Audi A6 Avant 3.0 TDI

Confort de Alta Velocidad Alemana, al ritmo que se desee y con consumos razonables. Gran lujo... con 45.000 euros en opciones.

Audi A6 Avant 3.0 TDI
Audi A6 Avant 3.0 TDI

Viene con todo y eso explica su precio de factura, sin ser un monstruoso mo­tor de gasolina de 500 CV, sino un Diesel, aunque uno de los mejores en cuanto a poderío, entrega y finura. Este A6 en su nueva configuración Avant nos ofrece una es­tética muy dinámica —ni siquiera pretenden parecer prácticos los modernos familiares—, acentuada por unas preciosas, espectacula­res y costosas llantas opcionales de 20 pul­gadas de diámetro. La imagen de marca está bien marcada, incluso demasiado: «¿pero es uno nuevo?», te llegan a preguntar. Cinco me­tros de estilo que, una vez dentro impresio­nan, pero menos, quizá porque la categoría inferior ya nos deleita con grandes habitácu­los, como por ejemplo Mondeo y Passat, por citar los más destacados.

Una urgencia familiar nos da la posibilidad de explorar los usos via­jeros del A6. Los ida y vuelta relámpago, de madrugar y volver sin tener que pernoctar fuera. Las luces de LED opcionales son más que un reclamo estético y nos ofrecen viajar a buen ritmo con un ancho haz. El volante pronto nos hace sentir que sí estamos den­tro del segmento E, el de las grandes berli­nas y que atrás quedan en lo que a confort, dinamismo y aplomo se refiere los etique­tados «segmento D».

Para la ida programa­mos el coche a nuestro gusto dentro del Audi Drive Select, repleto de menús con opcio­nes. Seleccionamos la suspensión neumática adaptativa —opcional— en modo dinámi­co y todo lo demás (motor/cambio, direc­ción, diferencial deportivo, tensor de cintu­rón) en modo Comfort. Confort que se hace patente, y así lo corrobora nuestro único acompañante; la dirección gobernada por un volante sin achatar en su parte baja, me­nos mal, es sumamente precisa y transmi­te mucha seguridad, los apoyos en curvas de mayor o menor radio son certeros y se traga los baches de manera soberbia a pe­sar de semejantes ruedas y la suspensión en configuración dinámica. El motor no se oye y la rodadura, que sí se siente a baja velocidad, la tapa el ruido aerodinámico. Llegamos a destino con un consumo medio real de 10,5 l/100 km (el ordenador marca 9,8) a una velocidad media-alta.

La vuelta la realizamos con el programa Efficiency, que actúa entre otras cosas —y es lo que más se nota—, sobre el acelerador, cambiando su actuación para perder hasta un 20 por ciento del par. Si nos tomamos el viaje con tranquilidad pa­rece apasionante obtener un consumo de record, porque los puertos y adelantamien­tos los sigue afrontando con plena holgura, aunque cuando pisamos el acelerador a fondo nos vuelve a ofrecer ese par que estaba guardado para momentos puntuales. El consumo real al llegar a casa es de 10,9 l/100 km. ¿Será por haber tenido que remontar los 700 m de la meseta? ¿o por lle­var casi todos los «con­sumidores» conectados? Concluimos el viaje sin cansancio y dudando si existe un coche más equi­librado en su categoría.