Los suecos, contra el peaje urbano

La Trangselskatt, o “Impuesto por congestión", que el Gobierno de Suecia quiere implantar como medida para reducir el tráfico en el centro de su capital, Estocolmo, no ha sido bien recibido por su habitantes, quienes ya han puesto el grito en cielo ante un peaje lleno de pequeñas espinas en sus primeros días de prueba.

Los suecos, contra el peaje urbano
Los suecos, contra el peaje urbano

El “Impuesto por congestión", que las autoridades de Estocolmo quieren aplicar a modo de peaje para que los vehículos puedan circular por el centro de la capital, comenzó el segundo día del año su fase de “prueba" en una jornada que, según aseguró la policía sueca, transcurrió con normalidad.Sin embargo, la realidad choca con el tradicional civismo nórdico, que no ha podido evitar que la mayoría de los suecos ponga el grito en el cielo ante una medida que consideran, cuanto menos, injusta.A saber. La idea es que todos los automovilistas lleven un aparato transmisor pegado en el parabrisas de sus coches. Este dispositivo, tanto a la entrada como a la salida del centro de la capital, enviará una señal a un centro de control que registrará dichos movimientos para, luego, pasarle factura bancaria al propio interesado. El importe por cada tramo no supera las 60 coronas (unos 6,5 euros). El plan tiene un periodo de prueba de siete meses y, hasta la fecha, sólo 400.000 conductores han adquirido el aparato correspondiente. El caso es que la tecnología, tal como apunta el director del proyecto, funciona. Y también la conciencia ciudadana, que da por lógico que las ambulancias, los taxis, los autobuses, los automóviles de discapacitados y aquellos que funcionan con electricidad, alcohol u otro tipo de combustible limpio que no sea gasolina normal, estén exentos de dicho impuesto.Lo que no funciona en absoluto –la nueva medida cuenta con una fortísima oposición-, son algunos de los aspectos que la nueva ley conlleva. Por una parte, consideran ridículo que un conductor tenga que pagar dos veces –a la entrada y a la salida- cuando, a juicio de la mayoría, es absurdo tener que pagar por salir de un lugar. Otro problema lo constituyen los que viven justo en el centro de la capital, pues tendrán que pagar por salir de sus casas si quieren ir a un sitio que esté fuera de los límites marcados.A esto se agrega que aquellos conductores que no dispongan aún del aparato deberán pagar dentro de los primeros cinco días hábiles en unos establecimientos al estilo de los “7-Eleven", so pena de una multa inicial de 70 coronas -7,5 euros-, que, de persistir en la negativa, puede alcanzar la cifra de 54,1 euros.Por último, tampoco consideran justo que se haya eximido de pagar la cuota de peaje a los automóviles de diplomáticos, motocicletas, coches con matrícula extranjera y autobuses con un peso superior a las 4 toneladas.El coste de este proyecto, de 485 millones de euros, responde a la presión ejercida por los partidos de izquierda y los ecologistas contra el Gobierno de Suecia y pretende reducir el tráfico urbano, y sus daños colaterales, en un 10 o un 15 por ciento.Para aliviar la demanda de transporte colectivo, el Ayuntamiento de Estocolmo ha reforzado la flota con 197 autobuses que operarán 16 nuevas rutas.Aún así, la última palabra la tendrán los ciudadanos durante las elecciones parlamentarias del próximo mes de septiembre, cuando los suecos decidan en un referéndum si pagan o no pagan por entrar y salir de Estocolmo.El peaje urbano se aplica con gran éxito en Londres desde hace dos años. La capital británica está ampliando la zona acotada y piensa elevar el precio del peaje de acceso. En Madrid, el Psoe ya ha dicho que está a favor de una idea similar.