Robos de coches, de la ganzúa al satélite

Algunos ladrones podrían figurar en el Libro Guinness de los Records, porque son capaces de abrir algunos modelos en menos de cuatro segundos y no precisan mucho más de dos minutos para hacerse con los coches más protegidos. Barajando estas cifras, no es de extrañar que al año desaparezcan en España más de 140.000 vehículos, aunque la mayoría de ellos (alrededor de un 70 por ciento) aparecen.

Los coches más "solicitados" son los vehículos más vendidos, como el VW Golf, o los modelos que ya tienen varios años en el mercado, como el Opel Kadett o el Ford Escort. Cuando los ladrones trabajan por encargo de las mafias, suelen elegir los Audi, Mercedes, Lexus o BMW. Los todo terreno también cuenta con sus adeptos: los cazadores furtivos y los "aluniceros", que utilizan el vehículo para desvalijar las tiendas. La mayoría de los robos se producen entre julio y agosto, normalmente en fin de semana y a partir de las doce de la noche. No hay que bajar la guardia, ya que el 75 por ciento de las sustracciones tienen lugar en la misma calle donde habita el dueño y un 10 por ciento en el propio garaje. Madrid es la comunidad donde desaparecen más coches (unos 30.000 al año), seguida de Cataluña (15.000) y Valencia (8.000). Ingenieros, rateros, de origen español, peruano o ruso, mafias, familias o simplemente pandillas de quinceañeros forman parte de este singular negocio. Los métodos varían desde la ganzúa al uso de satélites. En España, no se dan tanto los robos con intimidación como en otros países, donde los delincuentes abordan a los conductores y, a punta de pistola, les obligan a bajarse de los vehículos. Una vez más, nuestro país demuestra que es la cuna de la picaresca. Cada tipo de ladrón, porque en esto del robo también hay subgrupos, se decanta por un vehículo determinado. Los aluniceros y cazadores furtivos eligen los 4x4 y las bandas organizadas prefieren los vehículos de lujo (Mercedes, BMW, Lexus o Audi) y algunos todo terreno (sobre todo el Jeep Gran Cherokee). Entre un 20 y un 25 por ciento de los vehículos que se sustraen al año en España son modelos de segunda mano, que se desguazan y se venden como repuestos. Muchos automóviles son robados por un corto espacio de tiempo, bien para cometer un delito, bien para el ocio de los ladrones, normalmente pandillas de delincuentes. Así, se han dado hurtos en los que un coche sustraído en Madrid ha aparecido a los pocos días en una población costera. Cuando hablamos de "alunizaje" no nos referimos a la llegada del hombre a la luna, pero, sin duda, ante este tipo de robo, podemos exclamar: "°Houston, tenemos un problema!" Los denominados aluniceros sustraen coches para desvalijar tiendas, normalmente peleterías, joyerías, establecimientos de telefonía móvil o estancos, en definitiva, aquellos comercios que poseen objetos de gran valor y fáciles de colocar en el mercado negro. Estos ladrones siempre actúan en grupo y su "modus operandi" está analizado al milímetro. Primero estudian el local que quieren robar, preferiblemente aquellos bien comunicados, donde la escapatoria por autovías o autopistas resulta sencilla. Se apoderan de un todo terreno y de varios coches potentes, generalmente de la marca Audi o BMW, que usan para darse a la fuga. Los vehículos aparcados cerca de estas tiendas suelen correr muy mala suerte, bien porque son elegidos para cometer el atraco, o bien porque molestan y los ladrones no dudan en llevárselos, literalmente, por delante. Marcha atrás y a toda velocidad, empotran el 4x4 contra las lunas o los cierres metálicos del establecimiento. Utilizan el vehículo como ariete y lo pueden llegar a lanzar varias veces hasta que logran entrar en la tienda. Una vez dentro, cogen todos los objetos que pueden y huyen en 2 ó 3 minutos, el tiempo que creen que necesita la policía para acudir al lugar. Actúan de 4 a 5 de la madrugada, de domingo a jueves, y son muy disciplinados. En España, existen 5 ó 6 bandas de aluniceros perfectamente organizadas; normalmente son clanes familiares, como las denominadas bandas del BMW, del barrio de Usera, de los San Román o la saga de los Antón. Los nuevos sistemas de seguridad incorporan la última tecnología, pero, a medida que los coches se hacen más infranqueables, los ladrones van perfeccionando sus métodos. Lo último en robo consiste en la aplicación debajo del coche de un chip, que emite una señal a un satélite. Con este sistema, basado en la tecnología GPS, los delincuentes tienen en todo momento localizado el vehículo y sólo tienen que esperar para poder abrirlo. Los modernos rateros ya no fuerzan las puertas. Hace unos meses la policía detuvo a una banda organizada que, con un sofisticado escáner, copiaba las frecuencias emitidas por los mandos a distancia y después las reproducía, logrando abrir los coches. La llave convencional tampoco es un sistema seguro, sobre todo en aquellos vehículos que poseen cerraduras iguales para todas sus puertas. Los ladrones se hacen con los tapones del depósito de gasolina - un hecho al que muchos no dan importancia-, pero con ese molde pueden fabricar una llave idéntica a la original. Los hay que no se complican la vida y directamente se llevan los coches con una grúa o esperan en las gasolineras o en las tiendas a que un incauto conductor abandone el coche con las llaves puestas. Este último método, uno de los más frecuentes, es el más sencillo y el menos arriesgado, ya que, si los pillan, no los acusarán de robo, sino de hurto, una diferencia de la que también se benefician las aseguradoras.