Ford Focus C-Max 1.8 y 2.0 TDCi

A finales del año que viene tendremos ya el nuevo Focus. Mientras tanto, para abrir boca, en Ford nos han presentado el C–Max, su propuesta de monovolumen compacto sobre la base del Focus. El bastidor y los motores, todo nuevo, serán los mismos que utilice el superventas del óvalo en 2004.

Mazda mostrará la segunda generación del MX-5 y el Xedos 9 en París
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El bastidor compacto
El C-Max estrena un chasis que dará mucho juego en el grupo Ford. Es un bastidor que se montará en los nuevos Focus, los Mazda3 y los Volvo S40. Ante semejante expectación, la cita con el C-Max prometía mucho y podemos anticipar ya que no defraudó.

En esencia, se ha tomado la base del bastidor del Focus, pero se ha rehecho por completo. Ahora la batalla es 25 mm más larga y el paso de vías, 40 mm más ancho (“el mayor del segmento", dicen en Ford), con lo que la superficie de rodadura crece un poco y se gana algo de espacio para la habitabilidad. Con los cambios, el C-Max se presenta con 4,33 metros de largo, 1,82 de ancho y 1,59 de alto. El peso se sitúa en torno a los 1.340 kg, con lo que, sin ser una pluma, es de los más ligeros de la categoría.El nuevo bastidor ha recibido unas suspensiones mucho más elaboradas, aunque mantiene el mismo esquema del Focus, con su diagrama McPherson y subchasis inferior de apoyo delante y multibrazo detrás. Se han retocado todos los componentes de esta suspensión, sobre todo los anclajes, que son más firmes. Se ha prestado especial atención a elementos como los casquillos de unión entre las partes, que ahora son más complejos y llevan un depósito de aceite que hace de amortiguador y absorbe los ruidos y las vibraciones. Muelles y amortiguadores también ganan en grosor y solidez. En total, el conjunto es un 15 por ciento más rígido.Además, el apartado del ruido se ha trabajado con mucho esmero, introduciendo en el bastidor zonas de chapa más gruesa que se encargan de dar firmeza y rigidez al conjunto, de forma que no se produzcan roces y, si se producen, puedan ser neutralizadas por estas áreas especiales.El resultado de esta reelaboración del bastidor es un coche realmente dinámico para sus dimensiones. La toma de contacto se produjo en una zona rural cerca de Graz, al sur de Austria. Allí, por carreteras muy retorcidas pero de buen firme, pudimos comprobar el magnífico equilibrio entre agilidad y confort que han logrado los técnicos de Ford.El coche se muestra dócil en cualquier circunstancia. Al tiempo, es muy vivo y hábil en los terrenos complicados. Al principio, y a ritmos bajos, parece que la suspensión deja mucha libertad a la carrocería, que oscila suavemente para dar la máxima comodidad a los ocupantes (no olvidemos que es un coche eminentemente familiar). Pero después, a ritmos más vivos, esta suavidad deja paso a un trabajo más enérgico, protagonizado por apoyos firmes y cómodos que permite pasar por las curvas sin temor a nada y sin ningún vicio destacable.
Y si en carreteras complicadas el coche es bueno, en vías amplias y autopistas es notable. Confortable y muy fácil de llevar, este monovolumen está pensado para viajar sin problemas y disfrutando. La posición de los asientos, muy elevada, deja claro este espíritu rutero. Una dirección electrohidráulica muy precisa contribuye a que estas sensaciones sean de lo mejor del segmento: una mezcla muy buena de seguridad, control y eficacia dinámica.

El bastidor va complementado por los mismos frenos que lleva el Mondeo ST 220, unos discos terribles de 300 mm de diámetro delante y 280 detrás que clavan a cualquier C-Max en menos de 40 metros desde 100 km/h.

El bastidor compacto
El C-Max estrena un chasis que dará mucho juego en el grupo Ford. Es un bastidor que se montará en los nuevos Focus, los Mazda3 y los Volvo S40. Ante semejante expectación, la cita con el C-Max prometía mucho y podemos anticipar ya que no defraudó.

En esencia, se ha tomado la base del bastidor del Focus, pero se ha rehecho por completo. Ahora la batalla es 25 mm más larga y el paso de vías, 40 mm más ancho (“el mayor del segmento", dicen en Ford), con lo que la superficie de rodadura crece un poco y se gana algo de espacio para la habitabilidad. Con los cambios, el C-Max se presenta con 4,33 metros de largo, 1,82 de ancho y 1,59 de alto. El peso se sitúa en torno a los 1.340 kg, con lo que, sin ser una pluma, es de los más ligeros de la categoría.El nuevo bastidor ha recibido unas suspensiones mucho más elaboradas, aunque mantiene el mismo esquema del Focus, con su diagrama McPherson y subchasis inferior de apoyo delante y multibrazo detrás. Se han retocado todos los componentes de esta suspensión, sobre todo los anclajes, que son más firmes. Se ha prestado especial atención a elementos como los casquillos de unión entre las partes, que ahora son más complejos y llevan un depósito de aceite que hace de amortiguador y absorbe los ruidos y las vibraciones. Muelles y amortiguadores también ganan en grosor y solidez. En total, el conjunto es un 15 por ciento más rígido.Además, el apartado del ruido se ha trabajado con mucho esmero, introduciendo en el bastidor zonas de chapa más gruesa que se encargan de dar firmeza y rigidez al conjunto, de forma que no se produzcan roces y, si se producen, puedan ser neutralizadas por estas áreas especiales.El resultado de esta reelaboración del bastidor es un coche realmente dinámico para sus dimensiones. La toma de contacto se produjo en una zona rural cerca de Graz, al sur de Austria. Allí, por carreteras muy retorcidas pero de buen firme, pudimos comprobar el magnífico equilibrio entre agilidad y confort que han logrado los técnicos de Ford.El coche se muestra dócil en cualquier circunstancia. Al tiempo, es muy vivo y hábil en los terrenos complicados. Al principio, y a ritmos bajos, parece que la suspensión deja mucha libertad a la carrocería, que oscila suavemente para dar la máxima comodidad a los ocupantes (no olvidemos que es un coche eminentemente familiar). Pero después, a ritmos más vivos, esta suavidad deja paso a un trabajo más enérgico, protagonizado por apoyos firmes y cómodos que permite pasar por las curvas sin temor a nada y sin ningún vicio destacable.
Y si en carreteras complicadas el coche es bueno, en vías amplias y autopistas es notable. Confortable y muy fácil de llevar, este monovolumen está pensado para viajar sin problemas y disfrutando. La posición de los asientos, muy elevada, deja claro este espíritu rutero. Una dirección electrohidráulica muy precisa contribuye a que estas sensaciones sean de lo mejor del segmento: una mezcla muy buena de seguridad, control y eficacia dinámica.

El bastidor va complementado por los mismos frenos que lleva el Mondeo ST 220, unos discos terribles de 300 mm de diámetro delante y 280 detrás que clavan a cualquier C-Max en menos de 40 metros desde 100 km/h.

El bastidor compacto
El C-Max estrena un chasis que dará mucho juego en el grupo Ford. Es un bastidor que se montará en los nuevos Focus, los Mazda3 y los Volvo S40. Ante semejante expectación, la cita con el C-Max prometía mucho y podemos anticipar ya que no defraudó.

En esencia, se ha tomado la base del bastidor del Focus, pero se ha rehecho por completo. Ahora la batalla es 25 mm más larga y el paso de vías, 40 mm más ancho (“el mayor del segmento", dicen en Ford), con lo que la superficie de rodadura crece un poco y se gana algo de espacio para la habitabilidad. Con los cambios, el C-Max se presenta con 4,33 metros de largo, 1,82 de ancho y 1,59 de alto. El peso se sitúa en torno a los 1.340 kg, con lo que, sin ser una pluma, es de los más ligeros de la categoría.El nuevo bastidor ha recibido unas suspensiones mucho más elaboradas, aunque mantiene el mismo esquema del Focus, con su diagrama McPherson y subchasis inferior de apoyo delante y multibrazo detrás. Se han retocado todos los componentes de esta suspensión, sobre todo los anclajes, que son más firmes. Se ha prestado especial atención a elementos como los casquillos de unión entre las partes, que ahora son más complejos y llevan un depósito de aceite que hace de amortiguador y absorbe los ruidos y las vibraciones. Muelles y amortiguadores también ganan en grosor y solidez. En total, el conjunto es un 15 por ciento más rígido.Además, el apartado del ruido se ha trabajado con mucho esmero, introduciendo en el bastidor zonas de chapa más gruesa que se encargan de dar firmeza y rigidez al conjunto, de forma que no se produzcan roces y, si se producen, puedan ser neutralizadas por estas áreas especiales.El resultado de esta reelaboración del bastidor es un coche realmente dinámico para sus dimensiones. La toma de contacto se produjo en una zona rural cerca de Graz, al sur de Austria. Allí, por carreteras muy retorcidas pero de buen firme, pudimos comprobar el magnífico equilibrio entre agilidad y confort que han logrado los técnicos de Ford.El coche se muestra dócil en cualquier circunstancia. Al tiempo, es muy vivo y hábil en los terrenos complicados. Al principio, y a ritmos bajos, parece que la suspensión deja mucha libertad a la carrocería, que oscila suavemente para dar la máxima comodidad a los ocupantes (no olvidemos que es un coche eminentemente familiar). Pero después, a ritmos más vivos, esta suavidad deja paso a un trabajo más enérgico, protagonizado por apoyos firmes y cómodos que permite pasar por las curvas sin temor a nada y sin ningún vicio destacable.
Y si en carreteras complicadas el coche es bueno, en vías amplias y autopistas es notable. Confortable y muy fácil de llevar, este monovolumen está pensado para viajar sin problemas y disfrutando. La posición de los asientos, muy elevada, deja claro este espíritu rutero. Una dirección electrohidráulica muy precisa contribuye a que estas sensaciones sean de lo mejor del segmento: una mezcla muy buena de seguridad, control y eficacia dinámica.

El bastidor va complementado por los mismos frenos que lleva el Mondeo ST 220, unos discos terribles de 300 mm de diámetro delante y 280 detrás que clavan a cualquier C-Max en menos de 40 metros desde 100 km/h.