Entre el 14 y el 17 de noviembre, Rossi se olvidará del manillar y la soledad de la moto. En su lugar, empuñará un volante y se sentará al lado de Carlos Cassina, el copiloto habitual de Piero Liatti.
Juntos, Rossi y Cassina tratarán de llevar a la meta un Peugeot 206 WRC del equipo Grifone.
Rossi ya ha tomado contacto con su coche durante unos entrenamientos privados y se muestra encantado. "He tenido sólo un contacto que me ha servido para acostumbrarme al coche y para oír las notas del piloto", explica. Según sus palabras, no le ha costado mucho dominar las trazadas de las curvas, pero sí las distancias de frenado, más cortas que en los circuitos.
El italiano es consciente de sus posibilidades y sabe que es imposible que pueda llegar a ganar una prueba de este tipo, pero confía en divertirse y tratará de acabar la carrera.