Viene con todo y eso explica su precio de factura, sin ser un monstruoso motor de gasolina de 500 CV, sino un Diesel, aunque uno de los mejores en cuanto a poderío, entrega y finura. Este A6 en su nueva configuración Avant nos ofrece una estética muy dinámica —ni siquiera pretenden parecer prácticos los modernos familiares—, acentuada por unas preciosas, espectaculares y costosas llantas opcionales de 20 pulgadas de diámetro. La imagen de marca está bien marcada, incluso demasiado: «¿pero es uno nuevo?», te llegan a preguntar. Cinco metros de estilo que, una vez dentro impresionan, pero menos, quizá porque la categoría inferior ya nos deleita con grandes habitáculos, como por ejemplo Mondeo y Passat, por citar los más destacados.
Una urgencia familiar nos da la posibilidad de explorar los usos viajeros del A6. Los ida y vuelta relámpago, de madrugar y volver sin tener que pernoctar fuera. Las luces de LED opcionales son más que un reclamo estético y nos ofrecen viajar a buen ritmo con un ancho haz. El volante pronto nos hace sentir que sí estamos dentro del segmento E, el de las grandes berlinas y que atrás quedan en lo que a confort, dinamismo y aplomo se refiere los etiquetados «segmento D».
Para la ida programamos el coche a nuestro gusto dentro del Audi Drive Select, repleto de menús con opciones. Seleccionamos la suspensión neumática adaptativa —opcional— en modo dinámico y todo lo demás (motor/cambio, dirección, diferencial deportivo, tensor de cinturón) en modo Comfort. Confort que se hace patente, y así lo corrobora nuestro único acompañante; la dirección gobernada por un volante sin achatar en su parte baja, menos mal, es sumamente precisa y transmite mucha seguridad, los apoyos en curvas de mayor o menor radio son certeros y se traga los baches de manera soberbia a pesar de semejantes ruedas y la suspensión en configuración dinámica. El motor no se oye y la rodadura, que sí se siente a baja velocidad, la tapa el ruido aerodinámico. Llegamos a destino con un consumo medio real de 10,5 l/100 km (el ordenador marca 9,8) a una velocidad media-alta.
La vuelta la realizamos con el programa Efficiency, que actúa entre otras cosas —y es lo que más se nota—, sobre el acelerador, cambiando su actuación para perder hasta un 20 por ciento del par. Si nos tomamos el viaje con tranquilidad parece apasionante obtener un consumo de record, porque los puertos y adelantamientos los sigue afrontando con plena holgura, aunque cuando pisamos el acelerador a fondo nos vuelve a ofrecer ese par que estaba guardado para momentos puntuales. El consumo real al llegar a casa es de 10,9 l/100 km. ¿Será por haber tenido que remontar los 700 m de la meseta? ¿o por llevar casi todos los «consumidores» conectados? Concluimos el viaje sin cansancio y dudando si existe un coche más equilibrado en su categoría.