La industria de la automoción es un grupo de presión muy importante en EE.UU. Al menos, así ha quedado patente tras el nuevo rechazo de la reforma del denominado CAFE (siglas de Corporate Average Fuel Economy o Ahorro Corporativo Promedio de Combustible). El Senado estadounidense se ha mostrado muy dividido, por lo que la propuesta de cambiar los cánones que fijan el consumo de combustible de los vehículos ha quedado otra vez en el aire.
Así, los automóviles podrán seguir consumiendo un galón por 27,5 millas recorridas (cerca de 3,78 litros cada 44 kilómetros) y los vehículos comerciales, un galón por cada 20,7 millas (3,78 litros a los 33,3 kilómetros); unas medidas que llevan vigentes nada menos que 26 años.
Los tres grandes de Detroit (Chrysler, General Motors y Ford) habían advertido que, si se cambiaban esos cánones, Toyota podría aprovechar para relegarlos del mercado patrio, además, las ventas bajarían y llegarían los despidos.
Eso sí, como ha apuntado el senador McCain, estos mismos fabricantes también ponían duras pegas con las diversas reformas de seguridad que se han ido adaptando. "Entonces afirmaban que iba a ser el fin de la industria del automóvil y esto no ha ocurrido", asegura McCain.