Uber, la aplicación con la que cada usuario se puede convertir en taxista, está haciendo saltar la voz de alarma en Barcelona entre el sector de taxi. La app para dispositivos móviles, que opera ya en varios países europeos, permite a todo usuario que la descargue compartir coche en ciudad, ya sea como conductor o como pasajero. El dueño del vehículo podrá lucrarse de este modo por trasladar al cliente de Uber, indicando el sitio exacto en el que quiere ser recogido y recibiendo en su móvil el importe –tarifa estándar más económica que la del taxi- a pagar por el desplazamiento –posibilidad de pago online introduciendo una tarjeta de crédito-.
Polémica Uber
Los taxistas dicen que este sistema, creado por una empresa que trabaja desde 2.009 y que está valorada en 2.750 millones de euros, es ilegal, ya que no se puede ofrecer un servicio de transporte como tal sin tener la correspondiente licencia. En esto sí que respetan la legalidad otras empresas como Cabify, que ofrece coches con chófer a sus usuarios, disponiendo también de la posibilidad del pago online del servicio y un precio fijo antes de realizar el transporte. El problema es que las licencias CVT que obtienen estas empresas están limitadas a una por cada 30 taxis operando en la ciudad pertinente. Otras alternativas como el ‘carsharing’, en el que se comparte un coche entre varias personas, ya sea a modo de una especie de ‘alquiler’ o mediante la compra conocida como ‘renting’ se desliga de la polémica por autoproclamarse como empresas de uso para trayectos interurbanos y, en todo caso, para hacer un uso en el que se necesita el coche en todo momento.
Además, los taxistas avisan de que con este sistema no hay protección especial para ninguna de las dos partes que utilice el servicio, a pesar de que el conductor está lucrándose.
Qué dice Europa
El primer paso anti-Uber lo ha dado Bélgica, prohibiendo el uso de Uber en Bruselas tras estudiar la queja emitida por el colectivo del taxi. La Corte Comercial de la ciudad belga ha declarado como ilegal esta utilidad por no ofrecer ninguna garantía al usuario, a pesar de ser un servicio de tipo lucrativo, ‘pisando’ además un sistema regulado como es el de los taxistas. De hecho, han establecido en 10.000 euros la multa por recoger a un cliente usando la app Uber.
Pero este problema afecta a los taxistas de todos los países –ahora también a los de Barcelona- en los que opera la aplicación y, tarde o temprano, tendremos que ver que ocurre con la polémica creada entre unos taxistas que defiende su oficio y usuarios hartos de abusivas tasas que buscan alternativas para moverse en ciudad.