Alfa 156 Sportwagon 1.9 JTD

Si te enamoró el Alfa 156, te avisamos de que el Sportwagon ha intentado cubrir sus carencias. Es un modelo que te entrará por los ojos y es difícil que ya salga de tu cabeza. Más bello que la berlina, igual de dinámico y más versátil...

Alfa 156 Sportwagon 1.9 JTD
Alfa 156 Sportwagon 1.9 JTD

Lo han denominado Sportwagon, porque no es un familiar al uso. Nadie duda que esta terminación es un reclamo comercial, pero han dado en el clavo. Se trata de un modelo que se acerca más a un coupé que a una tradicional ranchera: incluso tiene mejor aerodinámica que el modelo del que deriva, a pesar de que es seis centímetros más largo. Este extra ha ido directamente a la parte trasera del vehículo, ya que posee la misma distancia entre ejes que el Alfa 156 berlina. Pero olvídate de las “rancheras"; no han cogido el modelo y le han puesto detrás una caja: sería un sacrilegio para una marca que puede presumir de la belleza de sus creaciones. Así, la "trasera" no le ha fastidiado la línea. La parte delantera es exactamente igual que la del 156 “normal"; sólo notamos las diferencias a medida que nos acercamos a su zaga: el declive del techo, el inclinado portón, el camuflaje de los tiradores de las puertas posteriores (ya un rasgo distintivo de los últimos modelos de esta marca)... Además, el Sportwagon ha recibido los mismos retoques estéticos que el resto de la gama y su imagen se acerca realmente a la de un coupé. Así, luce una nueva calandra, más grande y picuda, estilizados faros delanteros y entradas de aire de mayor tamaño. No nos cansamos de mirarlo, pero es hora de pasar al interior. Alfa Romeo sabe que sus compradores son “viscerales", porque –en realidad- existen station wagon (como se denomina a estas creaciones familiares) que ofrecen el mismo espacio y se mueven con igual soltura (Stilo Multi Wagon, 307 SW, Octavia Combi...) y cuestan casi 5.000 euros menos; en algunos casos, la diferencia ronda el antiguo millón de pesetas. La compra de este modelo –por tanto- se realiza a golpe de corazón, pero también de talonario. Y, en cierta medida, es lógico.Su interior no es para nada anodino. Te podrá gustar o no, pero –casi seguro- no te dejará indiferente. Ahora, además, han estructurado el salpicadero para que el impacto visual sea aún mejor: una pantalla multifunción corona la zona superior, mientras que la radio y los mandos del climatizador se agrupan debajo. Se conservan los relojes de forma deportiva, que se iluminan en rojo al encender las luces. Además, en este modelo, hay cosas que no se ven, pero que indudablemente se notan. Los asientos nos resultarán realmente cómodos aunque pasemos muchas horas al volante. Están realizados en Alfatex, una fibra que han patentado la misma Alfa Romeo y que consiguen un mullido perfecto (no te hundes, pero tampoco te torturará los riñones). También hay que destacar la buena lectura que podemos realizar incluso de noche de sus múltiples esferas, ya que no existen reflejos: Alfa asegura que, para ello, ha “pulido" el salpicadero con láser.El conductor tendrá a mano todo y de todo: el equipamiento de serie de la versión que analizamos (la Distinctive, la más alta de gama) incluye, entre otros, climatizador bizona, control de velocidad de crucero, ordenador de viaje, mandos de radio al volante... Sin embargo, pequeños “peros" impiden que nos encontremos del todo cómodos. El diseño pasa factura, sobre todo en la visibilidad: los retrovisores no permiten controlar muy bien el perímetro del vehículo. Además, no hay demasiado espacio libre para los pies y el uso del climatizador no es demasiado intuitivo. La pantalla del ordenador es pequeña y, aunque corona el salpicadero, no resulta fácil encontrarla sin levantar demasiado la vista de la carretera. Y no olvidemos que se trata de un station wagon: las plazas traseras tampoco se han descuidado. Los pasajeros de atrás tienen espacio suficiente para las piernas y para la cabeza. Además, la posición central se convierte en un reposabrazos que esconde una trampilla mediante la que podemos acceder al maletero (muy útil para coger objetos en marcha). Con el metro en la mano, el Sportwagon no es tan “rentable" respecto al 156 berlina. Este último incluso aventaja en algunas mediciones a la versión familiar: según nuestro Centro Técnico, presenta el mismo espacio para las piernas de los ocupantes de las plazas traseras y un centímetro más de anchura para estos pasajeros.

Por otra parte, su maletero no es tan grande como cabría esperar de este tipo de creaciones. Si optamos por dar el máximo espacio posible a los pasajeros de las plazas traseras, sólo tendremos 360 litros de capacidad (incluso la berlina ofrece más espacio, con 400 litros). Sin embargo, podemos ampliarlo hasta los 740 litros.

Aquí está precisamente su mayor virtud: la versatilidad. Si lo necesitamos, hay espacio para bultos grandes. Además, la boca de carga del maletero del Sportwagon es mayor, lo que facilita las tareas de carga y descarga de objetos (por no hablar de la comodidad que supone tener portón).
Lo han denominado Sportwagon, porque no es un familiar al uso. Nadie duda que esta terminación es un reclamo comercial, pero han dado en el clavo. Se trata de un modelo que se acerca más a un coupé que a una tradicional ranchera: incluso tiene mejor aerodinámica que el modelo del que deriva, a pesar de que es seis centímetros más largo. Este extra ha ido directamente a la parte trasera del vehículo, ya que posee la misma distancia entre ejes que el Alfa 156 berlina. Pero olvídate de las “rancheras"; no han cogido el modelo y le han puesto detrás una caja: sería un sacrilegio para una marca que puede presumir de la belleza de sus creaciones. Así, la "trasera" no le ha fastidiado la línea. La parte delantera es exactamente igual que la del 156 “normal"; sólo notamos las diferencias a medida que nos acercamos a su zaga: el declive del techo, el inclinado portón, el camuflaje de los tiradores de las puertas posteriores (ya un rasgo distintivo de los últimos modelos de esta marca)... Además, el Sportwagon ha recibido los mismos retoques estéticos que el resto de la gama y su imagen se acerca realmente a la de un coupé. Así, luce una nueva calandra, más grande y picuda, estilizados faros delanteros y entradas de aire de mayor tamaño. No nos cansamos de mirarlo, pero es hora de pasar al interior. Alfa Romeo sabe que sus compradores son “viscerales", porque –en realidad- existen station wagon (como se denomina a estas creaciones familiares) que ofrecen el mismo espacio y se mueven con igual soltura (Stilo Multi Wagon, 307 SW, Octavia Combi...) y cuestan casi 5.000 euros menos; en algunos casos, la diferencia ronda el antiguo millón de pesetas. La compra de este modelo –por tanto- se realiza a golpe de corazón, pero también de talonario. Y, en cierta medida, es lógico.Su interior no es para nada anodino. Te podrá gustar o no, pero –casi seguro- no te dejará indiferente. Ahora, además, han estructurado el salpicadero para que el impacto visual sea aún mejor: una pantalla multifunción corona la zona superior, mientras que la radio y los mandos del climatizador se agrupan debajo. Se conservan los relojes de forma deportiva, que se iluminan en rojo al encender las luces. Además, en este modelo, hay cosas que no se ven, pero que indudablemente se notan. Los asientos nos resultarán realmente cómodos aunque pasemos muchas horas al volante. Están realizados en Alfatex, una fibra que han patentado la misma Alfa Romeo y que consiguen un mullido perfecto (no te hundes, pero tampoco te torturará los riñones). También hay que destacar la buena lectura que podemos realizar incluso de noche de sus múltiples esferas, ya que no existen reflejos: Alfa asegura que, para ello, ha “pulido" el salpicadero con láser.El conductor tendrá a mano todo y de todo: el equipamiento de serie de la versión que analizamos (la Distinctive, la más alta de gama) incluye, entre otros, climatizador bizona, control de velocidad de crucero, ordenador de viaje, mandos de radio al volante... Sin embargo, pequeños “peros" impiden que nos encontremos del todo cómodos. El diseño pasa factura, sobre todo en la visibilidad: los retrovisores no permiten controlar muy bien el perímetro del vehículo. Además, no hay demasiado espacio libre para los pies y el uso del climatizador no es demasiado intuitivo. La pantalla del ordenador es pequeña y, aunque corona el salpicadero, no resulta fácil encontrarla sin levantar demasiado la vista de la carretera. Y no olvidemos que se trata de un station wagon: las plazas traseras tampoco se han descuidado. Los pasajeros de atrás tienen espacio suficiente para las piernas y para la cabeza. Además, la posición central se convierte en un reposabrazos que esconde una trampilla mediante la que podemos acceder al maletero (muy útil para coger objetos en marcha). Con el metro en la mano, el Sportwagon no es tan “rentable" respecto al 156 berlina. Este último incluso aventaja en algunas mediciones a la versión familiar: según nuestro Centro Técnico, presenta el mismo espacio para las piernas de los ocupantes de las plazas traseras y un centímetro más de anchura para estos pasajeros.

Por otra parte, su maletero no es tan grande como cabría esperar de este tipo de creaciones. Si optamos por dar el máximo espacio posible a los pasajeros de las plazas traseras, sólo tendremos 360 litros de capacidad (incluso la berlina ofrece más espacio, con 400 litros). Sin embargo, podemos ampliarlo hasta los 740 litros.

Aquí está precisamente su mayor virtud: la versatilidad. Si lo necesitamos, hay espacio para bultos grandes. Además, la boca de carga del maletero del Sportwagon es mayor, lo que facilita las tareas de carga y descarga de objetos (por no hablar de la comodidad que supone tener portón).