La baja demanda de automóviles está causando problemas en las factorías de las diversas marcas que han asentado algunas de sus líneas de montaje en Brasil: los anuncios de despidos se suceden y GM ha asegurado que mantiene ociosa al 40 por ciento de su plantilla. Si no se hace nada para reactivar el mercado, los fabricantes dejarán el país debido a las elevadas pérdidas que están sufriendo, según ha asegurado Walter Wieland, presidente de la filial carioca de General Motors.
Ante esta situación (las ventas de vehículos, cuya manufactura representa el 14 por ciento del producto industrial brasileño, se encuentran en su nivel más bajo desde hace 10 años), el Gobierno ha decidido tomar cartas en el asunto. Para reactivar la demanda, se ha elaborado un plan de ayudas para los consumidores. Además, otorgará subvenciones y exenciones fiscales a las empresas. Por ejemplo, se reducirá el impuesto sobre productos industrializados (IPI) y la tasa existente sobre la circulación de mercancías y servicios (ICMS). El ministro de Planificación, Guido Mantega, ha confirmado que el proyecto ya ha recibido la autorización del presidente, Luiz Inácio Lula da Silva, quien ha decidido crear un grupo de trabajo formado por representantes de los ministerios de Hacienda, Planificación, Desarrollo, Industria y Comercio Exterior.
Así, el Gobierno incentivará la sustitución de coches usados por otros nuevos con créditos baratos y una ampliación del período de devolución del préstamo. El alto nivel de los tipos de interés en Brasil –actualmente, en el 24,5 por ciento- ha debilitado la demanda doméstica, perjudicando la producción industrial y provocando un aumento del paro en el primer semestre. Según los datos de la Asociación Nacional de Fabricantes de Vehículos Automotores (Anfave), formada por los representantes locales de muchos de los grandes constructores, las ventas de coches, camiones y autobuses en Brasil han disminuido un 8,2 por ciento durante el primer semestre de este año, respecto al mismo período de 2002. Por ello, se ha propuesto beneficiar la manufactura de automóviles “populares", mientras las fábricas tienen acumuladas en sus almacenes 170.000 unidades sin demanda.
Sin embargo, “el remedio podría empeorar la enfermedad", ha afirmado Wieland. “Algunos hablan de bajar precios, otros de producir un coche superpopular, el coche del trabajador… Dentro de poco surgirá el vehículo de los Sin Tierra", ha añadido.
Además, los anuncios sobre la reducción de precios “derrumban más las ventas", ya que los compradores prefieren esperar antes de cambiar de coche. A pesar de la fuerte caída de la demanda, las plantas aún no han rebajado el importe de sus productos, según las asociaciones de consumidores. Brasil posee la mayor capacidad de ensamblaje de vehículos de América del Sur y en su territorio están instaladas plantas con capacidad de manufacturar 3,4 millones de automóviles al año. Los mayores fabricantes se disputan en el país sudamericano, un mercado que lleva décadas estancado.
Por otra parte, Wieland ha anunciado que, dentro de 90 días, su compañía sabrá si será la encargada de la construcción de un nuevo modelo compacto en su fábrica brasileña de Río Grande do Sul. Las otras aspirantes son las plantas de México y China.