Arturo Ruiz nos espera frente a la imponente fachada del Museo Íbero de Jaén, uno de los grandes logros que plasman su contribución de más de 40 años dedicados al estudio y la investigación del mundo íbero en Andalucía. Ruiz, de 70 años, viste pantalones vaqueros y un chaleco marrón rematado con un sombrero a lo Indiana Jones, personaje del que, al contrario que otros arqueólogos, no reniega. “Todo arqueólogo debería tener un poquito de Indina Jones para ilusionar a la gente”, afirma. Antes de acompañarnos a Puente Tablas, yacimiento íbero que dirige, situado a cuatro kilómetros de Jaén, se ofrece a guiarnos por las entrañas de este magnífico museo al que, reconoce, aún le falta algo de tiempo para estar completo. Y no solo porque carece todavía de una colección permanente definida, sino para que esta se articule con la investigación y el conocimiento acumulado durante años. Si el Museo Íbero es motivo de orgullo para Arturo Ruiz, en la misma medida lo es la ciudad fortificada de Puente Tablas, a la que ha dedicado buena parte de su tiempo y de la que recientemente hemos conocido el nombre de su héroe fundador.
GEO: Después de casi cinco años, acaba de anunciar el descubrimiento del nombre del héroe de Puente Tablas. ¿Cómo lo ha logrado?
ARTURO RUIZ: Es un caso típico de investigación y paciencia. El santuario se había abandonado en el siglo IV a. de C. y la pieza donde se encontraba la inscripción, un prisma de unos diez centímetros, apareció entre la tierra, detrás de una estela de una divinidad que participa de un rito equinoccial. Entre los golpes que presentaba, que la incisión no era muy profunda y que era arenisca, la inscripción no se leía bien. En un primer momento hicimos un ensayo cruzando luces por capas y luego sumándolas todas, pero no conseguimos ver nada. Hasta que cuatro años después, durante la pandemia, mientras buscábamos piezas de laboratorio que no había
mos trabajado, volvimos a ella. Y entonces me pareció ver la imagen de una persona surgiendo de la tierra, como en una epifanía. Y en otra de las caras del prisma, en la que tampoco antes habíamos visto nada, pudimos descomponer las letras de un nombre escrito en ibérico meridional. Luego, como suele pasar en estos casos, todo fue a la carrera. Hicimos ensayos con un nuevo software para valorar la micro profundidad de la incisiones y trabajamos con filólogos, en concreto con Eugenio Luján, de la Universidad Complutense. Conseguimos así ver también parte de una constelación, con lo que pudimos determinar, con la ayuda de Manuel Pérez, arqueoastrónomo de la Universidad de Salamanca. todo un universo asociado a la figura de un héroe que, como todos los héroes del mundo ibérico y Mediterráneo, se asocian a elementos de tipo astral. A eso sumamos elementos de hibridación entre lo que es la imagen de Dios, en este caso el Sol, y la imagen de un héroe. Y surgió Nokaki o Nokika, que ambos nombres pueden ser, el fundador de Puente Tablas.
¿Había referencias previas de su existencia?
No. Sabíamos que había un héroe pero no conocíamos su nombre y por supuesto no teníamos su imagen. En la pieza se ve la imagen del señor de perfil que además, maravillosamente, sale de unas montañas. Montañas que si las miras desde las puertas de Puente Tablas, se corresponden con el paisaje que tenemos de fondo. El personaje sale entre dos montañas, que es justo donde se produce el solsticio de invierno. Todo cuadraba. Ahora sabemos que Nokaki tiene un universo mítico, abierto durante todo el año, como los ciclos agrarios, y cuando llega el equinoccio tiene su encuentro con la diosa colocada en la puerta de Puente Tablas.
¿Qué importancia tiene este hallazgo para los estudios del mundo íbero?
Con él empezamos a perfilar lo que llamaría la genealogía de los antepasados, es decir, un personaje que se nos va más hacia el mundo de los formadores de linajes del siglo VII, VI, como mucho inicios del siglo V a. de C. No son los antepasados familiares que inauguran las necrópolis y que conocemos bien, sino que Nokaki narra un mito, el del héroe que viaja al inframundo y que nos recuerda a Gilgamesh en el Próximo Oriente o al mundo de Adonis cuando lo recupera Afrodita del inframundo. Incluso de Baal en el caso de los fenicios.
¿Se abren con él nuevas líneas de investigación?
Sí, aunque es muy específico y responde a lo que es un fundador local. Lo que sí podemos decir es que es el prototipo que hay que buscar en otros contextos ibéricos. Son fundadores de linajes y en cada oppidum debe haber uno, al menos durante los siglos V y IV, mientras los oppida son autónomos. A partir de finales de los siglos IV y principios del III a. de C. es cuando los antepasados familiares toman más fuerza y empiezan a aparecer lo que yo entiendo que son las casas reales. El mundo de Nokaki es un mundo patriarcal que hay que reconocer en la tradición orientalizante, en el mundo de los grandes patriarcas antiguos.
¿Se han encontrado inscripciones similares en otros lugares?
No, pero se ha excavado tan poco... Primero, no se han encontrado porque el concepto de oppidum en Andalucía es diferente del de Cataluña o Valencia. En Jaén, que yo recuerde, solo tenemos el caso de Giribaile (Vilches) y Puente Tablas, donde se ha excavado lo suficiente para tener datos de este tipo. En Cástulo se ha excavado mucho, pero es tan grande. Y además ahí domina lo romano, no puede servirnos de ejemplo.
Estamos en el Museo Íbero de Jaén. Su nacimiento se ha conseguido después de 20 años de trabajos y reclamaciones. ¿Qué supone para usted como investigador de la cultura íbera y para la provincia de Jaén un museo como este?
Es un éxito en la medida en que es una demanda que hemos venido haciendo desde el mundo de la investigación, que ha venido avalada por el conocimiento y el trabajo que se ha hecho en esta provincia durante más de 20 años. Además, ha contado con el apoyo de la ciudadanía. La sociedad de Jaén consideró que era importante tener un museo de este tipo. Pero tengo que decir que tenemos el contenedor, espectacular y magnífico, pero nos falta la segunda parte, que es el contenido, el cómo articular no solo la colección permanente, que ya sería importante, sino hacerlo con aquellos otros aspectos que definen la investigación y el conocimiento de la cultura ibérica en Jaén. Hablo de los proyectos turísticos que incorporan el territorio al museo. Este museo no debe nacer separado del territorio, del paisaje, sino que debe nacer con El Viaje al Tiempo de los Íberos, una ruta que nos permite, no ya traer Puente Tablas a una sala del museo, sino que Puente Tablas sea una sala fuera del museo formando parte de él. Y hay que introducir la investigación, que los investigadores no se aíslen. La mejor manera de no aislarnos es integrarlos en la estructura que conlleva la idea del museo, el territorio y la universidad. Son patas de una misma mesa.
Si quieres leer la entrevista completa con Arturo Ruiz, puedes conseguir el número de GEO en https://bit.ly/3c3TEvu