 litros con turbo anuncia la mayor cifra de potencia extraída nunca en él: 367 CV y un par máximo de 47,5 mkg desde tan sólo 1.650 rpm que se mantienen hasta alcanzar las 5.500 rpm. Cuenta con una nueva bomba de caudal variable, sistema Stop/Start, turbocompresor con una potencia máxima de 1,5 bares de soplado (que puede llegar hasta los 2,35 bares en momentos puntuales) y un rendimiento teórico máximo de 1.100 litros de aire por hora. El motor es muy pequeño y compacto, mide 49 centímetros de largo y se monta de forma manual en la planta que la marca tiene en la localidad austriaca de Györ.
El sonido que emite nada más arrancarlo ya indica que no estamos ante un Audi “normal”. Gracias a unas mariposas ubicadas en el sistema de escape, el ruido procedente del motor se torna en una auténtica melodía cuando llevamos hasta la zona roja la aguja del cuentarrevoluciones. Su capacidad para subir de vueltas es muy alta, tanto que lo normal es que lleguemos al corte a poco que nos descuidemos si vamos utilizando el modo manual del cambio S tronic. Las prestaciones son una buena carta de presentación: 4,3 segundos para alcanzar los 100 km/h y una velocidad máxima autolimitada a 250 km/h que, a poco que la carretera esté despejada (en Alemania, por supuesto) se alcanza con mucha rapidez. Existe una opción que permite subir el límite de la velocidad máxima hasta los 280 km/h.
En un uso cotidiano, el motor resulta toda una delicia por su suavidad y ajustados consumos, pero cuando nos ponemos a extraer todo lo que da de sí, el motor se transforma en una máquina de entregar caballos y ganar velocidad desde cualquier régimen de giro. El cambio automático de doble embrague S tronic (de serie) es un excelente aliado tanto cuando vamos de paseo como cuando nos ponemos el casco y el mono para disfrutar de todo el potencial del coche. Las marchas están bien escalonadas, no hay mucho salto entre ellas y la gestión del doble embrague resulta muy rápida en todo tipo de circunstancias. Tanto la respuesta del cambio, como del motor y dirección se pueden configurar mediante el denominado Audi Drive System simplemente tocando un interruptor situado en la consola central. Si nos decidimos por el modo Dynamic, el sonido procedente del escape ya nos avisa de que todos y cada uno de los 367 CV disponibles están deseando salir a galopar lo más rápido posible.
Como todos los S y RS, esta versión cuenta con el sistema quattro de tracción total con un embrague hidráulico multidisco con gestión electrónica. Con el fin de una mejor distribución del peso, este elemento (y la batería) está colocado en el eje trasero y está diseñado en su electrónica específicamente para este modelo. El par se distribuye de forma completamente automática entre el eje delantero y el trasero y puede enviar desde el 50 hasta el 100 por cien del par al eje trasero, dependiendo de nuestra forma de conducción y del estado del asfalto.
La dirección, de asistencia variable (entre 15,3 y 10,9:1) y con unas leyes de funcionamiento específicas para esta versión, tiene un tacto suave a baja velocidad y firme cuando se rueda rápido y, además, ofrece muy buena información al conductor de lo que sucede entre las ruedas y el asfalto. Tanto amortiguadores como muelles reciben un tarado específico, más firme y, como opción se ofrece la amortiguación Magnetic Ride que mejora el comportamiento dinámico del coche cuando se rueda deprisa.
Comportamiento
Para poder comprobar su dinamismo, nada mejor que rodar en un circuito donde la seguridad es un elemento clave. En nuestra toma de contacto viajamos hasta el autódromo de Vallelunga, cerca de Roma. En él pudimos comprobar dos aspectos fundamentales: su capacidad para que los 367 CV de potencia no pongan en aprietos en ningún momento ni al bastidor ni al conductor y la eficacia que ofrece el opcional equipo de frenos carbonocerámicos (primera vez que se ofrecen en este modelo). Del primero nos quedamos con su facilidad para rodar deprisa. El RS 3 Sportback sorprende por la prácticamente ausencia de subviraje en las curvas cerradas y por la capacidad de tracción que tiene cuando se pisa a fondo el acelerador. El reparto de par entre ejes, con una predisposición hacia el tren trasero y la presencia del denominado “Torque Vectoring” que aplica toques en las ruedas interiores para poder transmitir más par a las exteriores, así como un control de estabilidad afinado para la conducción deportiva, hacen que el RS 3 Sportback se mueva con una agilidad y eficacia digna de mención. Y, sobre todo, ofreciendo una facilidad y seguridad al conductor que hace que la velocidad de paso por curva sea muy elevada.
En cuanto a los frenos carbonocerámicos, lo cierto es que nos ha sorprendido su capacidad para detener el coche en todo momento; de hecho, lo normal es que tengas que levantar el pie del freno porque, como se suele decir vulgarmente, “te has pasado”. La sensación que te queda es la de que siempre podías haber apurado algo más la frenada (y en cada vuelta la apuraba más). Eso sí, también hay que tener en cuenta que los frenos estaban “calientes” ya que el coche llevaba todo el día rodando, lo que por un lado beneficia su eficacia y, por otro, dice mucho a favor de ellos, puesto que eran inagotables en todas las tandas.
El RS 3 Sportback ya se puede pedir y las primeras unidades empezarán a llegar a finales de este mes. Si estás pensando en comprar uno, ves preparando 59.800€ y un poquito más para poner algún que otro elemento que no viene de serie, como los discos carbonocerámicos y los asientos tipo baquet.