Vuelve la diversión

Ya se ve el semáforo de salida. La Fórmula 1 arranca en Australia su campaña 2002. El aplastante dominio de Ferrari tiene por primera vez a dos oponentes capaces de superarlo: Williams y McLaren.

Por detrás de estos seis equipos, hay otras cuatro escuadras en la parrilla. Renault asegura que este año saldrá de ese pelotón de cola que ocupó el año pasado. Borrados los restos de la escudería Benetton, el equipo francés corre ya con su motor y su bastidor. Su propulsor revolucionario abierto a 111 grados fracasó en la pasada campaña, pero, aseguran, ya está en condiciones de competir. Para Eddie Irvine, Renault dará muchas sorpresas y, para la dirección del equipo, sería un fracaso no estar entre los cuatro o cinco primeros del mundial de constructores. Mucha responsabilidad para Jenson Button y Jarno Trulli, una combinación de juventud y experiencia que cuenta con el apoyo (y la presión) de Fernando Alonso como probador. Si el motor no falla, pueden estar arriba, pero en los entrenamientos de enero y febrero no han brillado. Además, Briattore, que mantiene el timón del equipo, no se fía de Button y ya ha dicho que le vigilará muy de cerca. Arrows, con Heinz Harald Frentzen y Enrique Bernoldi, ha logrado meter en sus coches motores Cosworth de un nivel muy similar a los que monta Jaguar. Con su buena aerodinámica para las carreras rápidas y máquinas competitivas, los coches ingleses pueden salir de la cola y dar más de una alegría a su patrón, Walkinshaw. Los que no mejoran son los de Minardi. Convertido en una trasnacional australiana, británica, italiana y malaya, el peor equipo de los últimos campeonatos arrastra motores 100 CV menos potentes que los de las escuderías de cabeza. Incorpora alguna solución muy buena en aerodinámica y transmisión, pero la falta de potencia es definitiva. Con Alex Yoong, un piloto malayo impuesto por los patrocinadores, y Mark Webber, novato sacado de la Fórmula 3000, tienen pocas armas útiles. Si no se produce un milagro, volverán a la cola del pelotón. El año pasado también la ocuparon, pero se codeaban allí con Prost, un equipo que ha desaparecido ahogado por las deudas. En 2002, Minardi tendrá la soledad del doblado en exclusiva para sí.

La gran incógnita es Toyota, que ocupa plaza de nuevo equipo en la parrilla. Los japoneses llegan con unas ganas enormes de agradar. Tienen a Mika Salo y Allan McNish como pilotos, dos hombres sin apenas palmarés en la Fórmula 1. La escudería se pasó el año 2001 entrenando y probando nuevos desarrollos técnicos, con lo que se dice que cuentan con un coche de absoluta vanguardia. También se rumorea que disponen de un presupuesto superior incluso al de Ferrari. Veremos de qué son capaces este año, porque, a medio plazo, su lugar está muy arriba.

Con estos mimbres, empieza un campeonato que promete. Volverán la emoción de la velocidad, la polémica y la diversión. Es un todos contra Schumacher, pero también es una temporada que dirá si los nuevos valores merecen los halagos que se les dispensan o si los veteranos todavía mandan en este deporte. También sabremos cuáles serán las nuevas especificaciones técnicas que estudia la FIA y, sobre todo, si esta competición sobrevivirá a la escisión que preparan algunos constructores descontentos con el control de la Fórmula 1 por el grupo alemán Kirch. Empieza el espectáculo.