¿Qué te hace perder los nervios al volante?

Las circunstancias que nos hacen perder la paciencia nos convierten en conductores agresivos. Partiendo de las conclusiones del último estudio de Attitudes, La conducta social en el tráfico, en este reportaje describimos los factores que generan conductas violentas en la carretera, analizamos el perfil antisocial o prosocial de los conductores y determinamos los comportamientos que nos hacen aprobar o suspender en civismo a los mandos de un coche.

¿Qué te hace perder los nervios al volante?
¿Qué te hace perder los nervios al volante?

¿Un mal día en el trabajo? ¿Un atasco kilométrico? ¿Una discusión con tu pareja? Son muchas las razones que nos pueden convertir en un Mr Hyde al volante o, lo que es lo mismo, en un conductor antisocial. Partiendo del estudio sobre el comportamiento en la carretera realizado por Attitutes (La conducta en el tráfico ¿prosocial o antisocial?), la iniciativa social de Audi, te ayudamos a descubrir qué tipo de conductor eres tú.

Según el estudio realizado por Attitudes, existen tres situaciones que cambian notablemente nuestra actitud en la carretera: la prisa, la congestión del tráfico y disfrutar de la prioridad.

El 60 por ciento de los conductores cambia su actitud al volante cuando tiene prisa. Es una realidad: la persona más tranquila y respetuosa del mundo puede “perder los papeles" cuando llega tarde.

Curiosamente, llevar la prioridad nos convierte en conductores antisociales, según Attitudes. Cuando tenemos prioridad sobre otros vehículos, crece de forma notable nuestro “lado oscuro". Las cifras lo demuestran: cerca de un 30 por ciento de los conductores es más agresivo cuando ve amenazada por otros conductores la prioridad que ostenta, ya sea por ir por la derecha, porque lo determine una señal o por la dirección de un carril.

Junto a éstas, y con un porcentaje menor (alrededor de un 18 por ciento), el tráfico denso y los atascos nos llevan a adoptar una actitud violenta. Teniendo en cuenta que los embotellamientos son unos de los males endémicos de las grandes urbes, la agresividad en este tipo de situaciones se convierte en una actitud habitual, según el estudio. El ruido, el calor, las retenciones… la lista de condiciones físicas desfavorables en un atasco es interminable y todas se reducen a lo mismo: atacan indiscriminadamente a nuestro sistema nervioso.

En relación a esta incidencia del entorno, Luis Rojas Marcos, profesor de Psiquiatría en la Universidad de Nueva York, reseña que el ámbito social y cultural influye de forma categórica en nuestro comportamiento. El modelo social de los países capitalistas se centra en el afán de competitividad: la lucha por convertirse en el mejor. Si bien estos valores resultan positivos en las competiciones deportivas, en la vida real pueden ocasionar actitudes negativas como el exceso de ego, la intolerancia o la pérdida de respeto por nuestros conciudadanos.

Los modelos sociales que transmiten medios de comunicación, como el cine o la televisión, crean comportamientos violentos, egoístas e intransigentes. Las persecuciones de coches que podemos ver en muchas películas son pautas de conducta que, posteriormente, se imitan por espectadores, en la mayoría de los casos por los colectivos de menor edad (mucho más impresionables).


La educación recibida y el entorno familiar en el que crecemos determinan nuestra conducta en el trato social. Aunque en el hogar el niño no reciba la educación adecuada para convivir correctamente, la escuela debe compensar esta carencia. Actualmente, se ha incluido una nueva asignatura en nuestros colegios: Educación para la Ciudadanía (asignatura que ya está vigente en muchos países de Europa).
También las autoescuelas deben inculcar valores cívicos y hacer un gran hincapié en los mismos. Aunque lo esencial es la educación infantil y primaria, ya que es difícil cambiar a una persona cuando ya está formada.

Está claro que la personalidad es también importante, pero una persona egoísta o agresiva puede aprender a controlar estos impulsos si ha recibido la educación adecuada.

Finalmente, la situación en la que nos encontremos puede también variar nuestro comportamiento. Según el estudio, no respondemos de la misma manera si estamos trabajando (tendemos a ser más antisociales) que si conducimos en nuestro tiempo libre. Incluso dentro de estos supuestos, somos más agresivos si vamos con los amigos en vez de con la familia o si vamos in misión respecto a los trayectos in itinere (al trabajo).

Sólo un 8,3 por ciento de los españoles se considera antisocial al volante; no obstante, la realidad es que casi un cuarto de nosotros (un 24,9 por ciento) adoptamos, sistemáticamente, conductas agresivas y violentas cuando conducimos.

Según Attitudes, el conductor antisocial arquetípico responde a los siguientes parámetros: hombre de entre 18 y 35 años, sin estudios, que conduce vehículos de carga (camiones, furgones o furgonetas), víctima de algún accidente de tráfico y que ha recibido múltiples multas por aparcar indebidamente en los últimos tres años.

Mientras que el grupo de conductores prosociales es homogéneo, el de los antisociales se caracteriza por diversas tipologías: conductor maleducado, irresponsable, irrespetuoso, imprudente, suicida o agresivo. Todos ellos se unen bajo un denominador común: se ponen en peligro ellos mismos y a los demás, incrementando las posibilidades de accidente.

La lista de acciones no respetuosas con el resto de conductores se hace interminable: ignorar las señales de tráfico, no facilitar la incorporación o el cambio de carril, entorpecer o impedir un adelantamiento, utilizar el claxon indebidamente, agredir física o verbalmente a otro conductor, no reducir la velocidad en los cruces, circular a una velocidad indebida etc. Si bien estas acciones pueden tener graves consecuencias como un accidente o incluso la muerte de otros usuarios de la vía, la realidad es que la mayoría de los españoles vemos los delitos del tráfico menos importantes que otros como el abuso sexual o el asesinato.

No obstante, la conducción temeraria es considerada por el 91,2 por ciento de los españoles como el delito más imperdonable en materia vial. Según el Código Penal, se considera conducción temeraria aquella que pone en peligro de forma latente la seguridad propia del conductor y del resto de usuarios de la vía. Esta gira en torno a tres comportamientos: superar los límites de velocidad, conducir bajo los efectos del alcohol o de las drogas y conducir sin haber obtenido el carné. Actualmente, se han recrudecido los límites que implican temeridad en la conducción: transgredir uno de estos aspectos nos puede llevar a penas de cárcel de entre seis meses y tres años o a la pérdida definitiva del permiso de conducir.

Este test es el que utilizó Attitudes en su estudio sobre una muestra de 1.200 personas. Si quieres conocer que tipo de conductor eres tú, toma un papel y un bolígrafo y realiza el cuestionario.

Utiliza esta escala: 1 (nunca) 2 (pocas veces) 3 (muchas veces) 4 (siempre). Suma los puntos al final


1. ¿Facilitas las maniobras de otro vehículo? (cambio de carril, adelantamiento, etc.)
2. ¿Respetas todas las normas de circulación?
3. ¿Eres tolerante con las infracciones o errores cometidos por otros conductores?
4. ¿Pides disculpas cuando otro conductor te hace saber que has cometido una infracción o una maniobra peligrosa?
5. ¿Das las gracias a otro conductor cuando te facilita el paso o la incorporación?
6. ¿Sientes lástima ante una persona que sufre las secuelas derivadas de un accidente?
7. En el tráfico, cuando alguien comete un error o te perjudica ¿te cuesta comprenderle y ponerte en su lugar?

Resultados:

De 7 a 17 puntos: conductor antisocial

De 18 a 21 puntos: conductor medio-antisocial

De 22 a 24 puntos: conductor medio-prosocial

De 25 a 28 puntos: conductor prosocial</p